domingo, enero 29, 2023

Elegir la vida...

No recuerdo si me contaste de la bolita en tu pecho antes de saber el diagnostico, hoy que inicio a escribir estas líneas empiezo a recordar un poco, pero todo muy vago. Ese día Marco, tu compañero de vida, me habló por teléfono para decirnos que llegáramos antes a casa para recibirte y darte la noticia todos juntos, él, mi hermano y yo para decirte que la biopsia había dado positiva a cáncer. Menudo notición para una tarde nublada.

Me contaste que estabas en casa una noche viendo la televisión y que un comercial, bendita tele abierta que yo te reclamaba por ver teniendo opciones más interesantes por cable o en otras plataformas, salían actrices diciendo “Tócate” y eso hiciste esa noche para descubrir una pequeña bolita. Le hablaste a Marco para decirle que seguramente no era nada, que no pasaba nada y también él bendito, él y su obstinación que puede ser fastidiosa muchas veces, pero que esa noche fue clave para poder contar hoy la historia desde otra posición. Marco casi te obligó a ir consulta, te acompañó a la biopsia pidiendo a la doctora en secreto que le dijera a él primero el diagnóstico antes que a ti, esto para saber la mejor manera de darte la noticia, si es que había una "mejor" manera. Me cuentas hoy día de que estabas segura que la biopsia sería negativa a cáncer, que lo sentías, que estabas confiada, pero al vernos a los tres en casa antes ya te ibas dando cuenta, pero aun así seguías negando la posibilidad de tener cáncer de mamá.

Recuerdo estar en tu habitación, darte la noticia, plantear todas las opciones, pero la única a la que te aferraste fue a la sanar, a la de vivir fuese como fuese. Busque consejo con una persona de mi pasado que seguía estando presente y que sigue, a veces las historias inconclusas las llevamos toda la vida, y agradezco que él nos dio el contacto de un oncólogo cirujano que te acompaño en todo el proceso con seriedad pero con mucha empatía. Fue en una de las primeras consultas donde él plantea la opción necesaria de la mastectomía: un cuarto de mama, un medio de mama, la mama completa… para ese momento la mastografía en ambas mamas había indicado que la derecha tenía el cáncer muy pequeño y que la izquierda tenía calcificaciones. Tu respuesta al planteamiento de la mastectomía vino de tu boca con una seguridad que me hizo casi romper a llorar en ese momento, pero no podía... estaba de apoyo a cualquier decisión que tomarás, dijiste: mastectomía en ambas mamas. Con esa decisión estabas dejando a un lado tus pechos, tu feminidad conocida, tu vanidad, fueran pequeños o como fueran eras tus pechos y estabas eligiendo vivir. De todas las decisiones valientes que has tomado en tu vida, fui participe de esta y casi me pongo a llorar al ver lo valiente que fuiste y que has sido todos los días de tu existencia, siempre eligiendo el amor y la vida. Elegiste perdonar a tu papá que hizo distinción con tus hermanos, elegiste perdonar a tu mamá en los errores que te hubiera gustado no hubiera cometido, elegiste perdonar al hombre que elegiste amar desde el día uno y que terminó casi con tu vida, pero no con tus ganas de amar, elegiste iniciar de cero, elegiste creer en ti a pesar de que muchos te decían lo contrario, elegiste perdonarte por tu fallas como madre, elegiste tener mascotas y aprender a cuidarlas, elegiste el proceso de verte con cariño a pesar de las cicatrices. 



Tu cáncer fue un proceso muy doloroso, fueron muchas cirugías, muchos días rezando porque el tratamiento funcionara, que no tuvieras secuelas. Fue someterte a la mastectomía dolorosa junto con la reconstrucción mamaria, luego la cirugía para retirar el implante derecho ya que tu cuerpo lo rechazó, luego otra cirugía porque también el otro implante fue rechazado. El tratamiento de la pastilla diaria trajo complicaciones en tu matriz y había el temor de que hubiera cáncer en matriz, gracias a dios no lo hubo. Primero fue dar tus mamás, luego tu matriz… todo por estar viva, porque siempre has elegido vivir.

