viernes, mayo 02, 2014

Adiós a Lenin

Vengo pensando en escribir esto, mejor dicho escribirte, porque sabes bien que él único que puede entender esto eres tú. Hago otra acotación, no creo que lo entiendas ni lo quieras hacer, pero por si un día por error piensas en el pasado o en mí te dejo estas líneas.

Tengo miedo de seguir tecleando y como siempre, cada vez que tengo enredado el corazón los dedos intentan ayudarle, aunque esta vez creo que es más difícil de lo que creí porque no es confesarte a ti, es confesarme a mí mismo cosas, lo hago por los dos, lo hago para mí mismo.

Enero fue el mes de nuestro inicio y de ese ya tiene 14 años, ¿te acuerdas cómo fue? Yo tengo vagos recuerdos, la memoria se empieza a descomponer por más que uno se aferre, el pasado se va deformando a su antojo y otras veces a nuestra conveniencia, no me acuerdo dónde te conocí, ¿fue en Plaza Universidad o en el Parque Hundido?, esos lugares son emblemáticos de nosotros; lo que si recuerdo es que vivías en Texcoco y estabas con eso de la medicina. El día de la primera cita lo confundo con alguna otra vez que salimos juntos pero lo que tengo grabado es la despedida de ese primer encuentro, estábamos en el anden y cada quien tomó su dirección, yo me quedé con la sensación de que había algo, un sabor muy peculiar, un aroma ya aprendido, había empezado a contar tus lunares y en esas cavilaciones andaba cuando alguien tocó mi hombro y antes de que yo subiera al vagón tú me abrazaste muy fuerte, no puedo enunciar tus palabras pero tu presencia en ese momento me dijo que no te me ibas a ir tan fácilmente, me dio por sonreír de manera tonta, me puse de buenas y tu existencia me daba la seguridad de que yo estaba hecho para los buenos amores.

¡Fueron tantos los momentos! me acuerdo mucho de las tres cartas del futuro que me hiciste, yo tenía que escoger una y ver que nos deparaba, me dijiste que lo que leyera en esa carta iba a ser destino, yo tenía miedo de escoger la que dijera que eso terminaba ahí, que no éramos el uno para el otro, en esos años la superstición era fundamental para darle sazón a mi vida y a los sucesos que estaban por ocurrir… para mi fortuna elegí la carta que prometía que estaríamos juntos, me sentí tan aliviado; eso fue en el Bosque de Chapultepec o en el Parque Hundido, creo que fue en el primero, después de guardar el sobre con una alegría inmensa y antes de que yo ignorará los demás, me pediste que los abriera, en mi mente leí cosas dramáticas como tú y yo no podemos estar juntos o el tiempo que nos queda es poco vivámoslo como mejor se pueda, pero no, todas decían lo mismo: “te quiero en mi vida”, yo te volví a abrazar para reafirmar la verdad del momento.

La primera parte de nuestra historia se desarrollo en los lugares ya mencionados, también contigo conocí Cuicuilco y su centro cultural, te acuerdas de esa exposición de arte mexicano de los cuarentas y la publicidad de entonces, y qué tal la casa del comic cerca del metro Zapata, donde podías pasar horas buscando novedades de mundos fantásticos que nunca entendí y que no me interesaba entender, lo que me gustaba de ellos era que formaban parte de tu personalidad, como me los contabas y que tu vida estaba ligada a la mía de mil maneras. Contigo fui a mi primer Hotel, no hicimos el amor porque el amor ya existía y solo nos descubrimos lo que nos hacía falta, recuerdo que mi madre ese día me dijo que olía a jabón de hotel y yo me hice el desentendido, ahora que lo pienso, lo que hiciste fue un crimen, bien nos lo dijo un policía en el parque de una iglesia, yo 16 y tú 20,

¿Te acuerdas del balneario de Tepozotlan al que fuimos? 
Ya está cerrado desde hace años, tampoco sobrevivió.

