viernes, julio 22, 2016

El calor de una mano

Efraín Nájera
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Elena y Bruno iban en taxi para sus casas, él la pasaría a dejar primero a ella, ya luego lidiaría con la borrachera que ambos jugaron a controlar en una fiesta a la que él la invitó porque para el tiempo en el que le llegó la invitación aún tenía novia, pero la vida es tan impredecible que para el día de la fiesta él tenía dos boletos, el corazón en proceso de recuperación y ninguna persona con la cual ir.

La vida tiene maneras de devolvernos lo que nos ha quitado ya que un día Bruno estaba en el gimnasio viendo la vida pasar intentando participar en ella cuando Elena lo saludó, ya habían compartido algunos holas y frases cortas, nada importante, pero esa vez Elena llegó con sus amigos y lo incluyeron en su plática y al despedirse lo abrazó, fue como si algo se le pegará, algo de todo lo que tenía roto, así que cada vez que la veía se abrazaban, Elena lo hacía porque así era ella y él lo hacía porque los abrazos curan y los que le daba eran una excelente medicina. La amistad fue creciendo, él sabía que solo eran amigos, ella era muy guapa y no había manera de que se fijará en él por eso no mal interpretaba su apertura, nunca se había considerado un tipo especial, si le hubieran pedido una descripción de si mismo por esos días, hubiera contestado que era un tipo simple con gustos extraños, de pocas palabras pero precisas, inseguro de retener a alguien a su lado por ello no hacía mucho esfuerzo en hablar con los otros si al fin y al cabo se terminarían por ir, por eso le llamaba la atención que Elena lo saludará, le hablará por whatsapp y se interesará por su vida, él jamás la vio de otra manera, ¿con que autoestima lo haría? y ella parecía ser de las chicas encantadoras que les gusta sumarse seguidores para aumentar el ego, algo bueno es que ambos usaban la palabra amigo en todos sus mensajes y se lo repetían al otro, ella para recordarle que solo eso era y él para recordarse que eso era lo único que serían. Al aproximarse la fecha del evento y al saber que solo usaría un boleto de los dos que tenía, invitó a Elena la que dijo que sí sin pensar, era soltera y sin muchos compromisos por tal motivo ella lo acompaño sabiendo que él tenía un poco de tos y que no conocía a nadie, total, eran amigos y eso hacen los amigos. 

Fueron al cine primero, antes de la función platicaron de todo y nada, él daba gracias a Dios, ya que Elena hacía la mayor parte de la conversación, él no hubiera sabido qué decir, seguramente hubiera hablado de libros y de música no comercial, de películas de arte y cosas sin sentido, pero así era él. Al llegar a la fiesta pasó lo mismo, ella hablando y el escuchando pero en resumen bebieron, rieron, se rosaron sus piernas, ella le acaricio la rodilla y el la suya, siempre repitiéndose que eran amigos, en el momento que él se sorprendió con el corazón expuesto fue cuando Elena quitaba los hielos de su bebida ya que estaba enfermo, eso nadie lo había hecho, un detalle tan simple que demostraba ese interés desinteresado por los demás, por ello cuando iban en el taxi y se tomaron las manos sin saber cual tomó la mano del otro primero, Bruno sintió como se le estremecía todo el cuerpo, ese vibrar que solo pasa cuando sabemos que somos capaces de sentir de nuevo y él que se sentía medio muerto volvió en sí, le dieron ganas de no soltarla, de decirle a su dueña ¡gracias! por estar, por hacerlo estremecerse, por quitar el hielo de su bebida, por no soltar la suya… probablemente no fuera a quedarse, tal vez fue el calor de las copas o la mera soledad de un viernes frío y lluvioso lo que hacía a Elena sostener su mano… 

Se despidieron al llegar a casa de Elena sin llegar a nada ese día ni los siguientes, pero al dejarla bajar del coche, Bruno supo algo de lo que no estaba seguro, supo que ESTABA VIVO. 

