domingo, mayo 03, 2015

Los sabios y las estrellas

Ángela creció con su padre como un regalo y no era para menos porque dentro de sus primeros momentos estaba él con su sonrisa al verla, con sus brazos meciendola en el columpio, en el subibaja, grabando sus presentaciones escolares tantos momentos con ese hombre alto de barba tupida que picaba cuando se acercaba para darle un beso y a Ángela eso le molestaba porque a pesar de que ya sabía que no le gustaba él lo seguía haciendo y con más ahínco.


En fin, en todas las decisiones que Ángela tomaba, en cada celebración, en cada miedo e incluso en su personalidad se notaba los modos de su padre; un hombre correcto chapado a la antigua y por ello también con algunos paradigmas machistas que le jugaron mal a Ángela cuando llegó a la pubertad, su padre bajo esta educación de macho se permitía algunas mañas pero gracias a Dios las menos como para mantener a su familia unida, con mucho cariño que a pesar de ser un hombre de modos fríos, a sus cinco hijos nunca le faltaron abrazos.

Su fascinación era el conocimiento y su difusión, sentía que si no aprendía algo nuevo todos los días no valía la pena estar en este mundo, pero peor era saber algo y no compartirlo por eso siempre tenía algún dato o noticia para sus hijos y la única que hacía de esto su pan y vino era Ángela, sin el asombro de su padre el día era como si no hubiera existido, incluso cuando la hija que lo adoraba cumplió 23 años él ya estaba a la altura de cualquier adolescente para usar su teléfono inteligente llamando a Ángela con una videoconferencia. Ella se emocionó bastante cuando él le regaló el album electrónico de éxitos de los Rolling Stones y es que alegaba que hasta sus últimos días iba a defender la música inglesa, decía que tanta lluvia y tiempo dentro de casa hacía que la gente usará sus cerebros creando cosas de calidad no que los gringos y su “marketing” a todo le quitaban el verdadero sentimiento.


Una ocasión en la infancia de Ángela cuando iban por el pan para la cena, su papá estaba serio, algo le preocupaba y hasta esa hora no había dato o noticia nueva por lo que ella bastante preocupada recordó lo que le dijo una vez “si lo que quieres no llega a ti, busca la manera de llegar a lo que quieres” entonces poniéndose lista a las ocho de la noche le preguntó - oye papá, qué son las estrellas, ¿por qué estan ahí siempre?- como si lo hubiera sacado de la pesadilla en la que estaba inmerso volvió a su sonrisa habitual y contestó - cada persona sabia y buena que pasa por esta tierra al morir el cielo le hace un espacio para que todas sus acciones y todo su conocimiento sea recordado y siempre que volteemos hacia arriba no lo olvidemos- desde ese día Ángela levantaba la vista al cielo para buscar a su abuela o a la madre Teresa de Calcuta y a Guillermo Gonzalez Camarena con su invento que tanto le gustaba o a Cri-Cri, ya con el paso de los años ella empezó a sumar a su cielo nombres de escritores, amigos, pintores y los cientificos que le mencionaba su papá, el cielo era su consuelo y su paz ya que ahí encontraba todo lo que necesitaba saber.


Con el paso del tiempo Ángela supo que todo lo que pasa por nuestras vidas es pasajero y lo supo mejor que nadie cuando el hombre sabio que era su padre enfermó; tuvieron tiempo para despedirse y darse los besos que les quedaban por darse durante seis días que duró la agonía sin reprochar ni una sola vez la comezon ocasionada por la barba del hombre de toda su vida, en esos días ella le contaba las noticias y los descubrimientos que leía en el periódico con la misma emoción que él lo hizo cuando ella era niña, le ponía con audífonos sus canciones favoritas hasta que un día dejó de respirar y para mala suerte de Ángela ella no se encontraba con él sino a dos hora de distancia, ella acomodó lo que el desconsuelo le permitió en la bolsa de mano y metió a la camioneta los hijos que le pasaron por el camino, gracias a Dios al doblar por la esquina se dio cuenta que no le faltó ninguno de los tres que tenía.

La vida tiene un modo entre líneas de consolarnos ya que esa noche Ángela y sus hijos estaban sorprendidos al ver el cielo encendido por la luz de las estrellas, para ella fue como si la vida saldara la deuda por lo que le acaba de arrebatar, ella sonrió y agradeció a todos los hombres y mujeres sabios y buenos que le daban la bienvenida a su papá con tanta luz, tanta que se sintió en paz. Rumbo al hospital ella les dijo a sus hijos - ¿saben qué son las estrellas?... - y así despidió al hombre sabio que fue y será su padre por lo que le quede de vida.

Para Nieves Arias

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...