lunes, diciembre 28, 2020

Prendo una luz...

Te prendo una luz para pedir por tu reposo. 

Te prendo una luz para desear que donde quiera que estes estés bien. 

Te prendo una luz para agradecer tu existencia.

Te prendo una luz porque me niego a olvidar tu paso por mi vida. 

Te prendo una luz porque te extraño tanto, todos los días. 

Te prendo una luz porque hablar contigo en plegarias, conversaciones de medio día, al decirte buenas noches no me es suficiente. 

Todo lo que me pasa me lleva a algo mejor, nada es igual, nada es repetitivo. Tomo el aprendizaje que me dejas tú, los momentos que compartimos, mis errores y los convierto en crecimiento, en amor.

Gracias a ti aprendí como cuidar mejor a un amigo perruno, gracias a ti aprendí que el amor no solo es tosco, también es tierno. Gracias a ti supe que el amor no basta sino viene con responsabilidad.

Hoy hay una pequeña nueva integrante en mi familia y en mi corazón, le cuento de ti. Bien debes de saber de ella porque te la he encargado mucho, que la guíes, que la cuides. Gracias a ti el amor se ha hecho más pleno y más consciente, pero no te creas, muchos días deseo regresar el tiempo y haber sido mejor contigo, haberte paseado más, cuidado más, haberte llevado a más lugares... pero así las cosas, tú ya no estás, yo estoy con un huequito en el corazón que duele menos y que intento llenar con agradecimiento. 

Te prendo una luz hoy en agradecimiento a toda la vida que trajiste a la mía. 

Te prendo una luz por haber traído amor a mi familia. 

Para quién dice que un perro solo es un perro, no ha tenido la fortuna de haber sido amado por uno de manera incondicional.

Gracias siempre, gracias todos los días, gracias a ti Bree. 

 

domingo, agosto 02, 2020

La mejor amiga del mundo

Cuando te conocí, no sabía la aventura que estaba por vivir. Cuando entré a recogerte tú me escogiste, recuerdo que aventaste a tu hermana con tal de ser tú la que cupiera en mis brazos, desde ahí supe que para toda la vida, ya fuera la tuya o la mía, pero seguro estaba de que sería para toda la vida. 
Hoy, a 7 meses de tu partida, me preguntaron que quién eras tú y mi respuesta fue: el amor de mi vida. Fuiste esas caminatas con frío o con calor que me obligaban a cuidar de ti en vez de solo a mi.
Eres y siempre serás esa silla mordida en tus ratos de ansiedad o soledad. 
Eres ese ladrido desesperado cuando nos íbamos alejando de la casa. 
Eres esa mancha en la pared junto a mi puerta que me recuerda que por ahí te hacías espacio cuando la puerta estaba entre abierta. 
Eres esos dos platos rojos, mi color favorito, donde muchas veces te vi empujar tu comida con desagrado cuando otra vez te tocaban croquetas. 
Eres esa culpa por haberte regañado cuando te comiste la portada del libro de Angeles Mastretta que mi amigo Anibal me regaló. 
Eres esos paseo a Chapultepec, cuando ibamos a dar la vuelta solos tú y yo y eres ese salto con ganas de atrapar un pájaro y por imprudente terminaste en mojada en una fuente, tú que tanto odiabas el agua. También estuviste en la Maquesa con toda la familia o Huasca donde no se sabía quien era el más desobediente de todos los niños: tú, Richie, Diego o los tres juntos. O también ese paseo al Nevado de Toluca, ¡como nos divertimos y como te cansaste! Compartimos tú y yo a mis tres perritas favoritas y ahí iba yo con mi manada de perras riendonos, sacandonos fotos contigo en ese viaje... yo ahí sabía que ya empezabas a despedirte y aún así tantos lugares que me hicieron falta contigo, tonto yo que creí que eras eterna. 

Hoy me dijeron que lo que yo traigo es tristeza atorada o mal manejada, alguien más me dijo que la tristeza no se maneja, solo se deja libre, se deja salir y yo te traigo callada desde hace 7 meses. 