El final de esos días corrió a cargo de mi despiste por llegar al lugar equivocado y de tú irritación que escribió el correo del final que a pesar de que me dijiste que no abriera yo lo hice como el terco que soy, te habías arrepentido del contenido y yo me sentí lastimado, fue una equivocación de ambos; yo llevaba un regalo para ti y con ese mismo regalo me regresé a mi casa sintiéndome el más tonto y decepcionado por ver que para ti era muy fácil terminar.

Nos olvidamos un tiempo y tres años después nos volvimos a ver e intentábamos regresar, yo desconfiaba de las segundas partes y más cuando me habían herido, creo que estabas arrepentido y también dolido, porque cada vez que te decía que te quería o te amaba tu me respondías con que tenías mucho calor, hambre o frío, te habías vuelto una persona de maneras distantes, por eso cuando otros brazos me ofrecieron las palabras que tú no, decidí terminar contigo, esa vez el culpable fui yo.

Yo creo que conocer la historia del otro no hace que justifiquemos sus errores, pero si a entenderlo. A mí me habían educado a punta de coscorrones de manera desconsiderada y después me pedían perdón, entendí erróneamente que el amor es noble y sincero pero al final siempre lastima y mucho. Con la edad y con varios traspiés amorosos, decidí no arriesgar más de la cuenta, el corazón se me había cansado a pesar de que me aferraba a la idea de que era lo único que valía la pena en este mundo, de que es lo que le da cuerda a todo, por esa razón volvimos a vernos una tercera ocasión tres años adelante, nos hicimos amigos, algo que no habíamos hecho y ahora el Parque de los Venados y División del Norte fueron nuestros lugares. Un día, meses después de que regresé de Europa, me llevaste a un restaurante francés, me diste una libreta y en cada hoja escribiste te amo en todos los idiomas que te fue posible, llegamos a tu departamento y me pusiste la canción de Closer de Travis y me diste el cd, me preguntaste si volvería contigo y dije que no, ya había mucho daño entre nosotros y que una amistad era lo mejor, pero ni eso conservamos, quise huir, en mi interior tenía grabado con sangre que el amor lastimaba a pesar de que fuera incondicional.

Meses después fui al concierto de Travis, y mientras escuchaba “lean on my now…”, mi primer impulso fue marcarte, decirte que te extrañaba, oírte; tu respuesta fue obvia, “¿para qué marcas?” y colgaste, yo pensé: para saber que estabas ahí.

No sé si fue el destino o la insistencia y el deseo de que pasara, te volví a ver y a saber el uno del otro, ahora todo parecía mejor, me acuerdo que pasaba los fines de semana en tu casa, a llamarte a diario, cocinamos juntos, despertamos viéndonos, me compartiste la historia, que no conocía de ti y todo iba viento en popa. Pero la inseguridad y los miedos son algo que arraigué en mi como autodefensa a ser lastimado, ya había sufrido tu ausencia, la de otros, escuché los finales ajenos y pensaba que el amor era algo sufrible y que yo no estaba dispuesto a hacerlo una vez más, hoy día ya no tengo historias épicas de amores largos, sólo unos meses y cambio de página. Bueno, regresamos contigo, tú te ibas a conocer Inglaterra y España y como me habías contado cuando ininiciamos como amigos, te encantaba conocer los cuerpos de los hombres del país en turno y estando soltero no tenías que rendirle cuentas a nadie, pero ahora que estábamos juntos me juraste que no lo harías porque estabas conmigo, te dije que no había problema si lo hacías, solo que no me enterara. Yo quería tenerte de regreso y verte cerca pero tanto me juraste que no lo harías que te creí y para cuando regresaste y me enseñaste tus fotos descubrí una de alguien que se levantaba de la cama mientras tu tomabas la foto; me dijiste que no era lo que estaba pensado, que no era lo que parecía, para ese momento el corazón se me cerró de golpe y no te creí, no te escuche, no te di oportunidad de nada,  me pediste lo que me habías traído de ese viaje porque ni una vez más me ibas a soportar que jugara contigo otra vez, la excusa la tenía en la punta de la lengua, pero la verdad estaba muy cansado para dártela, no iba a dejar que nadie me lastimara y por mínima que fuera la amenaza nadie me iba a ser dependiente de nadie, ni de nada, yo no iba a sufrir pensando si me engañaste, si rompiste tu promesa; la verdad era que en el momento que vi esa imagen congelé mi corazón, me amenazaste con una sarta de tonterías y gracias a ello me aleje más, al día de hoy no recuerdo si esa foto fue verdad o yo le agregué elementos...

