El 25 de abril de
hace ya varios años nació una mujer muy entrañable para mí, tengo la
fortuna de convivir con ella solo 29 años, tiempo suficiente como para poder
conocer bien a alguien. Esa mujer que tan bien conozco y a la vez no es mi
madre, oficialmente para el mundo ella es Lorena.
Esa mujer fue la
que antes de ser mi madre, fue esposa de su primer y único novio eso quiere
decir que también fue novia de un hombre de maneras frías y mundanas que al día
de hoy no está con ella, fue hija, hermana, nieta, amiga y si le sigo puedo
encontrar unas 50 ocupaciones más como: hombro para llorar, clienta, empleada,
sobrina, prima, enemiga, cocinera, costurera, estudiante etc., una mujer muy
ocupada y a la cual no debo de juzgar porque es mi madre, ¡patrañas! si uno
juzga hasta su sombra, seguro la persona que se jacta de que no debemos de
hacerlo también maquinó algún pensamiento sobre sus progenitores,
pero en esta sociedad sino se dice en voz alta uno se libra del pecado a pesar
de haberlo pensado con los dientes bien apretados.
Yo juzgué a la
mujer de la que hoy les hablo, llegué a odiarla por mi falta de años y por falta
de entendimiento. Hoy día puedo decir que Lorena, mi madre, está muy lejos de
ser una buena persona y ¿por qué lo digo? Pues por el simple hecho de que es HUMANA y al decir esa palabra en cualquier genero es igual a decir que es falible; con ese simple adjetivo tiene toda la justificación de cometer tantos
errores sean posibles, de herir, de llorar, de maldecir, de herrar, de confundirse,
de gritar a rabiar y es que los humanos venimos con una caja con todo tipo de emociones
que tenemos que usar a nuestro antojo, lo que muchos no sabemos es que la tarea
con esa cajita es saber cuales usamos y en que medida lo hacemos. Al día de hoy
esa mujer falible y con tantas profesiones ha llegado a la edad con más
medallas que cualquier capitán de ejercito y no por ser perfecta, no es que yo
la juzgue, repito: es HUMANA, no es ni la mujer modelo, ni la mujer maravilla,
ni la mujer más hermosa, ni la más inteligente del mundo, obvio cuando uno es
niño es todos esos adjetivos y más pero uno crece y entiende la naturaleza del
hombre y el telón se viene abajo y dejamos de ver el cuento de hadas de lo
que es una mamá.
Una verdad
contundente y reveladora: LORENA es humana y por lo tanto falible pero la
Lorena que conozco es una mujer que ha trabajado día y noche por ser una mejor
persona, no le ha sido fácil como no lo es para nadie, tiene un corazón como el
mío, como el de su madre, como el de todos.
Yo quiero
felicitarla hoy 25 de abril de 2014, no vanagloriándola y subiéndola
a un altar, quiero felicitar a la mujer real, la que ha perdonado no ser la
hija preferida, la que ha llorado los golpes de un mal amor, la que a base de
errores ha crecido, la que ha elegido mal, la que se desesperó creyendo que no había
salida, la que creció dos hijos con los muchos o pocos conocimientos que tenía
a la mano, la que ha sabido perdonar a tantos y la que está aprendiendo a
perdonarse… felicito a la mujer que no intenta ser modelo sino a la que es guía
y compañera, la que es cómplice y amiga, felicito a la mujer que hace
maravillas con lo poquito o mucho que tiene en las manos, eso es lo que forma a una mujer
maravillosa, felicito a la mujer que se procura para sentirse bella consigo
misma y que como resultado sea una mujer hermosa por fuera, felicito a la mujer
que es inteligente y no por saber todo de todo, sino por saber aprovechar lo que
la vida pone en su camino, felicito a la
hija, la nieta, la sobrina, la prima, la jefa, la compañera, la amiga, la mamá,
la mujer, la humana…
Efectivamente mi
madre no es perfecta, lo que si sé y no me queda duda de ello es que es GRANDE y es para aplaudir que sigue luchando, no se detiene, si la vida le escupió en la
cara, ella se la limpió, si el corazón se le rompió en cachitos ella los recogió y lo reconstruyó, si alguien le pegó, ella lo perdonó, si alguien la
rechazó, nunca cerró sus brazos. No porque sea su hijo voy a decir cosas para
magnificar su imagen, solo soy testigo de la persona que me ha enseñado a
levantarme una y otra vez más sabio, más fuerte, siempre para adelante, esa
humana me enseñó a aprender que de lo malo algo bueno tenemos que sacar.
Doy gracias a
Dios por tener una mamá humana, a la que juzgué, pero ahora en vez de eso, la
entiendo y bajo ese concepto puedo ver que es una mujer digna de respeto y de
llevar las medallas de una guerrera con más batallas ganadas que perdidas.
La GRANDEZA no es
algo con lo que se nace, es algo que se consigue todos los días.
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