jueves, diciembre 12, 2013

El mundo en sus manos

Mi día transcurrió como lo han venido haciendo desde que trabajo: me levanto, me arreglo, preparo el desayuno, la comida, correr para llegar a raya a los horarios establecidos, trabajar, algunos pendientes, cambiarme, sacar a pasear al perro,  terminar lo que se dejó inconcluso en la mañana, rezar porque las emociones no se estanquen y tampoco yo, pedir porque la palabra muerte no entre a mi casa, no bese a mi familia, no ese acerque a los que amo…

Hoy el día tuvo un pequeño cambio por un suceso que pasaba mientras me tallaba el cuerpo con jabón y me ponía crema en la piel. Una mujer que no fue amiga y tampoco de mi familia pero que algunas veces sí fue testigo de lo que me pasaba al salir de casa  y que conozco desde no sé exactamente cuando, de carácter determinado, anunciaba su partida.

Hace un par de meses mientras yo trataba de no ahogarme en un vaso medio vacío de agua, había alguien hablando de las reformas laborales, otros tantos se encausaban en una relación amorosa, había alguien dejando un trabajo, puedo apostar que alguien emprendía el viaje de su vida que cambiaría su destino y yo de seguro lo envidié porque yo seguía con los pies en la tierra; mientras, el mundo seguía girando con todos los locos y vivos que éste alberga, la testigo de la vida que recuerdo siempre regando su jardín, se enteraba que tenía un cáncer incurable y para su sorpresa el mundo tampoco se paró, pero ella decidió seguir en él hasta que realmente fuera cansado continuar.

Hoy entre que me pasaba la toalla para secar las gotas de la ducha y entre que llegaba a mi habitación para decidir que ponerme, alguien estaba escuchando las palabras que cambiaría por un día más con la persona que se acaba de ir…

Esa testigo, era mi vecina y se fue esta mañana sin mucho preámbulo, se fue con el tiempo preciso para despedirse de lo que había en su corazón y regalárselo a sus nietos y sus hijos, afortunada ella que se va con los adioses exactos y los abrazos que la acompañarían a donde se tenga que ir.

Siempre la vi como una mujer al pendiente de los que la rodeaban y eso se agradece porque enseña que el cariño no se desgaste por más que el mundo se nos eche a correr y confieso que la noticia me apagó el ánimo y es que la palabra muerte aunque uno no quiera pensar en ella esta se nos manifiesta para recordarnos que no somos eternos… yo por lo tanto sigo exorcizando esa palabra de mi casa, de mi familia y de los que tengo cerca.


Se apagó una mirada y encendimos una vela con una oración.

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