sábado, septiembre 13, 2014

Un regalo pendiente para la memoria del corazón

Ella hablaba con el cielo y lo obedecía en todo lo que él pedía, siempre fiel y siempre suya en todo momento.


La primera vez la vi fue por accidente, no era el tiempo ni el lugar pero dicen que un enamorado percibe hasta lo imperceptible y como dicen que yo siempre parezco enamorado supongo que así fue como la pude ver, detrás del telón de un teatro viejo y polvoso que poco a poco iba perdiendo la majestuosidad que una vez tuvo. Me basto desviar la mirada un segundo del pasillo lleno de maderas y escenografías viejas para saber que no estaba solo así que volteé y ahí estaba, hermosa con ese par de ojos que hablaban con solo pestañear y una boca que incitaba a ser escuchada, a ser recorrida con la lengua, toda ella estaba vestida para enamorar, su coquetería era hacerse el pelo para atrás y jugar con su sombrilla, se acercó a mí y me dijo que no era nuestro tiempo, pero que sería un placer aguardar hasta sentir mis manos, un escalofrío de muerte me recorrió la nuca.


La segunda vez que la encontré fue un día de muertos; estaba exquisita con sus mejores ropas y hablándole a todo el mundo, les contaba secretos y secretos quería a cambio, era el alma de la fiesta. Pude notar que había a su lado una mujer que no se le despegaba, celebraban la vida como si se fuera a acabar pronto, como si la media noche rigiera la hora de su partida. La mujer que la seguía se notaba débil, enferma, era evidente su esfuerzo por seguirle el paso a pesar de que esa noche era imposible seguirla, estaba impasible y no daba tregua a la felicidad de estar viva. Cada vez que podía besaba a su fiel seguidora, la abrazaba, la cargaba y le daba vueltas, tendrían que haberlas visto, tanta felicidad ofendía, daban celos verlas juntas, pero juntas eran una ironía, una jovial y bella, la otra remendada y cansada, pero por ese día siempre juntas. Se acercó a mí y el secreto que me contó al oído fue: aún no es tu tiempo, se paciente, llegará; acto seguido se fue a seguir viviendo como si le quedaran solamente valiosos minutos.


La última vez que la vi fue en un jardín con gente que algo celebraba  trayendo macetas con plantas y flores, no sé cómo llegué ahí pero en el aire se respiraba una tranquilidad incomoda, un duelo disfrazado de buenas intenciones de quien deja ir algo con las manos abiertas esperando que algo le sea devuelto a cambio: la paz. Me dio mucho miedo estar ahí, no podía consolar a nadie, no los conocía, puras caras ajenas a mi mundo con la única similitud de haber perdido algo. De pronto entre todos ellos ahí estaba ella, paseándose como si fuera una niña desconectada del mundo, sujetando su vestido por los lados y moviéndolo al ritmo de una canción que escuchaba en sus adentros, sonreía de manera fría, como si algo le hubieran robado, ya no estaba para enamorar y tampoco para contar secretos, solo vagaba entre los pilares. Para cuando me vio se acercó a tomar mi mano, yo tuve mucho miedo, pero la dejé hacer y es que me mostró una sonrisa que gritaba por todos lados tristeza, no pude negarme, ya para esos momentos el miedo me tenía congelado, acercó sus labios a mis oídos otra vez y me empezó a contar una historia, la suya.


Sé que piensas que esta es la tercera vez que nos vemos, pero te equivocas, yo ya te escuché una vez, ahora te toca a ti poner atención.
Yo la amaba como nada en esta vida, ella se quedó con mi mamá cuando me tocó la suerte de vestir de negro y nunca envejecer, yo tenía 31 años cuando empecé con esto, solo me dijeron que la única regla era no juzgar a nadie por ningún motivo ya que yo solo era transporte y no juez. Al principio me daba miedo, no sabía qué hacer o qué decir, si tenía que consolar como me hubiera gustado que lo hicieran conmigo o solo era llegar y arrastrar a la gente; era encoger los hombros antes todas las preguntas que estos me lanzaban, desde las fáciles hasta las más extrañas: ¿existe el cielo? ¿me llevas para allá? ¿duele? ¿que se siente? ¿me van a extrañar? ¿tuve una buena vida? ¿hice lo suficiente? ¿eres judía? ¿tú qué haces aquí si yo soy ateo?.