Es que solo fuiste un perro, es que ya estás descansando, es que ya estás en paz, es que afortunada tú por habernos tenido como dueños, es que viviste muy bien, es que... es que... ES QUE YA NO ESTÁS, digan lo que digan, y por más que yo quiera creer que estoy bien, porque solo fuiste un perro, la verdad es que no, la verdad es que te extraño mucho. Tú me escogiste, tú me esperabas, tú me buscabas, tú te deshacías en amor cada vez que yo llegaba a casa, tú exigías mi atención rompiendo todo lo que se te pusiera en frente, tú estuviste siempre cuando yo regresaba de quién sabe que locuras y mis intentos fallidos por irme a quien sabe donde, pero por más que fallará en ir y venir, enamorarme y no, tú siempre ahí... con una oreja levantada y otra no, con tu pelo chino y gris, con tu aliento apestoso.

Y que decir con todas esas veces que creía que el amor me dejaba... tú te quedabas conmigo y me daba cuenta que el amor estaba ahí y cuando alguien me dice "el amor no existe", yo tengo la certeza de que sí existe y de que tuve la suerte de que me escogiera, de crecer juntos y ahora honrarlo.

Sí, todo proceso en la vida es nacer, crecer, a veces reproducirse, madurar y morir... y a pesar de que meses atrás notaba tu deterioro, creí que estarías conmigo un poco más, un año más, unos meses más, tal vez unos días más... pero ya estabas muy cansada, 14 años y medio de amor incondicional también tienen que transcender y hasta tus últimos días me hiciste feliz. 

"Bree, cuando te tengas que ir, que sea conmigo y en mis brazos" te decía mientras te abraza todos los días que pude abrazarte desde que te noté más decaída, incluso te dije "o dame una señal de que ya no puedes seguir aquí para que te ayude a partir sin dolor" y oh sí que lo hiciste. El viernes  27 de diciembre del 2019, te desmayaste de la nada, eso era inusual porque solo lo hacias con cualquier tipo de exaltación y ese día de la nada te desvaneciste y a pesar de que despertaste, volteaste a verme y ya no te pudiste parar. Lo supe con verte a los ojos, tú tiempo había llegado... necio yo que te pedía que te levantaras, "por favor Bree, levántate, todavía no te vayas, aún no estoy listo" pero tú ya lo estabas y ya no podías aguantar. Te cargué y perdiste el conocimiento en mis brazos, justo como te lo pedí. Dicen que el llanto de los vivos retiene a los que se van y tú regresaste de lo que pensé era tu partida. Pensé en llevaste al hospital, pero sabía y tú sabías. Te acosté en tu cama, que puse sobre la mía y me quede contigo viéndote sufrir en tus últimos momentos. De nuevo volví a pedir que no te fueras, "tú no, no me dejes, quédate por favor...", hasta que entendí. Minutos después y no sé con qué entendimiento le pedí a María, Vicenta y Daniel, mis muertos, que te vinieran a acompañar, que me ayudaran a que no sufrieras más, pedí y pedí y volví a pedir por que dejarás de sufrir y fue cuando tomaste una última inhalación, como si fueras a tomar impulso para un gran viaje y así fue... no volviste a inhalar y yo me quede con el corazón roto, vacío, en pausa y así me quedé 7 meses después de que te fuiste.

Ninguna otra emoción me permití, vivía agradecido de saber que los días eran iguales unos a otros, el resguardo de la pandemia fue mi guarida para no sentir nada y mi pretexto para no acompañar en el dolor a aquellos que dolor tenían, no tenía y aún no tengo las palabras para consolar a alguien, sino era capaz de ponerle nombre a eso que me tenía inmóvil, menos a acompañar a alguien más.

Sabes... el 4 de julio, llegó de manera abrupta a nuestras vidas una nueva mascota que quise desde que supe que llegaría a mi vida y justo con su llegada mi cuerpo y mi corazón necesitan ponerle nombre a eso que intente dejar dormido, inmóvil, muerto... la tristeza de no tenerte. 

El amor sana y mi nueva integrante vino a sacar ese dolor y tristeza de tu ausencia, a recordarme lo bonito de amar y gracias a todo lo que aprendí de ti, se que puedo hacerlo mejor porque me ayudaste a crecer. 
Sí, para muchos fuiste una perrita, una mascota, un animal... pero para mi fuiste mi mejor amiga. 
Siempre, siempre te voy a llevar conmigo BREE.
Gracias por tanto. 

