Inicio con esta línea hablando de
un amor intenso, continuo, algunas veces dañino y con muchas equivocaciones,
¿qué amor no es así?
Me contó más de una vez que ella escribía mucho mientras me cargaba en su vientre, una carta para contarme su
día, otra para contarme sus ideales, una más para contarme sus penas y muchas
más para decirme que ya me esperaba, que ya me amaba desde antes de conocerme y
que si algo sabía, era que yo le hacía feliz.
No pude leer esas cartas porque
se las robaron con su cartera pero tal vez fue el mejor regalo que me pudo
enseñar, escribir… escribir cuando
duele, cuando se extraña, cuando algo se espera, escribir para reafirmar la
esperanza y escribir para decir lo que no hablamos y lo que la voz no puede
pronunciar.
Es por eso que te escribo ahora a ti, te escribo para darte las gracias por tus muchos aciertos y tus
muchos errores, te escribo para decirte que si bien no soy un excelente ser
humano por lo menos lejos me mantengo de lo que malo consideramos.
“No juzgues a tus padres jamás”
suele decir la gente, la familia y la gente que teme ser juzgada porque sabe
que algo hizo mal y teme que la enfrenten con sus errores. La realidad es que
poco debemos juzgar a todos en general, nadie nace sabiendo cómo ser lo que el
destino nos pone en el camino, hay quienes desde que son niños saben lo que
quieren sin titubear, a otros les toma años saber quienes son y otros jamás lo
averiguan.
A mí me tomó y me sigue tomando tiempo
no juzgarla porque su vida, sus acciones, palabras, caricias y abrazos van
ligados a mi vida desde antes de respirar en este mundo; cada beso, cada golpe,
cada sorpresa, cada arranque, me ha formado y ahora después de mucho tiempo
entiendo que todos tenemos una historia un ciclo que romper o repetir.
En más de una vez me ha pedido
perdón por si alguna vez me hizo mal y la verdad es que no tengo nada que
perdonar y no porque perfecta sea, sino porque he aprendido que las acciones
ajenas que repercuten directamente en nuestras vidas, son elecciones que
debemos tomar; mientras esa persona que lanza la prueba debe ser responsable
de sus actos y si siente que hizo algo mal, debe afrontar y en vez de buscar el
perdón, debe perdonarse a si mismo y saber que no hay marcha atrás. Esto sirve
para soltar a quienes nos hicieron daño, porque esa acción que nos lastimo nos
hizo decidir y sirve para perdonarnos por el daño que hemos hecho.
Así que por primera vez puedo
decir que mi madre no es perfecta y lejos está de serlo a la vez que yo no soy el hijo perfecto y lejos estoy de serlo, y hoy le escribo...
Mamá:
Eres humana, hay historia, hay amor, hay odio, confusión y culpa como
la sintió tu mamá, como la sienten tus hermanos y como la siente todo el mundo,
en mayor o menor nivel y esto te hace imperfecta, así que cada regaño, cada vez
que me pasabas algo por alto, cada vez que exigías de más o de menos, cada vez
que te entrometías o te ausentabas, cada abandono y cada insistencia, cada presión
o anhelo que ponías en mi vida me sirvió para averiguar quien soy y eso es el
mejor regalo que alguien me ha hecho.
Soy un humano que quiere ser mejor, que quiere llevar su barco al mejor
puerto y conocer y saber y aprender y sentir, olvidar, descubrir, equivocarse,
caerse y volverse a levantar, maldecir, darse por vencido y volver a creer, sólo llegar... y en todo lo que haga estarás tú ya sea
cerca o lejos, pero sabes que cada historia inicia en algún punto y la mía
inicia con la primera carta que me escribiste.
Mi mamá no es la mejor del mundo
porque aprendí que ella también es humana, y con eso ella tiene el derecho y
equivocarse y seguir siendo mi faro al que acudo por un consejo cada vez que
pierdo la ruta.
Y las palabras “TE AMO” se quedan
chicas al querer expresar todo lo que significas para mí.