Con el tiempo entendí cuál era mi trabajo y lo hacía sin dudar, fui dura porque las lágrimas amenazaban con brotar, pero ya no pude con eso cuando tuve que llevar de la mano al primer niño que aparecía en la lista, tenía 4 años y su madre lo golpeó hasta el cansancio, estaba ebria, ni siquiera se dio cuenta de que ya estaba muerto cuando ella lo seguía pateando reclamándole la felicidad que le habían robado, yo estaba ahí apretando los dientes siendo testigo de esa masacre, no podía juzgar a la madre que ya le tocaría aprender en el mismo infierno que ella se estaba diseñando; yo me enfoqué en tomar la mano del niño aquel, te diría el nombre pero no lo pregunto porque una se encariña, lo levanté del suelo lo cargué para evitar que viera esa imagen de un cuerpo tirado en el suelo lleno de sangre, me lo llevé a un jardín, lo bajé, le limpié las lágrimas y los mocos tragándome las mías, me dijo que extrañaba a su mamá que dónde estaba, durmiendo, le contesté pero no me creyó, los niños de ahora no se creen nada, me dijo que sabía quien era yo, que para entonces ni yo misma lo sabía, pero el muy iluminado ya me había puesto nombre así de fácil, tú eres el ángel de la guarda y nos vas a quitar el dolor a mí y a mi mamí ¿verdad? más lágrimas en la garganta que tuve que volver a tragar para responderle que a partir de ahora todo sería luz y juego, que ya nadie ni nada lo iba a lastimar y que era hora de irnos porque nos esperaba alguien muy especial, besé sus mejillas y lo abrace antes de dejarlo con quien lo estaba esperando, el niño me dijo que se sentía feliz estando conmigo, a solas tuve que limpiarme su sangre, la limpié con mis lágrimas.


Así supe quien era yo, a través de los que llevaba con quien me los pedía, también así supe que cada fé tiene un espacio en el cielo y que el cielo lo administran todos los dioses que se nombran en la tierra; no creas que soy la única que hace esto, no me daría abasto, yo me encargo de una zona en particular así que me toca vestir de negro de a estilo afrancesado, no escogí yo este look tan elegante sino que es la manera en que la gente siente más confianza, menos miedo.


Pero no te espantes, aún no es tu turno; no sabes lo duro que es recoger a gente que ha luchado toda su vida y de pronto tener que decirles que esa batalla la han perdido y que me tienen que acompañar, lo duro que es decirles que tienen que soltar que no se pueden quedar y que si lo hacen serán seres que se irán perdiendo entre las sombras y que solo el hambre de luz los mantendrá vivos y lo que en un principio los motivó a quedarse se les olvidará con el tiempo. Mi hermana se está despidiendo ahora, le estoy dando ese lujo ya que fue ella la que se quedó con mi madre, la que la cuidó cuando yo ya no estuve, la que la consoló y la que fue su compañía, fue ella la que pidió las plantas y flores vivas en macetas, detestaba que las cortaran por mera vanidad, decía que una flor cortada tenía los días contados, creo que ella se sentía así, con los días justos por eso supo que pedir como despedida; no sabes lo duro que es tener que llevarte a tu hermana porque la venció el cáncer, juro que no fui yo sino el maldito cáncer, el consuelo que me queda es que ella ya cumlplió su objetivo en esta vida, la tarea es para los que se quedan y que tienen que apurarse porque cada segundo que pasa se acercan más a mí.


Bueno al parecer ya está lista, me tengo que ir…
La dama de negro tomó la mano de su hermana mientras que ésta puso su cabeza en su hombro altivo, se fueron platicando de no sé que cosas pero se iban juntas, se iban en paz, ya nada se debían.


Entregando los regalos pendientes para una Catrina muy singular y en memoria de alguien muy entrañable para ella.
D.E.P. Rosario Rosales Ayala.  

lunes, septiembre 01, 2014

Estoy Vivo

Hoy en día todo se enumera, en las encuestas nos piden que digamos que marcas valen más que otras, en la tv nos dicen cuales son las diez canciones más populares, en las librerías y las tiendas de discos nos dicen el ranking de lo más vendido, en la empresa donde trabajo me dicen que producto se vende más y cuál no, mis amigos han enumerado las mejores caricias y hasta algún chiflado me ha pedido que enumere lo que más quiero en la vida…


Andando en el tema de hacer un “top” me di a la tarea de hacer uno de mis mejores momentos en la vida, tal vez lo haga por querer enumerar mis triunfos personales para llegar a los treinta años más tranquilo, más en paz y con menos pendientes, tal vez es mi manera de decirle a los pocos que les puedan interesar que fui un ciudadano del mundo como se presume Eugenia León, que recorrí lugares, que me asombré con los paisajes y que si lo escribo es por miedo a olvidarlo.


