lunes, febrero 06, 2012

El Consuelo de una Oración

Estábamos en Coyoacan, en el centro para ser específicos y en pleno Diciembre. El escenario era el correcto para creer que las cosas buenas pueden pasar; tanto haber lastimado, haber escogido mal, haber sido lastimado, haber huido, me era nada en ese momento; sólo tenía ganas de creer en ese tiempo y así fui creyendo de a poco.

Pasamos por la plaza y las luces, olimos los churros y los elotes, salivé por unas papás con Salsa Valentina y casi decido entrar a un bar por una michelada cubana, que para esas fechas eran mi delirio; pero no, decidimos entrar a un café tipo italiano donde vendían pizzas y café, bueno también vendían postres y otras cosas pero escogí ese lugar porque me gustaba, porque se me hacía acogedor y porque sabía que te gustaría.

Escogimos sentarnos en una habitación pequeña con dos mesas de manteles a cuadros rojos y blancos, el cliché de alguna pizzería italiana, pero eso era lo de menos, lo que importaba era que estábamos juntos. Afuera se veía el mundo moverse lento, muy lento; tuve tiempo para ver el árbol navideño de la zona, se veían los colores y se veía el frío, vimos a la gente sentada en las bancas verdes, se veían las Nochebuenas, y olía a nostalgia desde ese momento porque sabía que ese instante se me quedaría para toda la vida, aunque la persona ante mi de ojos verdes y anillo de plata como el mío, decidiera irse, eso dependía de ti, de mi dependía guardar cada detalle y decidir escribirlo para que ese recuerdo no muriera y traerlo a mi cada vez que la memoria falle o cada vez que quiera recordar que soy capaz de sentir con todos lo que me es permitido y hasta con lo que no.

Pediste unas crepas con fresa mientras pedía una pizza vegetariana, querías que te ayudará con unas gotas para los ojos y así lo hice mientras decidía robar tu primer beso, robar tu sabor y robar tu textura, toqué tus manos sin desesperación y las rocé, eran suaves. Hablamos de la magia del lugar y con imaginación soñamos como hubiera sido cien años atrás, contamos querer despertar ahí y abrir las ventanas por la mañana.

A pesar de que soy mayor, tenía los nervios de un niño de 8 años con las palabras amontonadas en los labios, en la lengua y en la garganta, no sabía si decir todo lo que sentía, no, eso no, pensaría que soy un emocional y un soñador; pensé en platicar de Francia y sus maravillas, tampoco, me vería muy presuntuoso… ¡carajo! que le decía a la persona que me revivía el corazón después de haberlo tenido dormido tanto tiempo; bueno enamorado estuve meses atrás pero no fui correspondido y lo supe desde el momento en que fui a enamorar de alguien que se jactaba de no haber dicho “te amo” en ninguna de sus relaciones.

Para el tiempo en que decidí dejar de pensar y sólo ser, estábamos caminando por Francisco Sosa hacía Santa Catarina, vimos casas coloniales, el Centro de Cultura Italiano y la Casa de Cultura Reyes Heroles, vimos un panteón y también me mostraste tu pasión por la religión católica, me explicaste el emblema de los Jesuitas y me besaste con pasión, me dijiste –mira, ¿qué es eso? – yo volteé y me tomaste en tus brazos, me aferraste con tus labios, sentí tu pecho contra mi y toque tu cabello castaño a juego con tus ojos, no importó que la gente pasara, ni que los autos avanzaran, me importaba atesorar ese lugar, ese olor, tu sabor, tu detalle… Era sólo sentir y ganas de que fuera para siempre.

La sensación de querer que todo no termine, la certeza de parar la búsqueda porque HABÍAS LLEGADO me eran suficientes para terminar la noche, acaricie el momento hasta que volvimos a vernos y con el tiempo te mostré algunos de mis lugares, algunos de mis sueños, me fui quitando de a poco las barreras que me eran muchas y estorbosas, me hiciste querer ser mejor persona en todo aspecto y lo lograste, me has hecho desear más y más.
Nuestras actividades son muchas, nuestras prioridades son varias, las llamadas cada vez son menos y los detalles son contados; el amor no es perfecto y si se quiere el amor sobrevive a pan y agua.

Alguna vez nos dijimos que no sabíamos adónde iba a parar todo esto y así ha sido, hemos sido pacientes y cautos.
No sé creer en la Providencia porque no me lo enseñaron, pero creo en ti cuando tú crees en ella. Por eso quiero cuidarte, verte crecer, CONSERVARTE.

Las palabras se las lleva el viento, las emociones son superadas por el amor siguiente, mis recuerdos en papel son para soltar lo que mi corazón aprieta.

Corazón si has de quedarte hazlo y abrázame al despertar, si has de irte hazlo cuando esté dormido para saber que fuiste un sueño.

Hoy quiero que te quedes porque soy friolento.

TECUEME

4 comentarios:

  1. Awwww qué bonitoooooo! Es tan real que casi se le puede tocar!

    PD: no sé quién estaba orgulloso de nunca haber dicho un "te amo", pero la cobardía es el sujeto de esa oración.
    Zarco

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  2. Ayer antes de dormir leí este pequeño sueño escrito, siempre me haz parecido un escritor excelente, y aprecio y disfruto mucho tu redacción, me regalas un sueño donde facilmente me siento emocionada y gracias por darme ese gran privilegio de leer cosas tan maravillosas y reales como ésta mi efra, sabes que te amo mil y felicidades, estás creando las mejores historias para un mundo de recuerdos simplemente maravilloso. LIZ

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  3. La cantidad de emociones que expresas son la cantidad de latidos que mi corazón ahora da, en ocasiones siento taquicardia y en otras que mi corazón se para. Mi Efra, me encanta leerte, me encanta que seas una gran persona y un gran amigo que ha sido un sueño hecho realidad

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  4. La crepa estaba deliciosa.

    Tus labios más...

    Tecueme.

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