sábado, noviembre 30, 2013

Sin Música de Fondo

Cruzó la puerta de la entrada con una chamarra gruesa y guantes, era tiempo de frío y sentía que alguien lo estaba esperando dentro, no sabía qué diría ni como se comportaría, no estaba de humor para formalidades, no quería responder ningún cuestionamiento, solo tenía ganas de silencio, estallar, escupir lo que traía atorado y para ser las 4 de la tarde para él eran las 12 de la noche.

          -  Te estaba esperando desde hace rato, alguien dejó la puerta abierta por eso pasé ¿estás bien? -
          - Todo bien, no digas nada –

Alan se sentó a los pies de quien estaba ahí, no le interesaba nada sobre su vida, ni quién le abrió, ni cómo llegó, no le importaba; le parecía menos triste el día con una persona ahí, lo mismo le hubiera dado que fuera el repartidor de pizza, su abuela, su vecino, la de las tortillas, en este punto la presencia era lo importante.

Al estar en el suelo puso su cabeza sobre las piernas de su invitada, miraba en silencio la ventana de cortinas abiertas que dejaba ver un día frío y nublado, la dueña de esas piernas acariciaba el pelo del postrado dando por un hecho que algo estaba pasando pero solo podía ser espectadora en silencio del sufrir ajeno, ella pedía las palabras que la dejaran ver lo que ocurría, palabras que le dieran armas para poder decir algo atinado, un “no te preocupes, todo estará bien” o “ya pasará, tranquilo” cosas que uno dice cuando alguien se quiebra ante nuestra mirada y queremos ser algo más que solo testigos; cada vez que ella quería enunciar algo, Alan la callaba con un “shhh” como si estuviera durmiendo a un bebé, ella no sabía qué hacer, no estaba la TV prendida ni el radio, parecía que no estaban los vecinos… el silencio irónicamente la estaba matando, de pronto Alan empezó a hablar.

¿No sé qué sentir?, creo que me estoy muriendo o al menos eso quisiera, no entiendo esto de estar vivo, me parece insoportable, pero no te preocupes, no voy a suicidarme ni nada por el estilo, ¿sabes? al levantarme me quedo en la cama queriendo estar en otra cama, otra ciudad, en otro lugar, quisiera estar lejos de mi casa, de la gente que me conoce, que no haya nadie, tal vez una playa con arena blanca, no importa el color del mar, puede que sea verde, azul claro u obscuro, eso es lo de menos, lo que sí importa es que no halla nadie que me juzgue, solo yo y el ruido del mar, ahí solo tendría que escuchar las olas pegando en la arena y no a mis pensamientos, ahí podría acostarme y llorar sin encontrar consuelo, solo desahogarme, llorar como niño chiquito sin que alguien tenga que calmarme o decirme estupideces obvias, como que todo estará bien o que ya pasará, esas frases me dan tanta rabia, como si las personas que las dicen nunca hubieran perdido el camino y se sintieran en control con solo mencionarlas ¿qué nunca se han sentido derrotados? ¿nunca se les han roto los sueños? ¿siempre han tenido las respuestas a todo? creen que con esas frases uno saldrá y se le aclararan las dudas, como si alejándonos de las dudas y el dolor todo se fuera a resolver. En esa playa no hay palabras, sería mi lugar para soltar a gusto y a mis anchas, no sabes que culpable me siento por llorar, me siento débil, juzgado, tonto, pero en la arena blanca de mis sueños no hay nada de eso, solo yo.

Alan se quedó callado otro tanto y de nuevo su lengua cobró vida.

¿Cómo le hace la gente para seguir a flote?, las veo en la calle, en sus coches o en el transporte y sus caras no tienen expresión como si estuvieran muertos pero siguen vivos, peleando, a mí me parece insoportable el olor de la ciudad, el sol que antes me daba respuestas ahora me hace sentir culpable porque su belleza me es indiferente, ya no me dice nada; camino a casa y no encuentro un detalle que cambie mi día, algo que diga que este mundo vale la pena sufrirlo, me estoy ahogando…

¿De dónde saca uno las fuerzas? ¿en dónde encuentra uno la motivación? De ahí que me parezcan sorprendentes aquellos que se paran día a día con la clara idea de lo que quieren en la vida, luchar por los hijos, ganar más dinero, subir de puesto, esa gente que ambiciona me parece admirable, yo lo que más pido al anochecer es que no llegue la mañana y a la mañana le pido que las horas sean pocas y rápidas para meterme a la cama.

Estar deprimido está castigado por la moral y las buenas costumbres ¿sabías eso? porque no te bajan de mal agradecido, porque no valoras lo que tienes, porque el discapacitado quisiera no serlo, el ciego quisiera ver, el pobre cubrirse del frío… una infinidad de gente quisiera ser yo en este momento y yo quisiera todo menos tener que escuchar esos argumentos que te presionan para estar bien, es un deber estarlo, se lo debes a tus padres, a los amigos, a los niños del  mañana; solo se me ocurre mandarlos al carajo, a final de cuentas quién dijo que quería estar aquí, si estoy aquí es porque algo me ha ido trayendo sorteando los años con diversas distracciones, la escuela, el francés, la universidad, los deberes, el trabajo, el ejercicio, los paseos, los amigos, los amores y hasta el mero placer del sexo. Todo había funcionado hasta ahora, incluso la confusión de creer que era amor lo que fue sexo y sexo lo que pudo ser amor, maté a todas las malditas mariposas en esos malentendidos y ahora no me queda nada.

No me quiero sentir culpable por sentirme mal, como si nunca les hubiera pasado a ustedes, pero por cobardes se callan ese malestar, seguramente porque es grosero compartir una pena y no una alegría, solo hablar de las cosas buenas y bellas como obligación de los vivos, pero de donde saca uno la belleza cuando basta prender el noticiero para que digan que todo se está yendo a la mierda.

Ella estaba muda porque se estaba ahogando con sus palabras, hasta ese punto solo había escuchado sin hacer otra cosa más que acariciar el cabello del hombre que le parecía un bello desastre, ahora era ella quien le decía al oído “shhh”. Lo sentó a su lado quedándose en silencio, consolando la locura de este cuerdo que aún tenía bastante que aprender y caminos que recorrer.



Cuando por fin Alan se durmió ella se fue sin hacer ruido a visitar a otros muertos de a deveras, la muerte no se equivoca y esta vez solo le toco consolar a un simple despistado que para su pesar le quedaban años de vida por delante. 

#depresión #tristeza #esperanza #yapasara #perdidas #consuelos

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...