En tu primer cirugía tenías una cara de miedo, que miedo, terror. Se veía en todo tu semblante el pavor que tenías. Te acompañé hasta el quirófano, tomé tu mano, te abracé antes de que subieras a la camilla y evité llorar todos mis miedos ¿y si algo te pasaba? ¿y si no salías del quirófano y si algo salía mal? ¿y si esa era la última vez que te vería? Me aferré a mi confianza al universo, a Dios, a la vida y dejé todo en manos de algo que me diera calma. Saliste viva, cansada y dolorida pero viva. Me di cuenta de que mi reacción a los momentos de miedo e incertidumbre es ponerme en blanco, paralizarme, pero gracias a dios estabas ahí intentando entender y adaptarte a tu nueva realidad.

Pasaste por tanto y nosotros acompañándote intentando hacerlo más llevadero. Solo una persona que se aferra a la decisión de la vida como tú lo hiciste sabe el abanico de las emociones mejor que nadie, miedo, ira, coraje, tristeza, ánimo, incertidumbre, agradecimiento, dolor, amor, confianza, seguridad, tranquilidad, todas en un mismo día. Miedo a que el cáncer regrese, ira por no saber porque a ti y no a alguien más, coraje por perder parte de ti, tristeza al ver tu imagen al espejo, ánimo al volverte a ver al espejo y saber que es más importante estar viva con cicatrices que no estarlo,  incertidumbre por no saber qué más te traería la vida, agradecimiento de contar tu historia desde el plano de la salud, dolor porque removiste viejas cicatrices de autoestima, amor por todo lo que estaba a tu alrededor, confianza de saber que pasase lo que pasase estabas viva, seguridad cada vez que tomabas tu pastilla diaria, tranquilidad al saber tu capacidad de sanación interna, tranquilidad por tu capacidad de amarte y amar tu entorno.

Ma, escribo esto recordando el dolor y el miedo que pasamos años atrás, escribo esto para rescatar y resignificar la historia. Escribo esto con la intención de recodar siempre elegir la vida a pesar de todo.

Espero estas líneas las leas con ojos de desapego sabiendo que la vida nos pone y nos quita a su antojo, no con malicia o con bondad, sino con la naturalidad de que todo es un proceso de sumas y restas… nuestra única ventaja ante todo cambio es conocer bien nuestras emociones para poderlas vivir con responsabilidad, para amar con intensidad, para odiar cuando sea necesario, para agradecer y maldecir sabiendo que todo es un momento.

La felicidad es pesar de todo y no con base en…

Gracias mamá.  

sábado, enero 21, 2023

Para Michael

No sé ni como iniciar esta carta. Sabes... es más el miedo el que me hace alejarme y si me preguntaras ¿miedo a qué? la verdad es que no sé ni yo el nombre del miedo. Es por ello que decidí escribirte estas líneas que tal vez ni ganas tengas de leerlas y lo entiendo. 

Mi historia no es especial, no es algo fuera de lo común, no es destacada y tampoco un drama... mi vida la considero un ciclo de varias vidas intentando mejorarse día a día, lo que implica que los personajes en mi historia hayan tenido errores. Los personajes que han tocado mis días no son ni héroes ni villanos, solo son personas que me han dado la opción de decidir qué hacer con las acciones que sus roles jugaron en ellos. 

Hubo violencia en mi infancia, el más mínimo error me costaba una golpiza, me hicieron sentir que era torpe, que era mejor no hacer para evitar equivocarme, entendí que el amor duele, el amor te pega, el amor te maltrata, el amor se sufre. Llevo muchos años siendo consciente de lo que hice inconscientemente muchos años más. 

