miércoles, agosto 31, 2011

El Consuelos de un Sueño...

Se despertó con un sabor ajeno en los labios, se despertó no queriendo despertar, eran las 7 de la noche y cuando me contó el sueño le creí todo, le creí que no fue un sueño y le creí que a veces en sueños se vive.

Dice que no recuerda mucho, pero con lo poco que me contó le bastó para ser feliz.

Me describió cada detalle, me hizo espectador, me hizo sentir allí, la seguí palabra a palabra; vi el piso de madera, era como estar en su departamento pero más amplio, había aun luz de dìa, las ventas dejaban ver un poco de esa luz indicando que un idilio está por apagarse. Se platicaban de todo, ella lo abrazo fuerte y antes de cerrar los ojos en su cuello vio la mesa de madera y vidrio con el mantel amarillo, le dijo que ya lo extraña mucho y mucho antes de perderlo, él la sujeto de la cintura con miedo a que se lastimaran de nuevo, como antes, como siempre y desde que se conocieron. Él no tenía tiempo para reprochar pero si para evocar la única vez que la tuvo, extrañó abrazarla así pero no por morbo sino por lo que lo hacía sentir. Ella formulo toda la conversación en su sueño, en su imaginación de ese momento y no en la realidad donde creía que él era el olvido y su nombre la ausencia y la incertidumbre de no saberlo ni siquiera cerca.

Él llevaba una camisa a cuadros, no recuerda si era azul con blanco o azul con gris con un blazer, lo veía joven y guapo como lo supo desde la primera vez que se cruzaron y a pesar de la corta edad de ella, sabía que algo le iba a robar ese personaje de noche de Día de Muertos hace ya 12 años.

Me lo cuenta y sonríe como si le estuviera coqueteando al recuerdo.

Tomó las llaves y mientras buscaba algo más entre los cuartos, ella hojeo una revista donde aparecen parejas “Bien” en lugares “Bien” y sin una preocupación en el rostro, ella creía que eso era una mentira, una conocida estaba en las fotos, ahí, en las playas de Acapulco luciendo feliz con el señor que le paga el 95% de lo que ella gasta y bien sabe que si lo ama es porque le deja el 5% para no sentirse mantenida o atada a él. Pero acepta que la envidia la corroe por no ser ella y él, los que estuvieron en esa playa, él hombre de lentes y sonrisa de niño a pesar de sus años y sin fotos que constaten su recuerdo. Cerro la revista, él la beso y salieron con rumbo a quien sabe dónde, eso no lo recuerda, sólo recuerda saber que iba con él para siempre, sabía que no lo soltaría y él no quería ser puesto en libertad.

Por primera vez ella dejó de ser la protagonista, él le dijo
-          - ¿Cuéntame qué has hecho?
-       - No, mejor cuéntame de ti, tiempo habrá para hablar de mi, pero a ti casi no te reconozco y muerto te creía.

Bajaron las escaleras, ella se acomodo la bufanda y él se la desacomodo, subieron al auto y se fueron…

Ella despertó con un sabor ajeno en los labios pero conocido, despertó con el vacio de la realidad y con la conformidad de haberlo tocado en sueños.

De él no sabía nada pero todo lo quiso saber y todo lo supo contándome un sueño, ¿dónde sino? En la misma magia de lo incierto. Se propuso encontrarlo aunque fuera sólo para saber que feliz ya era y sin ella.

Gracias a Alejandra Pantoja por soñar y a contar, eso sí, después de medio día porque antes la suerte castiga y anula el sueño... "uno nunca sabe"

Cine Recomendación

BEGINNERS
(Principiantes)

Actuan: Ewan McGregor, Christopher Plummer and Mélanie Laurent 

Director: Mike Mills

Escritor:Mike Mills

País: USA 

Año: 2010

Duración: 105 min.

Género: Drama, comedia

Trailer 

 

Porque cada tiene una historia que te frena o te motiva y si te gustan las películas que saliendo de la sala la sigues pensando está no te la puedes perder.

Oliver conoce a la impredecible Anna unos meses después de la muerte de su padre. Mientras, los recuerdos de su padre Hal —que, tras más de cuatro décadas de matrimonio, salió del closet a los 75 años— siguen aflorando. Ahora Oliver se esfuerza por amar a Anna con la valentía y el humor que él le enseñó.


martes, agosto 23, 2011

Aprendiendo a Perder


Al igual que ese día me levanté cansado ya que dormí mal, pero a diferencia de hace 4 años ya no veo noticias al salir de bañarme, ya no leo el periódico y si me entero de algo nuevo en este mundo es por los chismes que me cuentan y por lo que veo todos los días.


