lunes, septiembre 01, 2014

Estoy Vivo

Hoy en día todo se enumera, en las encuestas nos piden que digamos que marcas valen más que otras, en la tv nos dicen cuales son las diez canciones más populares, en las librerías y las tiendas de discos nos dicen el ranking de lo más vendido, en la empresa donde trabajo me dicen que producto se vende más y cuál no, mis amigos han enumerado las mejores caricias y hasta algún chiflado me ha pedido que enumere lo que más quiero en la vida…


Andando en el tema de hacer un “top” me di a la tarea de hacer uno de mis mejores momentos en la vida, tal vez lo haga por querer enumerar mis triunfos personales para llegar a los treinta años más tranquilo, más en paz y con menos pendientes, tal vez es mi manera de decirle a los pocos que les puedan interesar que fui un ciudadano del mundo como se presume Eugenia León, que recorrí lugares, que me asombré con los paisajes y que si lo escribo es por miedo a olvidarlo.


Voy a nombrar esos momentos como vayan apareciendo en la poco fiable memoria de la cabeza y en la dañada memoria del corazón.


LA DAMA DE HIERRO.
La primera vez que la vi, estaba de muy mal humor en un lugar que no hablaban ningún idioma de los dos que digo conocer, iba cansado de un viaje en tren de 13 horas, exhausto de buscar una dirección en un país tan ajeno a mí como el francés y con un estrés de saberme solo con tres maletas que pesaban cada una 15 kilos y si por si fuera poco traía un herpes labial, a esas alturas de mi viaje deseaba estar más en Cancún que en la llamada ciudad del amor. Al salir de la estación Trocadero y caminar a la plaza que está entre el palacio y el teatro de Chaillot, me basto con quitar la mirada del mármol color arena y ver al fondo para descubrirla y darme cuenta de que estaba a nueve mil kilómetros de mi casa, que cada maldición valió la pena con tal de verla, el cielo era azul y el aire frío, había unas cuantas nubes pero nada para espantarse, fue respirar hondo y sentirme vivo, saber que estaba ahí para suspirar cuantas veces fuera posible, el chip de la vida se me recargó con saberme a los pies de la Torre Eiffel y su magia para todos los visitantes.


EN CHIAPAS LAS MONTAÑAS NO SON LO QUE PARECEN
Para llegar ahí tuve que tomar un camión a Ocosingo desde San Cristobal de las Casas y después tomar una combi que pasaba por una carretera que dividía la zona federal de la zapatista, en el aire se respiraba tensión, conmigo viajaban mujeres cargadas de flores, con niños que traían mapas de mugre y que no tenían idea de que estaban a la mitad de un conflicto,  hombres con sombreros estilo vaquero y la verdad a ese lugar iba por pura necedad ya que nadie tenía tours para llegar ahí e incluso muchos me recomendaron no ir, pero cuando mi dedo ya seleccionó un destino no hay vuelta atrás y ahí estaba viendo la pobreza, viviendo la austeridad y oliendo el miedo. Los alrededores se veían despejados a excepción de un par de montañas imponentes y que al parecer ahí se encontraba mi destino. Bastó con dar la vuelta a una de esas montañas para descubrirla, aún era incrédulo de lo que me esperaba, habíamos pocos visitantes y al decir pocos me refiero a que conté quince personas desde que llegué y hasta que me fui; empecé a subir la montaña que antes fue una pirámide de siete plataformas que albergo historia maya y sus tradiciones de dioses dormidos, inframundos latentes, astros que cuidan y otros que devastan. Al llegar a la cima de Toniná vi un cielo lleno de nubes blancas y grises, pude sentir la inmensidad, juro que sentí que el viento me decía que todo iba a estar bien, fui parte del paisaje y lo disfrute porque era mi lugar estar ahí, debía de estar ahí parado viendo lo que tenía que ver, fue dejar el vacío en el pecho y llenarlo con la certeza de que en el cielo siempre hay una respuesta, fue ver la cara de mi otro México, fue ver la desigualdad y la pobreza, fue saber la realidad.


EL RUIDO DE LA MEJOR MÚSICA
El siguiente momento es muy simple, fue en el centro del pueblo de Palenque Chiapas, fue su plaza principal con mucha gente disfrutando de la tarde, había sido un día muy caluroso y para las siete de la tarde había niños corriendo, gente vendiendo papas con chile, fruta y helados, había parejas en las bancas contándose secretos mientras que para mí bastaba la tranquilidad de saberme visitante en la cotidianidad de la vida de los que habitan ahí. Me senté en una banca debajo de un árbol muy frondoso y de pronto un ruido de pájaros anunció que estaban por hacer música, lo que no me esperaba ese juego alimentaría a toda la plaza, eran como los pájaros que se escuchan en cualquier lado al amanecer pero multiplicado por cien, no pude evitar sonreír dando las gracias por estar en ese preciso momento ahí, con la disposición para sentir hasta el más mínimo detalle, incluso al día de hoy con solo escuchar el ruido de algunos pájaros cierro los ojos y puedo verme sentado debajo de ese árbol en mitad de la plaza de un pueblo perdido en la selva.