domingo, julio 17, 2016

Ana y Juan

Efraín Nájera
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Llevaban juntos quién sabe cuánto tiempo, hasta que un día Juan decidió romper con Ana, no definió bien el por qué, le había dicho que estaba confundido, que no quería hacerle daño con su conducta destructiva y falta de cariño, ese cariño que nunca se permitió sentir y no solo con Ana, si no a lo largo de toda su vida, pidió disculpas y lo único que tuvo Ana por sentir fue vacío; no es que ella lo viera como el hombre de su vida, porque sabía que un día se cansaría de la manera tan escueta de querer de Juan, pero lo que sí quería era verle al día siguiente junto a ella con todo y sus miles de defectos, solo pensaba en despertar con él, tocar su mano al despertar, abrazarlo y dejar que la vida pasará, él no era su para siempre pero sí su presente, pero a partir de esa noche ella tuvo que arreglárselas para seguir viviendo con ella misma. 

Con lo días Ana se volvió más callada, menos expresiva, estaba sin estar y vivía un día a la vez deseando sentir esas ganas que tenía de amar tan solo unos días atrás, pero así las cosas, ella estaba sola y sola tuvo que continuar hasta que Juan quiso verla para arreglar las cosas, lo que Ana no sabía es que Juan solo arreglaría sus cosas ya que en esa plática le explicó que iría un mes a su país y tal vez después regresaría, ella aseguraba que jamás pasaría esa parte del mundo aunque fuera el último que quedara con vida en la tierra, él le dijo que no sabía qué hacer y Ana habló, le dijo que era un tonto pero que si quería estar con ella lo esperaba, que le dijera cuánto tiempo necesitaba y que al final ella estaría ahí, le reprochó que no entendía cómo era posible dar por terminada una relación buena, no perfecta pero buena, en este mundo donde al prender la TV es más fácil encontrar desconsuelo e inseguridad en las calles, ¿dejar ir el amor de unos brazos imperfectos solo por miedo? Había que ser estúpido para hacerlo, en un mundo que se incendia todos los días ellos aún conservaban un amor bueno, sano. Juan le pidió una semana y Ana se la dio sabiendo que él no se quedaría a pesar de que en el fondo ella lo anhelaba, tenía miedo de enfrentar el mundo sin su presencia por eso espero lo que era inesperable: que él se quedará; y así fue, no se quedó, no llamó, no se despidió, no nada… solo se fue dejándola con más dudas que fue respondiendo día a día, tal vez mes a mes y otras a las que nunca encontraría solución por ejemplo: ¿por qué no se quedó? ¿por qué no se fue antes? ¿era ella tan imposible de soportar como para irse para siempre de buenas a primeras? ¿qué no hizo o qué hizo de más? ¿no significaron nada para él los lugares visitados? ¿qué tenía que aprender Ana de toda esa ausencia? Hay cosas que ella supuso, otras que le revolvían las tripas de solo pensar la respuesta y otras que de tanto pensarlas se cansó y dejo buscar. 

Ana sigue viviendo de un día a la vez, a veces con mañanas buenas y otras insoportables, sanando y conciliando los recuerdos que a veces le quitan las ganas y la valentía de correr riesgos otra vez, pero con solo evocarse ella misma amando, sintiendo la complicidad de estar con alguien de creyendose perfectos a pesar de sus miles de defectos, eso a Ana le mantiene viva, viva y cuerda, viva y con ganas.

domingo, julio 10, 2016

Memorias, puntos y comas

¿Y te acuerdas que me dijiste que me enseñarías a manejar? Eso tampoco pasó, como nunca pasaron muchas y ni pasarán... sin embargo tenía la esperanza y digo tenía porque esa ya también se murió; por eso aprendí a manejar solo, aprendí a no necesitarte a ti o alguien más para cumplir las metas, aunque de verdad quería que tú me acompañaras en muchas de ellas pero hay que respetar la libertad de quién no quiere seguir a nuestro lado y yo te respeto a ti porque te amo... te amé. Respeto tu decisión y tus ganas de estar con alguien más y no conmigo ¿duele? Mucho, sin embargo sigo aquí.
Valientes los que amamos con la esperanza instalada en el corazón.

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...