Sé que se aproxima una crisis, sé que hay revueltas en Europa, que el Euro está cayendo, que Obama se quiere reelegir, que el narco tiene tomado a mi país y que la pobreza se agudiza más y no es porque sepa de indicadores financieros sino porque lo veo todos los días, la sociedad está más ensimismada en los problemas de cada uno, raro suena cuando lo digo yo que traigo un mundo de negaciones en la cabeza o tal vez sea que la sociedad también lleva una perdida como la mía.


Hace 4 años lloré y desde hace cuatro tengo una ausencia como un hueco en el estomago, pero ¿sabes algo? Hoy me considero afortunado, me considero una persona feliz y una persona que a veces la deja escapar como arena entre las manos.


Hoy tengo el sueño como si no hubiera dormido desde hace mucho, pero hoy por primera vez no te voy a decir cuánto de extraño, te voy a contar de la vida sin ti…




Hoy doy gracias porque tengo un trabajo tal vez no bien pagado o tal vez no un trabajo que me haga orgulloso, pero en ello estoy.


Hoy tengo una meta de terminar lo que deje incompleto, tengo una familia que parece distante uno del otro, pero están ahí para escucharme cuando decido hablar, están ahí porque saben que los necesito y porque saben que estoy para ellos a pesar de mis modos.


Hoy te puedo decir que me siento enamorado y no sé si me corresponderán o si funcione si quiera, pero milagro es sentir después de que partiste, milagro es tener el corazón remendado a base de romper y juntar, hoy te puedo decir que sigo creyendo en el amor a pesar de tan pobre ejemplo a mi alrededor y te puedo decir que gracias a ti puedo ver que la tragedia no acaba con las ganas, sólo las frena y las pone a prueba.


Hoy siento mi cuerpo como es, no como quisiera que fuera o como fue cuando me reprochaba lo mal que lo veía, hoy mi cuerpo lo veo completo, sano, hermoso y a la vez imperfecto porque no me conformo. Hoy sé que estoy sano y siento mis dedos tocar el suelo, siento mis piernas al correr, siento mi piel al abrazar a los otros, me acepto y me amo tal cuál soy.


Hoy deje que la lluvia me tocara sin reproche, no huí de ella, no corrí ni apresuré el paso, sólo la sentí bajar por mi cabello, por mi frente, por mis ojos y por mi espalda, no maldije el tiempo y abrí los brazos, me reí, me abrace al momento y solté tu ausencia, me agradecí por cada momento hoy.


Hoy también vi la cuidad debajo de mi, pude ver de un lado el sol y del otro las más grises nubes como si una decisión tuviera que tomar y como buen indeciso que soy no hubiera podido elegir entre el sur soleado y el norte en penumbra, sólo sé que si hubiera podido me hubiera instalado un día del lado derecho a tomar el sol, ponerme unos pantalones de algodón y correr por algún parque; habría elegido un día en cama con las ventanas abiertas viendo lo nublado de la tarde y con ganas de no pararme y si lo hubiera hecho hubiera sido para preparar un café o un chocolate y acompañado de unas manos tibias… hoy tuve la oportunidad de fantasear.


Hoy, pude recordar que al mundo le sobran tragedias, enfermedades, rencores y pesares, gente de mal humor y mal intencionada, inclusive pude ver qué lejos estoy de ser un buen ser humano, pude pensar en que a veces me han abandonado las ganas y otras he insultado al cielo porque siento que soy débil, que las fuerzas me faltan y tan orgulloso para aceptar que necesito que me abracen fuerte y aunque intente alejarme necesito que no me suelten.


Hoy son 4 años desde que no estás… son 4 años de extrañarte y preguntarte que no tuvimos, que no te dimos y que no fuimos, pero en estos 4 años me has hecho más feliz, más consiente de cada momento, me has hecho querer más dentro de mi desesperación por llenar tu vacío, que también acepto que si no era dócil menos ahora, que me cuesta confiar en quien dice quererme y que me alejo de la gente que amo porque temo a perderla de un día para otro…


Hoy si te digo que te suelto no es porque vaya a olvidarte o porque vaya a dejar de pensar en ti, te lo digo porque ya no me pesa tu ausencia, ya no me duele el no verte porque he aprendido a llevarte a todos lados conmigo y por primera vez puedo decir que ya no estoy triste, pero si lloró e imploro tu presencia física no es porque esté mal o te necesite, lo hago y lo haré porque el mundo tiene sus formas de decirnos que algo está vivo y que sí hay un balance.


