Cuando entregamos el corazón a manos llenas corremos el peligro que huya como pájaro puesto en libertad, pero cuando entregamos la razón como el corazón mismo todo tiende a depender de la suerte o al destino, si afortunados somos dependerá de la buena voluntad de a quien se lo entregamos y por mal que sea recibido lo que perdemos jamás será suficiente comparado con lo que nos hizo sentir en los cielos aunque el viaje durara tan sólo unos minutos.
Lo demás es sólo recordar y seguir viviendo.