lunes, diciembre 25, 2017

Valiente


Aurea sale del gimnasio sin ningún plan por delante, su casa la espera con un libro en la mesa y una cena alta en carbohidratos y proteínas, estas últimas las mete en su régimen nocturno para matar la culpa de los carbos; nada más prometedor para una soltera de treinta años en viernes por la noche.

El mobil le avisa que tienen un evento para esa noche al cual no pensaba en ir, pero al ver que es en uno de esos bares donde no tendría que acudir muy producida, decide ir. Aurea no es de las que va a los bares sola, pero sus amigos están viviendo sus propias vidas, mientras ella intenta hacer de la suya algo decente.

-¿cómo vas a encontrar el amor en las páginas de un libro? ¿sino sales de casa el amor no va a tocar a tu puerta?, ¿cómo quieres llegar al final de tus días, sola?- son el tipo de preguntas que le hacen sus compañeros de trabajo, su familia y hasta algunos de sus amigos. La verdad es que Aurea tiene miedo a no acabar abrazando su sueño de despertar en sábanas blancas junto al hombre con el que compartir muchas más mañanas llenas de eso llamado amor. Lo que le da más miedo, es que se está acostumbrando a su simple y singular compañía, miedo a disfrutar sin alguien a su lado, miedo a perder las ganas de aprender y disfrutar junto a esa persona especial, miedo a disfrutar de la soledad; por esa misma razón esa noche decidió ir al bar con la intención de vencer esos temores fuera de su zona de confort.

Llegó al lugar con una coleta húmeda, sus vaqueros azules, una blusa blanca y un suéter de punto rojo, nada impactante, pero con una seguridad recobrada después de de dos años de ir a terapia, ejercicio físico, buena alimentación y de ir pegando cachito a cachito su corazón. Fue directo a la barra, pidió un agua mineral bastante fuera de lugar para el lugar pero ya con ir sola se retaba bastante como para sumarle el beber sin compañía. La noche estaba para romper sus propias barreras una a una, no todas de un solo golpe, así que se sentó a escuchar al grupo que tocaba canciones de grupos alternativos y oyó decir a la pareja de junto que esa banda tocaba sobre todo música “sophisti-pop”; si el ir sola a un bar y beber aguita mineral ya le parecía demasiado, sumarle oir términos desconocidos la hacían sentirse fuera de contexto pero gracias a Dios, existe wikipedia, que le dijo con toda seguridad que el sophisti-pop “es un género musical surgido entre mediados y finales de la década de 1980 que combina jazz, soul, pop y New Wave. Algunos representantes ya habían experimentado algo de éxito, como Sting...”, después de leer eso ya se sentía menos anticuada que hace unos minutos ya que a Sting sí que lo conocía.

Aurea se acercó al escenario para escuchar a la banda, para su sorpresa empezó a bailar al ritmo de la música como los demás asistentes. Se dejó llevar por ese sonido indie pop sofisticado. Ya estaba lejos de su zona de confort, cuando empezó a bailar pensado lo bien que se está sola, ir a donde uno quiere, entregarse a sus impulsos, a ser ella misma, a retarse, a dejar de hacerse daño con el recuerdo de un ingrato que llegó para marcharse sin haber dado de sí mismo ni un poco y que todo el amor que sintió por él, ella misma lo creo por la mera necesidad de sentirse amada y por primera vez bailando una canción extraña que decía “I'm not awake, I'm not alone, You're right beside my face, Will you love me this way? 'Cause I'm dancing with my eyes closed, It's okay, it's me, babe, One more time for my taste…” sintió un gran acierto, un descubrimiento, algo que no había sentido hace mucho y ese algo fue amor, amor de ella misma para ella misma.