Fueron 4 años de cuestionamientos y pesares… porque quien ama sabe que de felicidades conquistadas se trata esto de estar vivos, es no perder de vista que si cosas malas sobran en un mundo que se incendia, seamos un cachito de paz, de tranquilidad, un pedacito de buena vibra para romper con ese ciclo.


Te suelto de mi dolor y te llevo como mi mejor amigo conmigo a todos lados, conmigo siempre y a disfrutar la vida.


Aflojo los puños y abro las manos... te suelto… 

Ahora los dos somos libres…
TE AMO
http://homepage.mac.com/cancio/ea/Fotos_Salgado.html

viernes, agosto 05, 2011

La Eternidad mientras nos Dure...




Cuando lo vio, no imaginó la cercanía de los cuentos de hadas a la realidad, al mirarla no pensó que semejante hechizo fuera a causar tanto aprieto, pero cuando se vieron, sólo pensaron en sucederse.

Ella estaba en la espera de algo mejor que el transcurrir del tiempo en una fila a las tres de la mañana para sólo un pasaporte en el México de las realidades donde los tramites burocráticos no tardan menos de 6 horas, ella, que un día antes lo había notado solo como se perciben a las personas de semblante interesante y de matiz atractivo, no pensó en verlo otra vez; pero a la madrugada siguiente, haciendo el recuento del viaje que le deparaba el destino y que encerraba el encanto en el simple hecho de hacerla ambicionar otros cielos.
Fue así como se imaginó Madrid y a los ingratos que nos dominaron y se fueron como si nada nos hubieran robado; Barcelona y las Ramblas; París y sus amores tan contados; Brujas con el encanto de sus percherones dirigiendo carrozas en medio de un pueblo de cuento; Europa en el centro de su pecho… Ni por un momento pensó en limitarse la sal ni los gastos, no planeó ser recatada como buena católica mexicana, porque buena mexicana hasta el tuétano, pero buena católica sólo en alguna celebración que así lo exigiera; creyente de un Dios como el mejor de lo padres, siempre.
El viaje lo emprendería ella sola, porque depender de alguien no le era digno y menos para tejer su futuro, pero en la madrugada de la larga espera, volvió a toparse con el hombre de semblante interesante, las miradas se cruzaron más de una vez y más de una vez huyó de ellas. La mirada de ese hombre era penetrante y quisquillosa, coqueta y flagrante, fragrante y para siempre.
El juego de las miradas que ella recibía con un calor de muerte desde lo más bajo del estomago hasta las mejillas, la hacían sentir la mejor de las tontas en el intento de parecer la mejor de las inteligentes en medio de un cortejo más que excitante… anhelado. Él se armó de coraje y por casualidades de la fortuna más que encausada, escuchó el nombre de esa mujer como una promesa en alguna de las varias veces en que se lo pidieron para ser escuchada en las oficinas de gobierno porque en este país hay que repetirles lo que no les interesa escuchar. A él desde la primera vez que la oyó decirlo, se le grabó como una promesa y promesas fueron las que le regaló al llamarla por su nombre, para así entregarle en papel el conjunto de letras más preciso que hubiera visto jamás. No lo podía creer, ella que no le pedía nada a la vida que no tuviera ya, le ponía en las manos un nombre en forma de papel, un alguien y un teléfono, un hombre y el corazón como el mejor de los idiotas a brincar como ridículas mariposas dentro de una red, porque ridículo le parecía conocer a alguien de la nada y sentirse ya entregada a él.
Ahora el problema era pensar en la hora exacta para marcarle, porque para un corazón acelerado no hay hora fija y qué decir de una hora exacta. Al fin de media hora como una eternidad ella resolvió llamarle, dedujo que el remedio a semejante temblor en su estómago estaba en verlo y conocer así las mañas del hombre que la tenía tomada desde no sabía qué mariposa hasta qué segundo de sus pensamientos continuos en él. Quería saber qué clase de hombre podía ser, rezaba por que fuera un tonto con ganas de pasiones no consentidas y menos por ella, un engreído que presume una vida que a ella le parece falta de humildad, o mejor un pobre que de tanto sufrir lo único que podía sentir por él era lástima, pero sólo resolvió llamarle y así reparó para sus adentros una voz fuerte, una voz de hombre, una voz eterna, esa voz que disimulaba el nerviosismo mejor de lo que ella podía aparentar.