Voy a nombrar esos momentos como vayan apareciendo en la poco fiable memoria de la cabeza y en la dañada memoria del corazón.


LA DAMA DE HIERRO.
La primera vez que la vi, estaba de muy mal humor en un lugar que no hablaban ningún idioma de los dos que digo conocer, iba cansado de un viaje en tren de 13 horas, exhausto de buscar una dirección en un país tan ajeno a mí como el francés y con un estrés de saberme solo con tres maletas que pesaban cada una 15 kilos y si por si fuera poco traía un herpes labial, a esas alturas de mi viaje deseaba estar más en Cancún que en la llamada ciudad del amor. Al salir de la estación Trocadero y caminar a la plaza que está entre el palacio y el teatro de Chaillot, me basto con quitar la mirada del mármol color arena y ver al fondo para descubrirla y darme cuenta de que estaba a nueve mil kilómetros de mi casa, que cada maldición valió la pena con tal de verla, el cielo era azul y el aire frío, había unas cuantas nubes pero nada para espantarse, fue respirar hondo y sentirme vivo, saber que estaba ahí para suspirar cuantas veces fuera posible, el chip de la vida se me recargó con saberme a los pies de la Torre Eiffel y su magia para todos los visitantes.


EN CHIAPAS LAS MONTAÑAS NO SON LO QUE PARECEN
Para llegar ahí tuve que tomar un camión a Ocosingo desde San Cristobal de las Casas y después tomar una combi que pasaba por una carretera que dividía la zona federal de la zapatista, en el aire se respiraba tensión, conmigo viajaban mujeres cargadas de flores, con niños que traían mapas de mugre y que no tenían idea de que estaban a la mitad de un conflicto,  hombres con sombreros estilo vaquero y la verdad a ese lugar iba por pura necedad ya que nadie tenía tours para llegar ahí e incluso muchos me recomendaron no ir, pero cuando mi dedo ya seleccionó un destino no hay vuelta atrás y ahí estaba viendo la pobreza, viviendo la austeridad y oliendo el miedo. Los alrededores se veían despejados a excepción de un par de montañas imponentes y que al parecer ahí se encontraba mi destino. Bastó con dar la vuelta a una de esas montañas para descubrirla, aún era incrédulo de lo que me esperaba, habíamos pocos visitantes y al decir pocos me refiero a que conté quince personas desde que llegué y hasta que me fui; empecé a subir la montaña que antes fue una pirámide de siete plataformas que albergo historia maya y sus tradiciones de dioses dormidos, inframundos latentes, astros que cuidan y otros que devastan. Al llegar a la cima de Toniná vi un cielo lleno de nubes blancas y grises, pude sentir la inmensidad, juro que sentí que el viento me decía que todo iba a estar bien, fui parte del paisaje y lo disfrute porque era mi lugar estar ahí, debía de estar ahí parado viendo lo que tenía que ver, fue dejar el vacío en el pecho y llenarlo con la certeza de que en el cielo siempre hay una respuesta, fue ver la cara de mi otro México, fue ver la desigualdad y la pobreza, fue saber la realidad.


EL RUIDO DE LA MEJOR MÚSICA
El siguiente momento es muy simple, fue en el centro del pueblo de Palenque Chiapas, fue su plaza principal con mucha gente disfrutando de la tarde, había sido un día muy caluroso y para las siete de la tarde había niños corriendo, gente vendiendo papas con chile, fruta y helados, había parejas en las bancas contándose secretos mientras que para mí bastaba la tranquilidad de saberme visitante en la cotidianidad de la vida de los que habitan ahí. Me senté en una banca debajo de un árbol muy frondoso y de pronto un ruido de pájaros anunció que estaban por hacer música, lo que no me esperaba ese juego alimentaría a toda la plaza, eran como los pájaros que se escuchan en cualquier lado al amanecer pero multiplicado por cien, no pude evitar sonreír dando las gracias por estar en ese preciso momento ahí, con la disposición para sentir hasta el más mínimo detalle, incluso al día de hoy con solo escuchar el ruido de algunos pájaros cierro los ojos y puedo verme sentado debajo de ese árbol en mitad de la plaza de un pueblo perdido en la selva.