Un día apareces tú, con tu sonrisa honesta y linda, tu forma de hablar con acento a otro país, con halagos para mí. Tu manera de verme me incomoda, me ves guapo, seguro, me dices que soy un gran partido. Espera Michael, así no son las cosas, a mí el amor me tiene que costar, el amor lo tengo que conseguir, lo tengo que conquistar, a mí el amor no me dice cosas lindas sin hacer yo el más mínimo esfuerzo, ese amor fácil no es de fiar, ese amor seguro lastimará más. No te creo, me digo a mí mismo. 

Me detengo a escuchar mi propia conversación y caigo en cuenta de que me sigo contando la misma historia inconsciente desde niño, ay Michael, no hay peor discapacidad que la que nos trae un pasado mal manejado. Yo que creía que ya estaba bien, caigo en cuenta de que sigo huyendo de lo que podría lastimarme y si he de aceptar el amor, me tengo que ganar su aprobación, lo fácil no existe. 


Y no es que tenga la autoestima baja o tal vez sí, no sé, pero lo que sí sé es de que pie cojeo, no confío en las palabras de afecto fáciles, no porque no sea guapo o no sea lindo, lo soy, me gusta cada día más lo que veo en el espejo, pero de pronto tú con tus palabras, tus regalos como vendaval me abruman. 

Trabajo en todo esto que te escribo, porque duele querer algo que yo mismo no dejo entrar por conductas resignadas antes que aceptadas y trabajadas. 

Creerás que no te pienso y que no me gustaría conocerte más, sí lo quiero hacer, pero no a tu ritmo y pedirte que vayas al mío no asegura que las cosas salgan bien y ni justo sería para ti. 

Sabes, por un momento me permití soñar que todo lo que me decías sí pasaba, que despertábamos en algún otro país, tú con tu cabello despeinado, yo con mis pies pegados a tus piernas y sin que me molestara que roncaras, porque de seguro lo haces. No había frío ni hueco en nuestros pasados que necesitar ser tapado con la presencia del otro, simplemente las ganas de estar ahí, aceptándonos mutuamente. Mantengo ese sueño lo que dura una pieza de Debussy, termina y despierto... 

Yo a cientos de kilómetros, tú con tu vida llena de historia, yo en la mía llena de trabajo interno resignificando la idea de que eso que quiero solo sucede en los sueños.

Michael, te escribo esta carta con la intención de contarte un poco de mí, esperando entiendas, esperando no seas vendaval que arrasa con todo y mejor seas aire diario freso y constante. Te escribo estas palabras con la intensión de disculparme por no ser, por no estar, por no haber sucedido. 

Desde aquí un abrazo a toda tu locura.   

domingo, enero 15, 2023

Soy la historia que aún no me sucede.

Soy la suma de las vidas de que han tocado la mía, soy la suma de las decisiones tomadas y no tomadas hasta ahora en mi vida, soy la resignificación de los sucesos que he corrido por mis días. Soy la suma de aciertos y equívocos, soy la voz que me habla para hacer consiente lo inconsciente, esa voz que me pregunta ¿Por qué sientes eso? ¿Por qué te cierras a tratar a esa persona? o incluso la pregunta de ¿es miedo a lo que viene, terror al confort o falta de confianza en ti mismo? A veces esa voz que pregunta, me motiva y otras me aterra, pero como decía, son muchas las personas, los sucesos que me hacen ir más decidido; son más los abrazos dados que los no dados, son más las acciones positivas que me hacen el corazón grande que las que me dejan arrepentimiento y culpa.

Voy a tomar una decisión con base en la experiencia y los consejos de la gente que amo y admiro.