Aurea se fue a la barra y pidió su segunda agua mineral, cuando un chico musculoso de playera ajustada, que sus amigas seguro llamarían “player” le sonrió y le dijo al oído que estaba dispuesto a pagar su bebida si aceptaba platicar con él, ella pensó, ¡carajo!, solo pedí agua mineral, que bruta. Aceptó, total, ¿qué podía perder?. Platicaron 10 minutos de cosas triviales cuando él de manera brusca intentó besarla, ella cedió por un segundo a ese beso pero al ver la poca sutileza apartó la mano del “player” y se disculpó llendo hacia la pista de nuevo. En esas andaba cuando se acordó de su bebida, lo que la hizo regresar por ella sin ningún remordimiento más que el de sentir pena por un mal besador, se dijo en voz baja -tanto desarrollo en la humanidad y aún siguen existiendo malos besadores- regresó a la pista cuando un chico un poco más alto que ella, de sudadera Levi’s, cabello quebrado y tenis desgastados le dijo que se requería valor para ir solo a un bar y enfrentar a tipos pesados como ese, a lo que Aurea le contestó que no era cosa de valor, era cosa de tener ganas de vivir cosas diferentes y que al final de cuentas ella no lo veía muy acompañado.
-Por cierto, me llamo Juan a secas y me dejaron plantado- Aurea no fue tan valiente esta vez para preguntar si fue una chica quien lo dejó esperando.
-Yo soy Aurea, vengo sola y que pena que te hayan dejado plantado, yo por lo menos me hice a la idea de pasar la noche sola, mientras que tú tuviste que adaptarte a quedarte así por el resto de la noche-
-A menos que nos hagamos compañía ¿no crees? Un plantado y una valiente en singular haciéndose compañía- Aurea no creía que las cosas fueran así de fáciles, como tampoco creía que fuera capaz de ir a un bar sola así que acepto sin más.
-Okey, me parece justo, ¿sabes algo de este grupo? Me gusta como tocan-
-Solo sé que tocan covers de varios grupos entre ellos Rhye, uno de mis favoritos-
Platicaron una hora de todo y nada, empleos, rumbos de viviendas, etc. Ella siempre se imaginó un encuentro con el amor de su vida como una mera casualidad en un parque mientras leía una novela, él se acercaría a preguntar sobre la calidad del libro y con ese pretexto iban a hilvanar su vida entera, no en un bar con un coleta húmeda después del gimnasio y sin gota de maquillaje con un agua mineral en las manos. En esos pensamientos andaba cuando ella misma se dijo -¡tía, no seas tarada! Apenas acabas de conocer a este brother y ya te lamentas que no sea el amor de tus sueños y ¿quién dice que este no pueda ser un sueño o mejor aún una realidad, una cruda pero verdadera realidad? Es solo un tío al que acabas de conocer y punto, disfruta y no te precipites.-
-Oye Aurea, ¿te gustaría ir a un lugar más tranquilo?- Aurea pensó, no digas que sí, porque quedarías como una fácil, no digas que no porque pareceras la más apretada de todas.
-No te conozco tan bien como para andar yendo a lugares tranquilos-
-Tranquila, tienes razón, pero me refería a los sillones que están en la parte de atrás ¿vamos?- Aurea se sintió como una estupida con justa razón, aceptando la oferta.


-Escucha, esa es mi canción favorita de Rhye, no creo que sea igual de bueno el vocalista pero algo habrá de hacer- mientras dejaba su mano junto a su vaso, sus manos quedaron juntas y ninguno de los dos las quitó mientras oian “I'm a fool for that shake in your thighs, I'm a fool for that sound in your sighs, I'm a fool for your belly, I'm a fool for you love…” ella sintió la piel de gallina con la letra, no se movió para nada y mucho menos su mano “I wanna make this plain, Oh, I know your faded, Mm, but stay, don't close your eyes”, él por fin puso su mano sobre la de ella y ella no la quitó hasta que terminó la canción y cuando Aurea se disponía a abrir la boca, él la calló con un buen beso que ella respondió con suavidad mientras su corazón se volcaba en la más intensa ternura… ternura, esa palabra no la tenía presente y mucho menos la había sentido en muchos años. Su mente empezó a mezclarse con todas las emociones que creía apagadas, cerró sus ojos y se dejó llevar por ellos.

Él tomó su mano, salieron a media noche de ahí, caminaron hasta la Cibeles, se besaron de nuevo, amanecieron juntos en las sábanas blancas de él, ella  no tuvo pena de pararse en ropa interior ponerse la sudadera de Juan y hacer el desayuno, él la dejó hacer el desayuno más de una mañana y muchas otras él se lo hizo a ella, platicaron el irse a vivir juntos, discutieron sobre la impuntualidad de él y los despistes de ella, se reconciliaron, subieron de peso juntos y juntos se metieron a hacer ejercicio, fueron a Costa Rica donde ella moría por ir y después fueron a Argentina a ver los antepasados de Juan, ella se acostumbró a la barba de él y él aprendió a lavar la ropa como lo hacía ella porque le gustaba como olía Aurea sin más perfume que el aroma a suavizante y cabello recién lavado, ella moderó su boca mordaz y él anotó las fechas importantes en su calendario a fin de tenerlas presentes, Juan le pidió matrimonio, ella casi dice que no por miedo, pero al segundo diez dijo que sí por amor, planearon una boda sencilla juntos, se embarraron el pastel de bodas, bailaron como primera pieza una canción llamada Open que fue con la que ella sintió la piel de gallina junto a Juan por primera vez en un bar de poco renombre, él cantaba mal y ese día cantó igual de mal pero a ella le fascinó, ella lo sorprendió en la luna de miel con la borrachera más grande en Londres y la resaca que les duró la mitad del viaje.

Aurea abrió los ojos mientras sus labios seguian unidos, la música del grupo indie seguía sonando y él tuvo a bien tomarla de la mano y llevarla fuera de ese bar. Ella no sabía que iba a pasar, donde iba a terminar la noche, ni su vida, ni sus sueños… lo que sí supo fue que se necesita ser valiente para dejarse sorprender por la vida, confiando en ella y en todos sus desfalcos, total, uno nunca sabe de qué color serán las sábanas del resto de sus amaneceres. Aurea no soltó la mano de Juan.

viernes, mayo 19, 2017

Quien fuera persona de Ángeles Mastretta...

Quien fuera un personaje de Ángeles Mastretta, de esos audaces, que van por la vida con la paz de las guerras, que confían en su destino y en las estrellas, esos personajes que me cuenta remendados por todos lados y con el temple de saberse ganadores.

