viernes, septiembre 01, 2023

La vida en sí...

NOTA: antes de leer poner como soundtrack "God moving over the face of the water"

6:30 de la mañana, es una mañana fría de Mayo en esa parte del mundo, el hielo ha dejado de cubrir de blanco todo, se siente el calor del sol a pesar del aire frío de esas horas. Me visto, me pongo mis calcetines amarillos, como me ha gustado ese color de siempre, tan lleno de vida, siempre me recuerda al sol que dibuja de niño, con ese amarillo canario. Me apuro porque sino la mañana del sábado empezará a despertar a la ciudad. Me aseguro de poner agua en la mochila, repelente contra mosquitos, en el lago siempre hay; me llevo bloqueador, un par de manzanas y listo. Me pongo mis patines, me pongo los audifonos y pongo en modo repetir la canción "God moving over the face of the water" de Moby, no soy su fiel seguidor, simplemente aplaudo y valoro que alguien con unas notas, con unas letras, me haga vibrar. Subo las escaleras, cruzo la puerta y salgo, el frío de Mayo cumple su promesa, sale vapor de mi boca al exhalar, caliento mis manos frotandolas, llevo una chamarra ligera porque sé que el frío no durará mucho. 

La calle está tranquila, no hay gente en ella, solo el sol que empieza a pegar en el pasto y a contra luz las gotas de agua de la noche de hace unas horas. La sombra de las casas juega conmigo al momento en que paso frente a ellas y sentir el frío, luego el sol y un poco de calor, sombra y el frío, el sol y el calor de nuevo. Los árboles tienen áun pocas hojas, están en ese proceso de soltar el duro invierno y empíezan a abrazar la primera. Las primeras notas del piano de la melodía de Moby,  me hacen sentir mas fuerza a cada zancada, bendigo ese sentimiento de sentir, de estar presente, de poder escuchar como la ciudad va despertanto un poco más a cada nota, a cada centímetroque avanzo... Los negocios que paso empiezan a abrir sus puertas, a barrer su cachito de acera, las cafeterías empiezan con ese olor a café recién hecho, no era asiudo a esa bebida en ese entonces, pero estoy seguro que las promesas que prometia esa bebida, las estaba cumpliendo a esas personas con tazas en las manos a esa hora. 

A cada paso, cada vez que mis piernas me impulsan más hacía el lago que está en la parte baja de la ciudad, la velocidad aumenta, el aire empuja mi chamarra, los bellos de mis piernas se erizan... la canción de Moby me lleva a un viaje dentro de mi viaje, saludo a un desconocido de una panadería - buenos días- le digo, él asiente y continuo. 

La melodía llega a su climax, el lago aparece ante mi, patino más rápido, siento la vida. Veo un puente de concreto, lo cruzo por abajo, apresuro el paso, no hay autos, solo aire, sonido, tranquilidad... Llego al camino para bicicletas que rodea el lago, lo recorro más rápido, no hay coches que me hagan tener cuidado, no hay gente. A mi lado, un tipo de trigo que tiene las espigas rojas, no sé su nombre, solo sé que se mueve a favor del viento, la melodía está por acabar, empieza a bajar el ritmo, no porque esté cansada, sino porque da paso a la tranquilidad después de haberme llevado por tan corto pero largo y placentero viaje... vuelve a iniciar la melodía.

Níngun amor del pasado me atormenta, no pasa por mi cabeza los amores que están por venir, en ese momento no sé de perdidas ni de consuelos, los que amo están en mi corazón, la melodía vuele a llevarme a emociones "sublimes", esa palabra suena rimbombante, pero no hay otra para describir ese estado donde mi cuerpo es uno con el aire, mis pies son uno con la tierra, mis oidos sienten, mis ojos lloran por esa paz chiquita que me da el lugar, la música... la vida. 

Por unos minutos no sé del cáncer que tocaría a mi abuela unos meses después ni el de mi madre unos años más adelante, no sabré de los aciertos o descalabros que los cambios que haga me traeran. En esos momentos ni idea tengo que conoceré un amor que me hará estallar de todas las formas posibles y también me haría conocer la más profunda tristeza. Menos estaba en mi cabeza que años después podría nombrar las emociones y poder sentirlas y poder contarlas y poder ser honesto ante ellas. En ese momento somos yo, mis patines, la mañana, el aire contra mi cuerpo, el lago reflejando el sol, la paz, esa sensación de calidez, ese amor por algo que estoy a punto de descubrir que no sé si tarde o me estaba adelantando, la música vuelve a subir, vuelve a llevarme... me lleva... y justo ahí es cuando toco la vida. 


Después de muchos años de avanzar por fin me dentego a sentir la vida, la vida, solo la vida. 


Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...