El encuentro se llevó a cabo ése mismo día, sin arreglos excesivos y detalles inútiles, la urgencia por verse era enorme, cerca de un centro comercial con un nombre un poco más sofisticado que el de sólo “luna”. Ella quería asimilar a las hadas, la vida, la magia o sólo el simple porvenir, toda generosidad hasta este punto era un exceso, le resultaba impensable dilucidar su suerte como si de ella dependiera enamorase y no de la máquina indescifrable que era su corazón.

Madrid y el Museo del Prado quedaron opacados con un sólo movimiento de esas manos, para  luego caer en el embrujo de que eran lo suficientemente grandes para cobijar sus sueños; la barba cerrada y abundante le daba el debido toque de caballero; el basto conocimiento de las artes cualquiera se lo podría envidiar. La plática se desarrolló tranquila mientras en ella no cabía tanto arrebato, y el destino por más que lo tratara de esquivar ya estaba escrito, pues sólo se aferraría de él, sólo de él, todo y él, siempre él. El encanto como maldición de sentir el abismo en sus entrañas fue cuando cayó en la cuenta de que no todo era sentarse y encontrar, también descubrió que semejante encanto o maldición también saldría de viaje a Madrid, el mismo día y a la misma hora. Ella estaba a punto de insultar a las hadas por tan perfecto regalo, ninguna princesa con zapatillas de cristal, con mil enanos, con el sueño eterno, pudo haber tenido mejor suerte que compartir el día, la hora y el destino hacia un viaje que ninguna de ellas pudo visualizar, porque si algo tienen los cuentos es la falta de deseos más allá de la felicidad eterna; pero aun así, a ella tanta perfección la aturdía ya que estaba acostumbrada a que todo bien trae consigo su debido mal y esta vez no podía ser la excepción, aunque en el fondo la esperanza bien guardada fue su asidero.

Esa noche no sólo descubrió coincidencias, también se aprendió de memoria el primer beso en la puerta de su casa, lo guardó cálido en el labio superior, húmedo en el labio inferior y el sabor en el fondo de su corazón ya domado; la sensación de ternura fue mayor que la pasión y fue así como se propuso aprenderse esa cara, esos labios y guardar las ganas para cuando la sinrazón dejara el prefijo sin.

El viaje llegó como llegan los aciertos, inesperado y preciso, siendo así partieron a su presente de ése entonces, llegaron a Madrid, compartieron la Puerta de Alcalá como punto de partida y la cercanía con la Cibeles, imponente y más bella que ninguna otra, caminaron por la Puerta del Sol y bajo sus edificios bebieron el primer jerez para ella, vigilados por el Tío Pepe; La Gran Vía fue testigo de cuánto se juraron y un mariachi en medio de tanto Madrid fue su juez, cada detalle de esa ciudad olía a historia, él le enseño a beber vino, compartieron tortilla española y el jamón serrano al mismo tiempo en que le creía todo como una verdad irrefutable, probaron las porras y el chocolate, el Palacio Real bendito por la virgen de Almudena y la Ópera como el sosiego de ese hombre imperturbable que la tomaba de la mano a su antojo, sabiéndose dueño de todos los deseos de ella. España le parecía chica para semejante amor y el amor no se salvó de la promesa que acompaña cualquier para siempre.

Les pasó Madrid con la única certeza de tenerse el uno al otro y llegaron a Barcelona con la misma certeza de no soltarse. El Parque Güel fue el compromiso que él formuló en medio de formas barrocas y estalactitas creadas por un arquitecto con un sueño de cielo a través del monte Carmel; siendo ese lugar el dueño de aquel momento, dueño de él y sus prisas, dueño de ella y sus idilios, dueño del juramento de no perderla y si el destino lo hacía voltear a otro lugar que no fuera ella, él haría de su destino buscarla hasta dar con ese pedazo de cielo hecho para él. A pesar de que poco aun se conocían, les bastaba el compromiso que Gaudí inspiró, el compromiso que en las Ramblas caminaron y el mismo compromiso al cual ella llegó tarde un medio día imperdonable de febrero…