 

domingo, marzo 08, 2020

No quiero ser como él...

Sé que debería empezar esta historia hace 35 años, pero para mí esta historia nace cuando cumplí 18 años.

Estábamos él, su amiga y yo en un restaurante celebrando mi cumpleaños 18. Muy consideradamente él lo escogió para mí, lo gracioso es que a mi no me llaman la atención los centros botaneros porque casi no bebo y menos en esos años, pero él sí, así que me llevo a celebrar a uno de sus lugares donde él podría beber y yo comer.

La platica con él ha sido en general muy fría
- ¿Cómo estás?
- Bien ¿y tú?
- También bien – y seguíamos la plática igual con las preguntas faltantes de
- ¿Y la escuela?
- Bien
- ¿Y el trabajo?... – mismo dialogo hasta la fecha.
Esa noche me quería regalar a mi mismo la versión de su historia, tenía la curiosidad a tope desde años atrás. Quería saber qué pasaba por su mente y sus recuerdos, quería saber cómo podía vivir con la conciencia tranquila así que le pregunté
- ¿Por qué le pegabas a mi mamá cuando era niño?-
Esa pregunta me la hice desde los 9 años, la primera vez que llegue a casa y encontré los vidrios rotos de la ventana que estaba junto a la puerta, el teléfono estaba roto y había sangre en el piso. Yo caminé despacio, con miedo, no sabía si alguien se había metido, pero al ver pasar a mi papá adelante de mi con la mano llena de sangre las conjeturas empezaron a hilar los sucesos. A tan corta edad y ya me daba por hilvanar sucesos, él rompió el vidrio con la mano y todavía estaba enojado. Busqué a mi mamá y la encontré al fondo de la sala, con la boca sangrada, desecha por dentro y tratando de ocultar lo que era obvio, era un niño mas no idiota, no me quiso enunciar lo evidente y le pregunté si él le había pegado, no me quiso responder, pero seguía con las conjeturas. Algo dije en voz alta, para que él oyera, seguro desde esa noche él supo de que lado estaba yo. No puedo decir a la perfección la realidad de los sucesos, la memoria me traiciona, pero lo que sí recuerdo es mi miedo, la sangre, el enojo de mi padre, el temor mezclado con tristeza de mi madre y mi odio, esas cosas jamás se olvidan.

Ante semejante pregunta él pareció sorprendido, como si hubiera hecho la acusación más ruin, como si lo hubiera llamado lo peor.
- ¿yo? Yo jamás le pegué a tu mamá, sería incapaz de golpear a una mujer - 
De pronto todos mis recuerdos y las anécdotas de mi madre en mi mente como un torbellino, esa noche de sangre y vidrios rotos, el miedo
– Papá, pero si yo me acuerdo de una noche en que estaba la ventana rota, tu lavándote la mano llena de sangre, mi mamá con la boca desecha –
Mi recuerdo infantil, mi vivencia quedó reducida a un
– Seguro lo soñaste, yo no le pegue jamás a tu mamá, no suelo ser violento.

Cerré la conversación, la cambié. Estaba tan indignado, un calor en mi estomago me tomó, fue tanto odio hacía él y su poca hombría. Yo estaba esperando un argumento, una explicación coherente más no una negación de lo que yo fui testigo. Esa noche algo se me rompió una vez más, ese ultimo pedazo grande que me quedada de una imagen paterna se me volvió pequeña, ya no había admiración, solo desconfianza.  Decidí agradecerle la vida que uso, el amor por los muesos, el hambre de música y parques, mi adicción al cine; también esa noche juré que jamás sería como él. Solo gratitud por lo bueno y también gratitud por su ausencia y decisiones erradas, esas mismas me hicieron ver la vida de otra manera, sin embargo con el paso de los años me seguí repitiendo  casi a diario: No seas como él.