Te di lo que me habías traído de Europa y lo que me diste desde hacía 10 años, carta por carta, recorte, servilleta, detalle y disco; te entregué todos los recuerdos y la carpeta del corazón se quedó con un espacio en blanco, las fechas se me revolvieron porque te entregué mis indicadores.

Días después en sueños te vi, estabas lejos y no te podía alcanzar, una chica rubia me decía que era lo mejor, yo me resigne y al despertar fue lo que hice aunque muchas veces sin querer te evocaba desde dentro.

Desde la última vez gente ha ido y venido a su antojo, ninguna ha llegado más allá de lo que tú y otros pocos han logrado, no porque sea inalcanzable, ni porque este esperando al príncipe azul, la respuesta es simple, he sacado mi corazón del juego poniendo tantos peros como me es posible: muy flaco, muy gordo, muy listo, muy tonto, muy culto, muy inculto, muy pobre, muy rico, muy guapo, muy feo, muy amanerado, muy masculino, muy meloso, muy frío, muy alto, muy bajo, muy sexoso, muy frígido, muy joven, muy viejo, muy blanco, muy moreno… la lista de los “muys” es MUY larga y yo muy confiado, tal vez sea cierto eso de que en la vida solo tenemos 4 verdaderos amores y yo para mi mala suerte con ninguno me he quedado.

Cada vez que escribo es porque tengo algo atorado en el corazón y los dedos me ayudan a desenmarañarlo, me ayudan a que de vuelta a la hoja y conciliar lo que atormenta, es tiempo de dejarte en paz, de dejar de pensarte cada vez que paso por Eje Central, de ponerme nervioso al pensar en ir a Plaza Universidad y encontrarte, ¿qué haría si te encuentro? ¿Qué harías tú si me ves? ¿y si vas con alguien? ¿qué sentiría? ¿serías grosero o solo me ignorarías? ¿me saludarías? ¿platicarías conmigo?. Son tantas las preguntas que por eso no he pisado esa plaza desde el 2011, y si seguimos con las confesiones aun guardo tú numero telefónico y te sigo en twitter para saber ocasionalmente de ti.

Te escribo hoy estas líneas no para que las leas sino para que cuando yo lo haga entienda que él único que ha perdido al creer que gana soy yo, te escribo esto por la fecha, para entenderme, para justificarme, para olvidarnos.

¿De qué sirve estar a salvo cuando lo único que aprendemos es a estar solos?

Espero responderme esta pregunta a tiempo.

Adiós a Lenin.

2 comentarios:

  1. http://youtu.be/CnwoBwr5qDk no es fácil pero soltar es avanzar, es disfrutar de tu hoy, de tu aquí, de tu ser, cada momento, cada espacio, los olores y aquellos sabores están en esa pasado q a su forma fueron hermosos, como hermosos pueden ser los nuevos q no ves por distraerte en estos q son solo eso...PASADO. No te preguntes tanto y arriésgate, no tengas miedo a saltar sin saber tus fortalezas mejor tenle fe a ellas q esas fortalezas te sostienen y encaminan, te caerás en alguna ocasión pero esas caídas te dan mas fortalezas y por favor no te cierres ante la maravilla del sentir, amar y disfrutar sin arrastrar piedras!!!

    ResponderEliminar
  2. Tus palabras sanan y motivan, así será, Sigamos soltando al pasado y viendo hacia adelante. A veces se nos olvida que tenemos que dejar las maletas y vaijamos pesados porque creemos que son necesarias, pero el tiempo reclama y nos vemos en la obligación de soltar.

    ResponderEliminar

Porque todos sentimos diferente... Comparte tu sentir.

Abrazos perdidos

Canción para leer: Camino para volver - Conchita Si los hubiera abrazado más pienso que tal vez se hubieran quedado más, no lo sé y no lo sa...