Como me gustaría ser uno de sus personajes, para tener cara de saberlo todo habiendo perdido la dirección de mi destino... 

Quisiera ser uno de sus personajes para amar con todos los sentidos y ser dejado como suelen dejarnos y vivir en paz con el agravio, perdonando con la certeza de que nos cupieron los mejores atardeceres en los ojos.

Ahora intento ser mi mejor personaje no esperando nada a cambio y dando todo como solo Catalina Guzmán a Carlos Vives, o como Emilia Sauri a Daniel... Daniel, nombre que trae en si buenas pruebas a superar, o tal vez una Rosa que ya no pide imposibles y perdona para vivir libre con un tres de diamantes en la falda, ser un personaje que crea en la mejor de las monogamias por encima de otras tantas y temer perder esa única que es el centro de todo.

Ser esa Paz que calla y obedece imponiendo la última palabra, que envidia le tengo a esa Constanza que supo ser ella sin el amor de su vida porque el amor de su vida tenía otras notas que tocar...

Tantos personajes unos más reales que otros, unas penas más llevaderas que otras pero al final fieles a sí mismos a sus pérdidas y sus consuelos de la vida diaria.

Quisiera que algún personaje me recordara que se puede vivir queriendo algo que no tiene nombre ni futuro escrito, ese algo que ojalá sea amor y nos espere, nos espere y se nos quede para siempre y en caso de que no, no quedarnos con  las ganas de haberle dicho que al menos de uno de los dos solo hubo amor. 

¿Qué otra cosa debería ser necesaria en esta vida para vivirla? Seguramente los excesos, otros cuerpos, más lugares, más distractores, pero nunca las ganas de amar al otro tal como es, como a Juan Icaza el borracho cantador de palomas negras o como Andrés y su poca ternura.

Como mira Ildefonso
Efraín Nájera 
Lo que más envidio de esos personajes en como se encuentran... como se reconocen con una mirada para cambiar la vida del otro, como un roce pone de cabeza la mera existencia, ¿en la vida real eso pasará? Cerca he estado de algo así pero nada tan épico como encontrar a alguien dentro de Bellas Artes, pero confieso que alguna vez dejé de respirar cuando alguien me prometió mañanas infinitas en el Parque Guel en Barcelona... como para ir corriendo con Ángeles y contarle mi pericia para que lo cuente de algún modo y recordar que la eternidad se vive mientras se va viviendo, mientras nos duré.

Gracias a ella puedo evocar a mis muertos sin vergüenza ya ven que los ausentes siempre se equivocan, pero ya no tengo más ganas de reproches, eso se los dejamos mejor a otros libros, con otros personajes, menos emocionales y más terrenales, más aburridos, como nunca serán los de Ángeles. 

domingo, mayo 14, 2017

Notas de vida para la vida


Bastó una nota de música para estár, fue voltear hacia arriba y sentirme aquí, sin importar el color del cielo, la calle de casas bonitas y las marcadas por la historia del olvido. Bastó ver a la gente para saber que soy parte de esto, sonrisas, frustración, cotidianidad, aburrimiento, desesperación, esperanza, ritmo, sueños, ganas, todo eso ajeno y a la vez también mío. 

Otra nota musical, un acordeón para soñar que viajo a lugares anhelados, donde también cabe mi aquí de ahora. 

Un acorde, para pensar en una persona, en esa persona, la persona, esa foto perfecta donde existimos o tal vez ese vuelo que tomaré, un café en la esquina de mesas en la calle, cualquier calle, una de aquí cerca o tal vez en Tajín, Italia o Australia. 

Un compás con un desierto para sentir, ese océano por ver, ese mirador para estar, un compás de ritmos conocidos: caribeños, norteños, ballenatos, zambas, tangos, otros más desconocidos, unos cuantos entrañables, algunos nostálgicos, otros melancólicos y ¿por qué no? todos alegres... para bailar, para sentir, para ser.
Ahora una voz con la nota, entendiendo que el amor no me huye, ni yo me le escondo, yo estoy aquí y tal vez él está atrás de mí o más cerca... ¿en mi? no sé, pero algo me dice que no será eterna la persecución donde al final nos habremos de encontrar.
Una acordeón para dejarme ir sobre mis pies, con ganas de bailar aquí o en donde sea, con ganas de ese baile tan ligero que parece que uno flota, el que fuere, sintiendo lo que siento ahora, contagiando a los que tengo cerca, contagiándonos de esto que se llama vida y fluir con ella, al ritmo que dicte, bajo sus reglas, pero con mi decisión y responsabilidad de seguirla, porque quiero continuar caminando, viendo, maravillándome de los días que parecen iguales sabiendo que es mi obligación y necesidad vivir los de manera distinta, de buscar  posibilidades y no monotonías. 

Ese cierre de la melodía donde todo queda en suspenso, ninguna certeza, un par de recuerdos, varios anhelos y la sonrisa traviesa que la curiosidad genera sobre la maravilla de la posibilidad.  Les Jours Tristes

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...