Hoy a mis 35 años sin ser mi cumpleaños, en un desayuno con mi madre, ella me contó la historia de cómo mi padre fue su primer amor, su todo. Me habló de su trajín de una casa a otra a los 16, 17, 18 años conmigo en brazos y mi padre con su falta de visión pero su arduo trabajo. Me habló de su iniciativa para iniciar un negocio propio, de cómo consiguió clientes mientras mi padre la acusaba de enfermar a su mamá, mi abuela, que de tanto fumar y de tanto coraje se fue a enfermar ella sola; pero para mi padre era más fácil culpar a quien le deba todo el amor, porque de manera torcida lastimamos a quién más nos ama, porque bien sabemos que siempre nos perdonará… pero todo tiene un limite.

Solo bastó que mi madre me recordara como una amiga suya, una tal Beatriz, me hizo tocarle la panza para despertar mi memoria. Recuerdo como una mujer me hizo tocarle la panza, ella traía un suéter azul, algo me dijo, no sé qué fue, mi madre puso la voz a ese hoyo negro: saluda a tu hermanito. Después de eso mi mamá encontró a mi papá en la cama esa mal llamada amiga. Le reclamó, se enojó, perdió su autoestima. Ese hombre que le significaba tanto la hirió esta vez no solo a golpes, la hirió por dentro, le tomo tres años recuperar el camino y creer en ella de nuevo. Cuando mi mamá le dijo a su suegra que su hijo la había engañado, ella le respondió: es tu culpa, los hombre son hombres y así son… respuesta inverosímil en pleno siglo XXI, pero para una mujer que nació en un rancho de Nuevo León en 1929, no había otra certeza que no fuera esa.

No bastó de la infidelidad, mi padre intentó castigarla a mi mamá sin darle un peso. Ella un día se levantó se arregló y se fue a las 11:00 a buscar trabajo, mi madre se acuerda con una presión de la hora porque mi padre le preguntó
-  ¿a dónde vas?
-  A buscar trabajo.
- ¿A las 11:00am? ¡Por favor! si no sabes hacer nada, bueno hay me dices qué encuentras.
Ella se acordó que vio un trabajo de recepcionista, fue y ese mismo día se entrevistó con el que sería su jefe y le dijo que al día siguiente se presentará a trabajar. Al regresar a casa mi papá le pregunto con ironía
- ¿Ya tienes trabajo?
- Ya, mañana empiezo
- Ah muy bien, pero no te llevas el coche
- No te preocupes, me puedo ir en camión

Mi mamá un día se fue a buscar otra vida con nosotros, mi papá perdió la casa, el negocio, todo. Lo único que le dejó a mi mamá fueron las deudas porque ella como buena emprendedora, todo estaba a su nombre.

Dinero no recuerdo haber recibido de él, tal vez en los cumpleaños sí, y cada tres meses unos 500 pesos para mi hermano y para mi. Mi mamá estresada, nos sacó adelante con ayuda de su papá y su abuela y que decir de sus tres hermanos que para bien o para mal pero le ayudaron a ella a mi hermano y a mí.

En los primeros años de separación mi papá nos llevaba al cine o a los museos. Con el tiempo cada vez lo hizo menos y fue perdiéndose más. Él sabía que estaba del lado de mi madre siempre, mientras que mi hermano por su corta edad no tomó partido hecho por el cual mi padre tenía cierta inclinación hacía él, ojala hubiera sido mera casualidad pero mi certeza llego una noche que nos quedamos a dormir en casa de un amigo de él. Estábamos mi hermano y yo en una cama, sin novedad alguna él llego borracho, me despertó jalándome de la cama, me llevó a fuerza a la sala mientras yo le decía entre gritos que qué le pasaba, le grité que era un poco hombre y él fue de las primeras personas en llamarme puto, le contesté que qué pocos huevos tenía, que solo con alcohol se daba valor. Sus amigos no hicieron nada cuando se paró frente a mí levantándome la mano. Yo me paré, era más mi odio que mi miedo, estaba ya resignado a recibir el golpe, de pronto la voz de la dueña de la casa: si usted le pone una mano encima a ese niño se las verá conmigo. De no haber sido por esa mujer que se despertó por el alboroto, el lazo se hubiera hecho más fuerte en odio y rencor. Los tiempos son perfectos y yo seguido le mando una oración a ella en donde quiera que esté.