Él en la mañana tenía un compromiso de trabajo en el Gran Teatro Liceu, ¿dónde sino? ese lugar que le arrebataba suspiros y que ella entendió que en el corazón de él había espacio para ella y Maria Callas, ella y Montserrat Caballé, ella y la Traviata, ella y Bellas Artes, el MET y tanta ópera y recinto se le ocurriera a la vida ponerle como el mejor de los rivales.
Esa mañana  conoció el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona y estuvo donde los romanos y su ciudad de Barcino, recorrió la Plaza del Rey, los lugares fueron tantos en tan sólo 5 horas que de tanto recorrer, el reloj no la esperó y él tampoco. Él que tenía otra pasión, regresaba de España a México como quien vuelve de la guerra para estarse en paz al día siguiente, no la esperó. Desapareció ese día y fue ese mismo día cuando a ella le apareció una pena de perro paleado, a ella que se lleno de idilios de la noche a la mañana le pareció increíble sentir semejante pena, pues no concebía cómo alguien que apareció como espejismo en la mañana se fuera como el espejismo que era. Lo buscó en su hotel seis veces, desesperando a la recepcionista las mismas seis veces que dejó las notas más tristes y necesitadas de auxilio. Se posó enfrente de la ópera, esperando verlo salir y abrirle los brazos a ese torso tan perfecto, tan ancho, tan suyo; pero no salió, no contestó los recados y tampoco regresó a su hotel; ella se hizo al ánimo de recorrer la simple Barcelona y a la vez tan bella, la vacía y la exquisita ciudad llena de Gaudí y sus locuras tan perfectas que de tanto verlas enloqueció también.

Llegó a su hostal pasadas las 10 de la noche y fue allí, justo allí donde se dio al ánimo de no creer jamás en el destino y sus aciertos equívocos, porque las mismas seis veces que ella fue al hotel del hombre más ingrato, él fue cinco al hostal de su ausencia. Ella que se cruzó con él en la fila para el pasaporte, se cruzó con él más de una por Barcelona y Numancia, el parque industrial, la Sagrada Familia y cuanto lugar había entre el hostal y el hotel. Se durmió con la desazón entre los ojos y un vacío más grande que su misma entereza, se durmió con ganas de estar en su casa y sólo ver a su perra, hablar con quien la conocía y llorar con quien la entendía, para no despertar en Barcelona con la obligación de recorrerla y mucho menos de ver París, la ciudad del amor que para ella sería la ciudad de los ausentes.

En medio de esa madrugada soñó que él la despertaba, soñó que estaba en su habitación pidiéndole que lo acompañara a cenar, que quería ver junto con ella la Barcelona dormida, la Barcelona quieta y la que se ve desde arriba, iluminada y tibia a pesar de los cinco grados de la madrugada. Ella que fue con él a donde le pidió que fuera, comió lo que le pidió que comiera, que se dejó abrazar cuando a él se le antojó; se volvió a dormir pidiendo que todo fuera real. El amanecer la tomó con ese sueño como una realidad y partió al resto de su viaje, no supo jamás de él y de sus promesas, no supo más que de París para curarse y llorar en el último piso de la torre Eiffel.

Regresó a su país con el dolor tomándole desde el intestino hasta la frente, tanto viaje no le curó la herida y ésta de tanto dolerle se acostumbró a ella, se acostumbró a cargarla día a día, a acariciar el recuerdo del hombre que le prestó unos brazos en los cuales se acomodó para siempre. Del hombre aquél, que sólo aparecía en medio de alguna ópera, no volvió a saber ni siquiera si fue de verdad, lo único real fue que no cuestionó su recuerdo por más que se preguntaba cómo pudo entregarse hasta perderse en quien le regaló un cuento de hadas infinito, infinito mientras duró. La magia no se la regaló ni él ni nadie, esa magia le costó muchas sonrisas, miles de abrazos dados y no dados, centenares de lágrimas y más de tres mañanas grises sin ganas de levantarse, pero nada más, ese hombre de cuentos que se apasionaba con su cuerpo, que amaba la música más que a él mismo, no valía ni un segundo más de su invaluable tiempo.

Aprendió que no hay para siempre eterno y tampoco eternidad sin ganas de vivirla, la meta no es la felicidad, la meta es cómo ser feliz en medio de tanta tristeza y así lo hizo mientras le duraron, le duran y le duren sus eternidades.