Mi madre el año pasado, 2022, pongo el año para cuando llegue a leer esto de vuelta lo tenga bien presente, me regalo el resignificado más grande que pude tener… Yo en mi adolescente herido que no sé si algún día dejaré de ser, le recriminaba su presión por estudiar algo que me dejará dinero, no lo decía con esas palabras, pero siempre hablaba de los financieros, de su trabajo. Quería que fuera como ellos, exitosos en un mundo de dinero y números. Lo intenté y no pude, me frustré y viví enojado culpándola por su persuasión, juró que lo intenté una y otra vez durante cuatro años donde mi aprendizaje fue deja ir lo que no te me hace feliz. Ver a los compañeros de clase apasionados, participando, acertando cada una de las respuestas mientras yo intentaba entender la pregunta, me hacía sentir tan tonto y así la autoestima se me fue hasta el límite, pero eso no lo sabía ni lo entendía, las emociones eran algo tan ajeno a mí. Pasaron bastantes años hasta que en uno de mis arrebatados reclamos le dije a mi mamá que por su insistencia había estudiado algo que no me apasionaba y que la carrera que terminé no sé hoy día es lo mío. Ella desarmó mi argumento con su respuesta: sea como sea, para mi es un descanso saber que tú puedes elegir, puedes cambiar de trabajo si quieres, puedes hacer lo que quieras. Esas palabras me hicieron cambiar la forma en como contaba mi historia y vivía el reproche, pude liberarme, avanzar y tener la confianza de poder elegir no estar en donde no soy yo, de poder empezar de nuevo en cualquier lugar que yo quiera.

Luego viene SandRa, la que se fue de pronto, de la que hablaba en mi post pasado. Bastaba verla en sus fotos para saber que vivía bien, seguramente con muchos altibajos como todos, pero supo aprovechar sus días en viajes, celebraciones y muchas canciones de Alejandro Fernández. SandRa, tu partida me empuja la pregunta: ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿la estoy cantando como quisiera? De nuevo la certeza de que la vida es un instante y no la quiero gastar en lo seguro, en el confort de lo que dan los días iguales y sin sentido. SandRa, gracias por ser risa y vida en los días que te tuvo la misma vida.

Obviamente viene a mi mente mi abuela, ay Olga Deveaux, tan grande tu vida y tu manera de reinventarte sin reclamo alguno. Tanta perdida, tanto cambio, tanto dolor para una sola vida y tú sigues sonriendo, sigues amando, ¿Cómo le haces? pido a la vida tu fuerza para seguir día a día con ánimo y amor a pesar que sienta en la entraña todo lo contrario. Fue tu cáncer el que hizo darme cuenta de que lo que no se dice avinagra la sangre, el cuerpo, el alma… así que gracias a eso, el decir las groserías que digo con la intención que las digo es tan liberador, a veces imprudente, pero fuera de mi sistema y sí abue, hay días en que maldigo hasta mi sombra y a mi misma vida y aún así es mejor que pretender que todo está bien y que mi vida es maravillosa como muchos piensan en las redes sociales, oh no señores, mis redes reflejan el aprendizaje de mis peores momentos y gracias al universo y usando el regalo que me dio mi madre, yo elijo el paisaje donde contar mis días. Así que sí abuela te admiro mucho y el miedo a perderte cada vez se hace más grande, pero ya hablaré de eso más adelante.

Y que decir de esa familia que no me dio la sangre pero sí el universo, esas historias de resiliencia que me recuerdan la maravilla de elegir y decidir siempre el bien personal. Gigi la imparable, la incansable… ahora bien sé que no es por gusto, sé ahora que si no te detenías era porque no tenías de otra, a veces pensaba que si yo hubiera sido tú, yo me hubiera detenido a tomar un respiro o un descanso, seguro no me volvía a parar... Tanta perdida hace inverosímil verte ahora tan plena y feliz, gracias por enseñarme a decirle a la vida:  sí se puede, logré encontrar la plenitud aunque esta me dure lo que me tenga que durar, ¡lo logré!… Gigi, me dejas la vida segura de decir, la felicidad no es con base en, sino a pesar de todo. Y así puedo enunciar los nombres de muchos ejemplos: Lupita y su manera de romper con lo que parecía un ciclo repetitivo de pobreza emocional, Dany Hersan y su constante llanto hasta encontrarse una mejor versión de si misma y demostrarse que sí se puede lo que ella quiera, Edgar Omar y su determinación por seguir todos los días a pesar de la perdida de su norte, su compromiso consigo mismo para decidir que es lo suficientemente valioso como para conformarse con cualquier camino de asfalto estrecho, por decirlo de manera elegante y no decir con cualquier pendejo.