Cuando cumplí 15 años, llegó, me dio un abrazo diciendo que se compró una raqueta nueva y que no se podía quedar porque tenía que ir a jugar. Ese día deje de esperar su presencia. Si iba a su casa era para ver a mi abuela, que con el paso del tiempo dejó poco a poco los enojos y un día sin esperarlo, me dijo “te quiero” por teléfono. Años me tomó llegar a eso, cada vez que le hablaba le decía “te quiero” y nunca me respondía, solo recordar ese momento la piel se me eriza. Bendita ella y sus guisos, bendita ella y el amor que siempre me dio.

Suceso a suceso fui perdiendo la fe en mi padre, fui esperando menos de él, hasta el día en que me negó el pasado. Ese día algo se me murió por dentro, al inicio no hubo dolor sino odio, la imagen de una familia completa me hizo mucha falta muchos años, estuve tan enojado con él y también con mi mamá por otras cosas, pero la diferencia entre ella y él, es que ella a pesar de toda su historia ella se quedó y sigue conmigo. Solo con el tiempo aprendí a ver amor en lo bueno que él dejó en mí, pero aún así yo seguía repitiéndome que nunca sería como él.

Hay algo que siempre le he admirado a mi madre con todo y sus locuras: a pesar de todo el daño que mi padre le hizo, ella me insiste en que hablé con él, solo para saludarlo, para ver cómo está. Quiero a mi padre, pero aún tengo temas que trabajar conmigo sobre él, le agradezco su cariño sincero hacía mí y la aceptación sin cuestionamientos de mi vida. Hizo lo que pudo como esposo y como padre, no lo juzgo por ninguna de las dos, ya que como esposo no me corresponde verlo y como hijo, trato de entender que ha hecho lo que ha podido con la historia que trae por vida.

Hoy, gracias a la gran mujer que es mi mamá, he logrado resignificar el paso de mi padre por mi vida, ya no quiero no ser como él, voy a ser mejor, mucho mejor que él.
Y hoy sigo aprendiendo.

Gracias a la mujer que me tocó por madre.  

domingo, febrero 23, 2020

La historia más bonita que he vivido

¿Qué cuál es la historia de amor más bonita que he vivido?

Uy que pregunta tan interesante que me hace intentar acomodar los sucesos más bonitos de mis días y afortunadamente han sido más los buenos, creo que el Universo me ha dado muchos de esos para tomar fuerza cuando han llegado los duros y amargos. Pero no me dejes divagar, me distraigo fácilmente y pierdo el  hilo de la conversación.

Fíjate, una vez conocí a un hombre amante de las operas y Maria Callas en la fila para el pasaporte. Tuvo la valentía o atrevimiento de hablarme por mi nombre y darme su número telefónico. Salimos a cenar y resultó que íbamos para el mismo destino, mismo día y mismo vuelo. Sin lugar a dudas fue una historia bonita donde Barcelona y él nunca dejarán ser parte de mi.

O tal vez el chico que conocí mientras leía a mi autora favorita Ángeles Mastretta, en el Ángel de la Independencia, era tanto mi miedo a ser herido que apenas y recuerdo su cara, lo que si recuerdo con precisión fue su gesto galante y su seguridad al preguntarme por mi lectura, bendito el tiempo que me regalo semejante detalle y tonto yo que abrevié su paso por mi vida.

También podría contarte de aquel chico de Chihuahua, que a donde quiera que fuéramos nos paraban para decirnos que hacíamos muy bonita pareja. A él había visto en un tugurio insufrible de tanta gente, lo vi tan guapo y muy inalcanzable, pero no por mi su guapura sino porque había mucha gente y con tanta gente mis amigos y yo decidimos salir de ahí e irnos a un lugar mezcla de salón de XV años y tugurio para camioneros, eso sí, con más luz y menos gente. Para mi sorpresa él estaba ahí y ahora yo me arriesgue a hablarle; porque también hay veces en que yo he tomado la iniciativa, si las princesas de Disney cambian, por su puesto que yo también. Así que bastó darle un abrazo para iniciar una breve pero muy bonita historia.