LA CERTEZA DE SABERSE AQUÍ
Una vez tuve un choque en la carretera a Puebla, recuerdo que al primer impacto cerré los ojos y en mi breve diálogo con Dios le dije que si era mi momento me iba sin reproche pero que si no lo era que me dejara sano; evidentemente al escribir esto, Dios, el destino, la vida decidió que aún tenía pendientes por vivir y por contar, por eso después de cinco horas de salir ileso de la pérdida total que fue el coche de un imprudente conductor, celebré en un pueblo llamado Xochitlan en mitad de la sierra a 1200 metros sobre el nivel del mar, donde desde la iglesia de la Virgen de Guadalupe se podía ver la inmensidad del paisaje y justo ahí entendí por qué salí vivo del accidente, fue para no perderme ese momento, esa sensación de ser grande pero sobre todo de confirmar que estaba vivo.


¿CUÁNDO FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE DIJISTE “ESTOY VIVO”?
Cuando uno enuncia esas palabras es porque sabe que cosas buenas están pasando, y es que esa vez las dije con todo el aliento que tenía y con todo mi cuerpo. Estaba bajando en patines hacía el sur por la calle Parlament en Toronto, Canadá, me dirigía al lago a las siete de la mañana, el sol estaba saliendo e iluminando las calles con esa luz que torna todo dorado, la vida estaba despertando junto con él, la gente salía a hacer ejercicio o regando las flores, las cafeterías olían a promesas por cumplir, el arte urbano le daba personalidad a la calle, el sonido del tranvía, los murmullos… terminé en el lago sentado en la arena rodeado de gaviotas, viendo el lago y como la hierba roja crecía al ritmo de la primavera, era el sonido del agua golpeando en orilla, el aire acariciando a los árboles aún vacíos de hojas, eran las gaviotas las que me recordaban que estaba ahí y que no era un sueño, que me había ganado mi derecho de ser feliz y de pronto enuncié las palabras uno debería de decir como dice hola o buenos días, por primera vez en mucho tiempo no dije sino grite en español para sorpresa de los que limpiaban la playa, ESTOY VIVO… lo repetí hasta el cansancio, como si estuviera cantando una canción que supiera desde niño y que había olvidado, estaba ahí y simplemente vivo escuchándome a mí mismo repetir lo que mi cuerpo gritaba



LA IMPOSBILE ENUMARCIÓN DE MOMENTOS
Una ocasión llovieron flores en mi jardín, otra mi madre y hermano llegaron a verme a Florida, unas veces mi familia, otras mis amigos y unas más mis amores, momentos y felicidad como pan y vino, pero uno de los momentos que más he sentido en el alma fue ver a mi abuela en el aeropuerto esperándome con su cabeza rapada y su pashmina cubriendole la ausencia de cabello, yo llegaba de un sueño que parecía roto por la noticia de que ella estaba enferma de cáncer y con los peores pronósticos, ya se hablaba de una quimioterapia muy fuerte de color rojo y de que no aguantaría. Cuando me enteré en Canadá que estaba enferma, me enoje mucho, ¿qué más tenía que sucederle a esa mujer que a lo largo de su vida ganaba para perder y volver a comenzar? le dije a Dios ¿qué qué más quería de ella? ¿qué otra lección tenía que aprender?... En fin, regresé con el ánimo y los sueños por los suelos cuando al ver esa cabeza cubierta y esa jovialidad supe que hasta en las peores esa mujer no se despegaba para nada las ganas de seguir entre los vivos, entre los que la amamos.


Casualmente empecé este escrito hace una semana sin saber qué fin tendría esta historia, hoy lunes 1ro de septiembre me dicen que la mujer que casi un año atrás me recibió en el aeropuerto ¡Está sana! su lucha tuvo un sentido y un fin, tuvo oraciones y buena vibra, tuvo dolor y a la vez fe, amor y más oraciones, creo que esas nunca fueron suficientes.    
El saber que la gente que me rodea tiene las ganas y la disposición para seguir tocando mi vida es lo mejor que puede pasar..

Hoy vuelvo a repetir ¡ESTOY VIVO!

#nomascancer #NoAlCancerDeMama #luchadora #mujerestrabajando #mujeres

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...