viernes, mayo 19, 2017

Quien fuera persona de Ángeles Mastretta...

Quien fuera un personaje de Ángeles Mastretta, de esos audaces, que van por la vida con la paz de las guerras, que confían en su destino y en las estrellas, esos personajes que me cuenta remendados por todos lados y con el temple de saberse ganadores.

Como me gustaría ser uno de sus personajes, para tener cara de saberlo todo habiendo perdido la dirección de mi destino... 

Quisiera ser uno de sus personajes para amar con todos los sentidos y ser dejado como suelen dejarnos y vivir en paz con el agravio, perdonando con la certeza de que nos cupieron los mejores atardeceres en los ojos.

Ahora intento ser mi mejor personaje no esperando nada a cambio y dando todo como solo Catalina Guzmán a Carlos Vives, o como Emilia Sauri a Daniel... Daniel, nombre que trae en si buenas pruebas a superar, o tal vez una Rosa que ya no pide imposibles y perdona para vivir libre con un tres de diamantes en la falda, ser un personaje que crea en la mejor de las monogamias por encima de otras tantas y temer perder esa única que es el centro de todo.

Ser esa Paz que calla y obedece imponiendo la última palabra, que envidia le tengo a esa Constanza que supo ser ella sin el amor de su vida porque el amor de su vida tenía otras notas que tocar...

Tantos personajes unos más reales que otros, unas penas más llevaderas que otras pero al final fieles a sí mismos a sus pérdidas y sus consuelos de la vida diaria.

Quisiera que algún personaje me recordara que se puede vivir queriendo algo que no tiene nombre ni futuro escrito, ese algo que ojalá sea amor y nos espere, nos espere y se nos quede para siempre y en caso de que no, no quedarnos con  las ganas de haberle dicho que al menos de uno de los dos solo hubo amor. 

¿Qué otra cosa debería ser necesaria en esta vida para vivirla? Seguramente los excesos, otros cuerpos, más lugares, más distractores, pero nunca las ganas de amar al otro tal como es, como a Juan Icaza el borracho cantador de palomas negras o como Andrés y su poca ternura.

Como mira Ildefonso
Efraín Nájera 
Lo que más envidio de esos personajes en como se encuentran... como se reconocen con una mirada para cambiar la vida del otro, como un roce pone de cabeza la mera existencia, ¿en la vida real eso pasará? Cerca he estado de algo así pero nada tan épico como encontrar a alguien dentro de Bellas Artes, pero confieso que alguna vez dejé de respirar cuando alguien me prometió mañanas infinitas en el Parque Guel en Barcelona... como para ir corriendo con Ángeles y contarle mi pericia para que lo cuente de algún modo y recordar que la eternidad se vive mientras se va viviendo, mientras nos duré.

Gracias a ella puedo evocar a mis muertos sin vergüenza ya ven que los ausentes siempre se equivocan, pero ya no tengo más ganas de reproches, eso se los dejamos mejor a otros libros, con otros personajes, menos emocionales y más terrenales, más aburridos, como nunca serán los de Ángeles. 

domingo, mayo 14, 2017

Notas de vida para la vida


Bastó una nota de música para estár, fue voltear hacia arriba y sentirme aquí, sin importar el color del cielo, la calle de casas bonitas y las marcadas por la historia del olvido. Bastó ver a la gente para saber que soy parte de esto, sonrisas, frustración, cotidianidad, aburrimiento, desesperación, esperanza, ritmo, sueños, ganas, todo eso ajeno y a la vez también mío. 

Otra nota musical, un acordeón para soñar que viajo a lugares anhelados, donde también cabe mi aquí de ahora. 

Un acorde, para pensar en una persona, en esa persona, la persona, esa foto perfecta donde existimos o tal vez ese vuelo que tomaré, un café en la esquina de mesas en la calle, cualquier calle, una de aquí cerca o tal vez en Tajín, Italia o Australia. 

Un compás con un desierto para sentir, ese océano por ver, ese mirador para estar, un compás de ritmos conocidos: caribeños, norteños, ballenatos, zambas, tangos, otros más desconocidos, unos cuantos entrañables, algunos nostálgicos, otros melancólicos y ¿por qué no? todos alegres... para bailar, para sentir, para ser.
Ahora una voz con la nota, entendiendo que el amor no me huye, ni yo me le escondo, yo estoy aquí y tal vez él está atrás de mí o más cerca... ¿en mi? no sé, pero algo me dice que no será eterna la persecución donde al final nos habremos de encontrar.
Una acordeón para dejarme ir sobre mis pies, con ganas de bailar aquí o en donde sea, con ganas de ese baile tan ligero que parece que uno flota, el que fuere, sintiendo lo que siento ahora, contagiando a los que tengo cerca, contagiándonos de esto que se llama vida y fluir con ella, al ritmo que dicte, bajo sus reglas, pero con mi decisión y responsabilidad de seguirla, porque quiero continuar caminando, viendo, maravillándome de los días que parecen iguales sabiendo que es mi obligación y necesidad vivir los de manera distinta, de buscar  posibilidades y no monotonías. 

Ese cierre de la melodía donde todo queda en suspenso, ninguna certeza, un par de recuerdos, varios anhelos y la sonrisa traviesa que la curiosidad genera sobre la maravilla de la posibilidad.  Les Jours Tristes

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...