Pero tienes razón, no te he dicho cuál ha sido la historia más bonita que he vivido y es que la verdad han sido varias las historias, tal vez un día con más tiempo haga un libro de todas aquellas veces en que el corazón se me paró en mitad de una escalera, al inicio de una vuelta de baile, con una sonrisa, en una borrachera... tantas historias inolvidables, pero también que pena, no he abreviado los amores y así te voy a espantar. Pues mira, pena sería decir que tengo 35 y una vida aburrida, así que tu sabes si quieres seguir escuchando.

¿Seguro? pues venga, ahí te va.

La historia más bonita no es la que parece sacada de una película o de la imaginación romántica de un soñador empedernido. La historia más bonita la viví en los días junto a él. Él que tuvo a bien dejarme la primera vez y yo a mal decepcionarle la segunda. Sí, estoy seguro, esa ha sido mi historia más bonita y no es por demeritar las historias anteriores, en sus momentos me hizo falta madurez y me sobraba miedo. Pero con él fue diferente, su manera osca de inicio me hizo querer averiguar más y más hasta que un día decidió dar su tiempo a otros quehaceres.
Pasó el tiempo, los amores, las decepciones, los problemas, los logros, los viajes hasta que una noche con una canción de Sam Smith su recuerdo revivió de pronto, esos meses a su lado regresaron uno a uno y lo contacté, él respondió y con un libro de Ángeles Mastretta como pretexto, nos volvimos a ver. Al abrazarlo y oler su cuello supe que aún había algo inconcluso, cuando uno abraza y el tiempo no corre hay un misterio que vale la pena averiguar.


¿Qué por qué fue la historia más bonita?
Por muchas cosas, porque como te decía, con él hubo menos miedo y más ganas de crecer. Fue mostrarme tal cual soy, fue mediar, aceptar sus fallas y que él entendiera las mías, fue conocer a su familia y que él abrazara a la mía, fue cocinar juntos, inventar recetas, viajar, ver otros cielos, pisar muchas arenas como la negra de Costa Rica, la blanca de Bacalar y la poca pero bonita de Calderitas, fue cambiar hábitos, pedir disculpas, aguantar sus desplantes y él mis abruptas conclusiones, fue gritarnos, enojarnos y abrazarnos en las noches, fue reclamarnos y empezar todo otra vez. Con él, el tiempo no importaba, bueno, sí importaba cuando llegaba el momento de despedirnos porque sabía que tendría que esperar a verlo 5 días donde haría lo que fuera por verlo, aunque fuera unos minutos y sabiendo que algo le molestaría lo que fuera, que si el cine, que si llegaba tarde, que si no le había avisado... pero estando juntos todo tenía sentido: la noche y mis sabanas, la noche y nuestras mascotas, la noche y los tacos, la noche y su abrazo. La mañana y el desayuno, la mañana y los guisos, la mañana y El Sarape. La tarde y el cine, la tarde de caminatas o la tarde de Netflix.

¿Por qué se termino?
Entre su memoria perfecta para bien y para mal, mis celos, mis arrebatos, su inseguridad y una mentira de mi parte dieron la mezcla perfecta para terminar. Yo abrí la puerta al mal y este nos mostró lo peor de nosotros y ahora estoy con la verdad ante mi, de mis fallas y carencias, no con él, sino conmigo. ¿sabes? no pude tener mejor maestro y compañero para pisar los lugares que pise y que cómo sé que fue la historia más bonita, pues resulta que un día íbamos caminando en el centro y nos tomamos la mano, desde ahí hasta llegar a la Diana Cazadora, jamás había estado tan feliz, tranquilo, orgulloso de tomar la mano de otro hombre sin importarme un carajo la sociedad, solo me importaba sentir su mano y reír con él, ah porque como reíamos. Cuando terminamos la relación él me dijo que la historia más bonita la había vivido conmigo y yo estuve de acuerdo, no pude tener mejor historia que la de nuestros días juntos. Pero estoy seguro de que el cariño no se gasta, ese crece con la suma del amor que se da y se recibe y quién sabe...

Porque él no se merece menos que toda la felicidad y el amor del mundo y yo no merezco menos que crecer en amor trabajando la felicidad diaria.

Bendito yo que pude conocer el amor con él.

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...