LA CERTEZA DE SABERSE AQUÍ
Una vez tuve un choque en la carretera a Puebla, recuerdo que al primer impacto cerré los ojos y en mi breve diálogo con Dios le dije que si era mi momento me iba sin reproche pero que si no lo era que me dejara sano; evidentemente al escribir esto, Dios, el destino, la vida decidió que aún tenía pendientes por vivir y por contar, por eso después de cinco horas de salir ileso de la pérdida total que fue el coche de un imprudente conductor, celebré en un pueblo llamado Xochitlan en mitad de la sierra a 1200 metros sobre el nivel del mar, donde desde la iglesia de la Virgen de Guadalupe se podía ver la inmensidad del paisaje y justo ahí entendí por qué salí vivo del accidente, fue para no perderme ese momento, esa sensación de ser grande pero sobre todo de confirmar que estaba vivo.


¿CUÁNDO FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE DIJISTE “ESTOY VIVO”?
Cuando uno enuncia esas palabras es porque sabe que cosas buenas están pasando, y es que esa vez las dije con todo el aliento que tenía y con todo mi cuerpo. Estaba bajando en patines hacía el sur por la calle Parlament en Toronto, Canadá, me dirigía al lago a las siete de la mañana, el sol estaba saliendo e iluminando las calles con esa luz que torna todo dorado, la vida estaba despertando junto con él, la gente salía a hacer ejercicio o regando las flores, las cafeterías olían a promesas por cumplir, el arte urbano le daba personalidad a la calle, el sonido del tranvía, los murmullos… terminé en el lago sentado en la arena rodeado de gaviotas, viendo el lago y como la hierba roja crecía al ritmo de la primavera, era el sonido del agua golpeando en orilla, el aire acariciando a los árboles aún vacíos de hojas, eran las gaviotas las que me recordaban que estaba ahí y que no era un sueño, que me había ganado mi derecho de ser feliz y de pronto enuncié las palabras uno debería de decir como dice hola o buenos días, por primera vez en mucho tiempo no dije sino grite en español para sorpresa de los que limpiaban la playa, ESTOY VIVO… lo repetí hasta el cansancio, como si estuviera cantando una canción que supiera desde niño y que había olvidado, estaba ahí y simplemente vivo escuchándome a mí mismo repetir lo que mi cuerpo gritaba



LA IMPOSBILE ENUMARCIÓN DE MOMENTOS
Una ocasión llovieron flores en mi jardín, otra mi madre y hermano llegaron a verme a Florida, unas veces mi familia, otras mis amigos y unas más mis amores, momentos y felicidad como pan y vino, pero uno de los momentos que más he sentido en el alma fue ver a mi abuela en el aeropuerto esperándome con su cabeza rapada y su pashmina cubriendole la ausencia de cabello, yo llegaba de un sueño que parecía roto por la noticia de que ella estaba enferma de cáncer y con los peores pronósticos, ya se hablaba de una quimioterapia muy fuerte de color rojo y de que no aguantaría. Cuando me enteré en Canadá que estaba enferma, me enoje mucho, ¿qué más tenía que sucederle a esa mujer que a lo largo de su vida ganaba para perder y volver a comenzar? le dije a Dios ¿qué qué más quería de ella? ¿qué otra lección tenía que aprender?... En fin, regresé con el ánimo y los sueños por los suelos cuando al ver esa cabeza cubierta y esa jovialidad supe que hasta en las peores esa mujer no se despegaba para nada las ganas de seguir entre los vivos, entre los que la amamos.


Casualmente empecé este escrito hace una semana sin saber qué fin tendría esta historia, hoy lunes 1ro de septiembre me dicen que la mujer que casi un año atrás me recibió en el aeropuerto ¡Está sana! su lucha tuvo un sentido y un fin, tuvo oraciones y buena vibra, tuvo dolor y a la vez fe, amor y más oraciones, creo que esas nunca fueron suficientes.    
El saber que la gente que me rodea tiene las ganas y la disposición para seguir tocando mi vida es lo mejor que puede pasar..

Hoy vuelvo a repetir ¡ESTOY VIVO!

#nomascancer #NoAlCancerDeMama #luchadora #mujerestrabajando #mujeres

6 comentarios:

  1. La vida se vuelve una lucha constante en el desarrollo de todas las etapas, hay guerreros que nos enseñan a vivir y a disfrutar cada momento.

    Ella nos ha demostrado que el creer y tener ganas de seguir adelante puede más que cualquier diagnóstico.

    Gracias por compartirlo.

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  2. Juan Carlos, muchas gracias por tus palabras y seguramente ella también las agradece, muchos abrazos a León.

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  3. De la vida tan sabia y tan misteriosa todos aprendemos, a unos no tocan golpes duros y serios, a otros les pasa la vida ligera, tal vez la que tenía que aprender no era ella, sino nosotros a través de ella, tal vez Dios sabe que en ella la fuerza es inmensa y que las pruebas que nosotros necesitamos aprender pueden ser a través de ella, de nuevo AGRADEZCO todos los días por haberla conocido y por enseñarme tan importantes lecciones.

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    1. AdGa, muy ciertas tus palabras, aprender a través de ella porque Dios puso en ella una inmensa fuerza, no solo para ella sino para demostrar que todo se puede.
      Sigamos aprendiendo.

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  4. Gracias por tener el valor y coraje de escribir, por que nos haces vernos en tus letras. Bendita la vida que nos une y bendita la abuela fuerte que nos da un ejemplo de lo que significa vivir la vida. Gracias Efrain

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