domingo, septiembre 12, 2021

Regalos para días de tanta lluvia

Los amigos son oportunos como todo en la vida y aún recuerdo las palabras de Fernando diciéndome:

- Si el día está nublado, lluvioso e insoportable no deja de ser un factor externo, ¿hasta cuándo vas a dejar que lo externo siga rigiendo tu vida? - Esa frase me la repito hoy que el día está nublado, lluvioso e insoportable y desde que me la dijo la tomé como un regalo justo para momentos así. 


Estoy caminando en el mercado de San Francisco, aquí en San Cristóbal de las Casas, después de una lluvia torrencial de 10 minutos que dejó lodo por doquier pero la vida sigue, las mujeres siguen atendiendo sus puestitos de verduras, frutas y semillas, ellas siguen sonriendo a quienes les sonríen, siguen dando precios a quien pregunta por el jitomate, habanero o por las habas, 5 pesos dicen unas, otras 10 o 20 depende la cantidad. Las afortunadas… corrijo…  esa palabra viene desde mi comodidad y mi percepción de lo que he vivido, elaboro de nuevo: Ellas siguen vendiendo aún con los ríos de agua en sus pies, unas van descalzas y otras con sandalias y aún así siguen su día. Una lluvia o un río de agua lodosa no va a detener su vida. Los niños siguen jugando en el suelo con sus pies al descubierto y llenos de tierra como si la vida perfecta transcurriera entre lodo y risas y es que así debería de ser. 


Traigo el corazón chiquito porque escucho la voz de mi madre quebrada al teléfono, mi abuelo, su papá tomó una decisión que nos aterra, que pone en riesgo su vida y nuestra esperanza de tenerlo más tiempo aquí pero él no, él quiso vivir su vida a su manera, como siempre lo ha hecho y pues los que tocamos su existencia nos toca respetar y apechugar el coraje, el miedo, el temor, la frustración y la incertidumbre de semejante decisión. 


Ya pasé dos cuadras desde que puse atención a los niños jugando en el lodo, que envidia ser un niño así, sin tener que cuidar la ropa limpia y perfecta de una imagen impuesta por una mamá exigente, por eso me parece inverosímil que la felicidad venga en forma de charco lodoso, sin zapatos, corriendo sobre las piedras y riendo como si no importara nada y es que la verdad, nada debería de importar más que vivir la felicidad como venga. Salgo de mi pensamiento y mis deseos de que los que están lejos de mi, encuentren paz en medio de tanta incertidumbre y otra vez yo en la calle de un mercado que apabulla. Calles estrechas donde convivimos peatones, coches, motos, bicis, puestos ambulantes, lluvia, venta de frutas en carritos y más, incluso siento los coches pasar a centímetros de mi mientras intento no chocar con la señora de rebozo rosa y falda negra que se detiene en seco a ver un suéter e intento no pasar por debajo de los desagues de las azoteas de las casas, pon atención Efraín, no te abrumes, estate aquí y ahora me repito. 


Cuántas veces no he deseado que un extraño, obvio un extraño que ya he imaginado a la perfección alto, de cejas tupidas, tez clara, amable, que no va ensimismado y puede ver cuando alguien necesita de un “¿todo bien?”, llega a mi y me pregunta “¿todo bien?” y con esa pregunta me saca de mi exorcismo de preocupación. Sonrío y agradezco el detalle y de ahí nos vamos caminando rumbo a conocernos… Pero la vida nos pone lo que necesitamos en el camino y el día de hoy me puso a un chico en bicicleta tocando una corneta para que yo no fuera a cruzar, reparo que sigo caminando sin atención al entorno y decido que lo mejor es huir de tanto bullicio y sí, escapo, doy vuelta en una calle que no conozco pero que promete no tener vendedores, ni gente, ni ruido… me meto en ella y pienso en ella… 