Todas estas historias son base para callar mis miedos y prepararme para mi siguiente movimiento, donde planeo empezar de cero de manera limpia, sin prejuicios, sin expectativas de los demás, con mucho miedo, pero con la certeza de que la vida es un instante y si he de vivir será con la seguridad de que no me quede con ganas de nada y de que está en mi estirpe volver a empezar donde me llame la felicidad, nunca el confort.

Por todas esas historias que suman a la mía, y porque estoy dispuesto al futuro como la promesa donde cabe todo aquello lo aún no me sucede.

lunes, enero 09, 2023

Un adiós para una gran bienvenida

Entré a mi primer trabajo formal con un nervio, a los 18 la vida se me había ido en la escuela y un par de trabajos para estudiantes de fines de semana, era una operadora de fondos de inversión cuando recién empezaba el boom por ellos. Para esos entonces era más inseguro de lo que soy ahora, yo el estudiante de escuela pública en el medio financiero en medio de puras chicas, casi todas guapas y tan seguras de si mismas, bastaba verlas para saber qué era lo que querían en la vida. Recuerdo haber entrado a la oficina que ocupa el área de telemarketing y estaba llena porque había entrevista en televisión y estaban tomando llamadas, también recuerdo que fuiste tú la que se me acercó con la sonrisa más franca y a pesar del estrés del momento, benditos días aquellos donde el estrés era no perder llamadas y de hacerlo yo creía que era algo de vida o muerte… que digo benditos días, más bien bendita vida que hace ver los pesares como algo relativo. En fin, ahí estaba yo cuando de pronto te acercaste con tu sonrisa bonita y me hiciste sentir bienvenido, fuiste mi primer gran recuerdo de ese lugar.

-Hola, soy Sandra- dijiste, no recuerdo el resto de la presentación, pero contigo me sentí menos nervioso, con menos miedo. Dios... ahora entiendo que no son los lugares o los momentos, son las personas las que me hacen los recuerdos valiosos. No convivimos mucho tiempo, pero el tiempo que lo hicimos siempre tuviste una sonrisa grandota, un abrazo, un “bombono” para mí, sin importar que yo tuviera la cabeza en la luna y no compagináramos en salidas o metas, siempre te sentí como alguien bonito.

Soy muy agradecido con las personas que me dan paz y tu me la dabas, por ello a pesar del tiempo siempre quise saber que estabas bien, me daba gusto verte cada vez más guapa, más segura, más decidida. No puedo decir cosas como fuiste la mejor porque no convivimos mucho, además de que te veía como una humana con tus claros y tus oscuros, con locuras, disfrutando, cantando a Alejandro Fernández, y siempre con esa sonrisa grandota que me regresa al “hola, soy Sandra”.

Hoy me dijeron que ya no estabas y se me hizo el corazón chiquito, algo se me rompió un poquito, y no deje de pensar en tu sonrisa y en tu cabello y en todas tus fotos. No voy a decir que éramos los mejores amigos, los más cercanos, los más íntimos porque no, no lo éramos. Solo te puedo decir que para mí fuiste y siempre serás la mejor bienvenida, la más bonita.

Sabes bombona, estoy seguro que a donde quieras que estés, la vida, el universo o dios te recibieron de la misma manera, puedo asegurar que quién te recibió se presentó contigo te sonrío de manera sincera y te hizo perder todo miedo, hizo desaparecer todos los nervios y te sentiste en paz y tranquila… confiada.



Sandra, en donde quieras que estés mi gratitud total siempre, te quiero bombona  

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...