Hoy salí una hora
y media más tarde de lo habitual de mi trabajo, aún había luz de día lo cual
agradecí porque Tultitlan no se distingue por ser el municipio más bonito y
mucho menos el más seguro, tomé el camión rumbo a casa, saqué un libro y el
conductor decidió que era mejor apagar la luz, lo cerré en la página 21
pensando que historia me traerá Ana Carolina cuando pueda continuar con la lectura, en eso andaba yo cuando un par de muchachos se
subieron con guitarras en mano, no pude averiguar sus nombres debido a la pena de preguntarlo,
pero uno tenía pinta de Pedro, porque traía pantalones raídos, muy a la hippie
con morral y cabello largo, el otro tenía cara de Josué, ya que parecía un poco más
sofisticado, con lentes y corte de cabello a la moda. Pedro hizo la típica introducción: buenas tardes damas y caballeros, espero no molestar su viaje, pero mi
compañero y yo traemos un par de canciones para poder seguir estudiando, ¡fantástico!, ahora me
tocaba escuchar a un par de músicos que seguro no tenían ni un ápice de
talento, las guitarras empezaron a sonar, “En algún lugar de un gran país,
olvidaron construir, un lugar donde no queme el sol y al nacer no haya que
morir…” me sorprendió el talento y la afinación de este dueto, tenían cara de bohemios que gustan de las noches con canciones interminables justo como sus sueños, cantaban con algo en los ojos parecido en la
esperanza, se sentía que tocaban la
guitarra con el deseo de cosas buenas, me daba la impresión de que eran buenos
muchachos implorando cosas positivas, así lo quería para ellos porque mil veces
mejor compartir una canción con un montón de desconocidos que ser un ladrón o peor aun, una persona sin sueños y eso me quedaba
claro que no lo eran.
Al momento de
despedirse y pasar por la cooperación, les di un billete de veinte pesos pidiéndoles
15 en cambio, digo, eran talentosos pero yo no soy rico aún, Josué dejó
caer en mi mano puras monedas de peso y dijo, disculpa hermano, es que vamos
empezando, en mi cabeza y en mi corazón enuncie, ojala y nunca
terminen.
Pido para que la
voz nunca se les acabe y les acompañe toda su vida, les deseé mucho éxito y que
siempre sigan hacia delante en cualquier camino que tomen, agradecí porque el
talento compartido es doblemente talento.
Gracias a los fortuitos bohemios.