Ella que no sé cómo empecé a quererla porque la verdad no hemos convivido mucho, pero es de esas personas que sabes de corazón bueno que con solo darle un abrazo, quedas convencido de que tiene vibra bonita y esperas, no, no espero, corrijo de nuevo, deseo que todo lo bueno le pase a personas así. Pero la vida y sus procesos que van subiendo el nivel de dificultad conforme avanzas, creo y confío con el afán de hacernos mejores, más preparados, más dispuestos a ella, más amorosos, más empáticos, menos cerrados… Pero cómo le digo a ella, con su esperanza en una cajita con nombre que las cosas pasan por algo, con qué cara le puedes decir a alguien: el tiempo lo sana todo o todo es obra de un plan maestro que por más que no veas ahora, lo entenderás después, ¿con que puta cara se atreve uno a decir tanta pendejada cuando el otro tiene corazón, el alma, la razón en el suelo? Yo en mi caso cuando me lo han dicho me dan ganas de decirles “metete todas tus frases baratas por el culo y haz con ellas lo que te de la re chingada gana” pero luego me acuerdo que la gente hace lo mejor que puede con lo que tiene y sabe, al final no lo hacen de mala gana y solo me queda agradecer su entereza por estar ahí. 


Ahora ni un abrazo le puedo dar a ella que ha perdido todas las espectativas que son imposibles. Ni un beso en la frente a mi madre que lidia con la incertidumbre de poder perder a su papá. Ni como intentar convencer, persuadir, manipular, chantajear a mi abuelo el necio, el fuerte, el orgulloso, el independiente a que se deje cuidar, se deje tratar. Ni como abrazar a mi tío el enojado por el orgullo de su padre… Solo me queda dar vuelta en la calle Chipa de Corzo y perderme en ella. 


Ay Fernando, te digo un secreto: gracias por tan bonita frase, gracias por haberme dejado la responsabilidad de ser yo mi propia luz en mitad de tanta lluvia y cielo gris, gracias por haberme hecho entender que por más gris que este la vida, yo decido quedarme conmigo y ver con otros ojos esos regalos que me da el destino. 


¡Dios! otra vez me enfrasque en mis pensamientos, pero al ver el templo del Señor de la Transfiguración, cabe aclarar que busque el nombre del templo en Google y me hizo reír semejante nombre, por un momento pensé con picardía que seguramente dentro estaría lleno de trasexuales pidiendo el milagrito, me reí, Efraín te reíste aún a pesar de traer el corazón chiquito y distraído…  en ese momento me paré en mitad de la plaza e inhale con fuerza y como siempre que paso de un estado emocional a otro de manera consciente cito a mi autora favorita: solo la vida existe, lo demás lo inventamos.


Porque en mitad de tanto lluvia y lodo, también se puede ser feliz.

jueves, abril 22, 2021

Las estrellas más bonitas...

En medio de esos días con amaneceres perfectos y horas tranquilas, estaba más receptivo, con mucho más amor propio, con ganas de una historia de amor bonito y lancé la pregunta al universo: ¿tendría alguna pronto, alguna historia más duradera y sana? 
Ese fue el pensamiento de los últimos días y como bien me conozco, empecé a presionar las cosas con apps innecesarias y también a presionarme a mi mismo: ¿qué me falta, qué no tengo, porque los otros no ven lo que yo ven en mi?.

Justo en uno de esos días recordé la palabra precisa que me regalo mi maestra de yoga: rendirse. Cuando las cosas no tienen sentido o explicación, cuándo nos presionamos "ríndete y fluye"

Dejé ese tema en manos del universo, sin presión y dejando la implacable búsqueda y el universo respondió. 
 

Había un viajero en el hostal que me dio buena espina, de semblante ameno, cordial diría yo. Nos cruzamos un par de veces y nos saludamos como hacen las personas afables. Yo corriendo, incluso, en mis vacaciones y él amable al verme pasar. 

Como casi todas las noches me tocaba cenar solo y no estaba mal, es algo que disfruto, no me preocupo por el lugar, que si el servicio, que si hay que caminar mucho... solo me dejo llevar, escojo y listo, me pongo a leer, a ver mis redes sociales, a planear el siguiente destino, en fin, cosas que uno hace cuando viaja consigo mismo. Esa noche se me hizo fácil decirle al muchacho de cabello chino y tez blanca que si no tenía plan para cenar podíamos ir juntos y acepto con facilidad. La invitación la hice por el mero gusto de compañía y no con la intención de coquetear o algo por el estilo. 