Epílogo como sal misma

No voltees para atrás o te convertirás en sal, No voltees para atrás o te convertirás en sal…
Era lo que repetía a paso lento en aquel pasillo obscuro por lo estrecho, tenía puertas claras y era frío, pero esta vez el frío lo emanaba yo. Efectivamente no voltee ni un segundo por que si lo hacía te vería cerrar la puerta de tu pasillo y caminar hacia mi como tantas veces hiciste hace un año.

Llegaste tarde media hora y yo llegue temprano media hora, la distancia de nuestro encuentro: una hora, pedí un entremés no sé si por nervios o tal vez por miedo a que me vieras sentado sólo esperándote.
Tenia planeado para nuestro primer saludo desde hace un año, un abrazo intenso donde sintieras lo que mi corazón gritaba desde hace una semana, pero me gano la costumbre y la frialdad de mi excesiva arrogancia, arrojé las ganas de olerte de nuevo como la primera vez en la fila del pasaporte.

Siempre me gusto tu seguridad al ver, al explicar, al ordenar, al tocarme, al hablarme para decirme – Hola ¿cómo estás? Me llamo Bernardo— tu seguridad para acercarte y darme un papelito que creo tener guardado en algún lado… Siempre tu seguridad en todo momento.
Cuando ordenaste de comer me llene de solo escuchar tanta comida, pero la verdad ya me había llenado con el puro entremés y los nervios de verte.

Veía a la ventana donde pasaba infinidad de gente porque no quería mirar por donde tus ojos pasaban, porque si lo hacía me perdería en un sueño, un sueño que a veces o mejor dicho generalmente logro tejer solo. Hablabas de una cosa y pasabas a la otra, la continuidad no estuvo en nuestra mesa y menos entre nosotros.

Platicamos de la borrachera en tu casa y en Madrid, hablamos de mi aventura en Fuencarral, platicamos de tu excesivo temperamento y el momento inoportuno por el cual me cruce en tu vida… y tú inoportunamente te quedaste en la mía.

No pude evitar el recuerdo que callé de una madrugada en Barcelona en la cual tú me despertaste y lo primero que vi fue tu sonrisa. Me llevaste a cenar, me dijiste te amo, o no sé si mi imaginación es la que juega a poner te amo en tu boca esa madrugada, eso no importa, lo que importa fue como compartimos en la calle de Numancia, que para fortuna mía era una calle desde la cual se podía ver el centro de Barcelona cubierta de estrellas y guiada por una serie de faroles amarillos que prometían como maldición que nunca olvidaría esa noche, tu cara y el momento en que me prometí estar contigo siempre, aunque mi siempre me fuera a durar solo un mes más. Tampoco olvido el beso, el abrazo y la goma de mascar que tú me diste para mi aliento de recién despertado.

Hoy no te pude ver a los ojos más de dos veces, los recuerdos llegan y tú te vas, o mejor dicho no me quedo a averiguar que más me puedes hacer sentir.

Al irnos en tu auto y al tocar mi pierna recordé como me perdí en tu cuerpo tantas noches y como pedía para que no llegará el amanecer, recordé como me asía a ti durante la noche y cuando me separaba tu me buscabas con tus manos casi perfectas… recordé que a pesar del calor del tiempo, tu calor era lo único que quería en todo mi mundo. Todo eso con solo tocarme la pierna…
Cuando entre a tu casa de nuevo, para infortuna mía vi todo tan igual como hace un año, poco había cambiado. La sala donde vi mi primera zarzuela completa, donde me interese por tus gustos aunque no me interesara de verdad, pero sólo quería estar en tu mundo, esa sala donde vi que estabas tú sólo para mí.

Tu comedor, donde pocas veces estuvimos juntos pero que pasamos más de una vez por ahí para llegar a tu cocina con un pingüino que juraba quitar el hambre y regalarnos calorías para la ardua noche juntos. Ese estudio donde de pie fui para ti y que siempre estabas grabando y editando tus programas que al escucharlos hoy en día me hacen un hueco en el estomago o no sé si en el corazón. Y no hay nada que decir sobre tu recamara… tu recamara, esa… se explica sola.

Al despedirme de ti, no me acuerdo si te abrace o sólo te di la mano, lo que sí recuerdo es que me fue insuficiente lo que me llevé de ti.

NO miré para atrás y la sal se intenta colar en mi corazón, no mire para atrás y rogué para que tú lo hicieras… pero el tiempo no estuvo de nuestro lado como la mera coincidencia que compartieron dos viajeros que un día se encontraron con el mismo vuelo hacía Madrid y las mismas ganas de pertenecerse aunque fuera solo por un rato. 

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...