Nos fuimos caminando por la playa, ya que el hostal estaba en el extremo norte de la playa, en la cima del acantilado. La platicaba iba en temas triviales, lugar de procedencia, ocupación, historia familiar, días de estancia, motivo del viaje: yo para agradecer y reconectar y él porque se dio la oportunidad. El volteó al cielo e hizo la observación de que en pocos lugares se podían ver tantas estrellas o tal vez desde donde él las veía se veían diferentes. Yo al verlas maldije semejante escena: las estrellas más intensas, el sonido del mar, las velas de los restaurantes a pie de playa por un apagón... y yo con un heterosexual o al menos eso creía. 

Buscamos un lugar de pizzas que jamás encontramos y terminamos en un lugar para gente local en plena calle y con un servicio bastante deficiente pero que nos hizo reír con sus fallas. De pronto él tocó mi brazo y terminamos compartiendo los platillos y hablando de mis fallos en el amor y sueños, digo, yo creía que era heterosexual así que no tenía nada que perder ni a nadie que impresionar así que fui yo, lo que lo hizo ser él y me confesó que su última relación había sido también con un hombre. Yo me sorprendí poco ya que después de que me tocó varias veces el brazo, sabía que había algo... 

Después de la cena y para no irnos a dormir de inmediato con el estomago lleno, acordamos ir a caminar y de nuevo terminamos en la playa, donde las estrellas seguían esperando y el mar iba y regresaba con su rugir de olas fiero y amenazante. Dimos unos pasos en la arena y yo pensé en pedirle permiso para darle un beso, ¿permiso? ¿qué acaso estamos en 1800?, así que solo tomé su mano, el apretó la mía y lo jalé para besarlo. Su boca era pequeña y sin embargo el beso fue perfecto, su mano en la mía, su otra mano en mi espalda, la mía en su nuca y la arena acariciándonos los pies y como si el mar estuviera celoso lanzó una ola tan fuerte que nos alcanzó a pesar de estar lejos de él, acabé con los pantalones mojados y ni así nos separamos. ¿Cuánto había esperado para que alguien me besara así? alguien que a pesar de todo no me soltara y me hiciera oír el mar y sentir las estrellas, y ese día justo después de no esperar nada y ver el mundo sin necesidad de alguien... él apareció. 

Nos besamos por horas en la playa y cuando nos apartábamos era para reírnos, dar un par de pasos y volvernos a besar. Llegamos al hostal y nos despedimos con más besos y con canciones que cada uno nos dedicamos: "Soledad y el mar" y "Make out in my car" y con la única promesa de vernos al día siguiente, cosa que sí cumplimos.

A la mañana siguiente nos fuimos a otra playa y de manera indiferente nos tomábamos de la mano sin importar nada, hablábamos de todo y nada para luego quedarnos en silencio, disfrutándolo, ya luego la plática resurgía y así el resto del día. Subimos un risco para ver el atardecer y recorrer el acantilado que solo con pensar en cruzarlo se me crispaban los cabellos, pero en compañía el miedo se difumina y así llegamos hasta la punta del risco, justo donde las olas pegaban y podíamos sentir la brisa sin presión, sin sentir que el tiempo se nos acababa y que en un par de horas no nos volveríamos a ver. Y así fue, nos dejamos en la parada del transporte sin algún compromiso o alguna fecha a cumplir. 

Yo me caminé en sentido contrario con un hueco en el estomago y con ganas de haber tenido su mano entre la mía más tiempo, pero el universo va cumpliendo a su antojo los deseos que se le piden, él muy ingrato no da fecha de caducidad de sus artimañas, puede que duren toda la vida o solo unos meses y en mi caso poco menos de 24 horas... lo suficiente para haber visto las estrellas más bonitas.

Bienaventurados los que se rinden ante los sucesos de la vida para hilar historias.  


Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...