lunes, diciembre 12, 2016

La historia de mis días con él

Soundtrack https://www.youtube.com/watch?v=b7_zS_Shok8

Te voy a contar una historia, ¿por qué? Pues porque ya no puedo ni quiero guardarla, me estoy avinagrando y quema. 

La verdad es que fue pura casualidad como nos encontrarnos ya que éramos dos extraños en una ciudad ajena a la nuestra, que coincidían en una habitación por meras ganas de satisfacer una necesidad. Sí, sí, primero nos cansamos y ya luego platicamos de nuestras vidas de manera breve: nombres, empleos, un poco de nuestra historia y lo que nos llevó a esa ciudad y así comenzamos a estar en contacto para vernos en la que sí era la nuestra, la que fue nuestra ciudad por más tiempo de lo que hubiéramos pensado.
¿Dónde fue nuestra primera cita formal? Según yo fue en el Parqué Lincoln, en Polanco, y es que la casualidad cuando es llevada por el destino se encarga de encajar las piezas aunque estás vayan a permanecer poco tiempo unidas, y es que trabajabamos muy cerca también, con eso tuvimos para vernos frente a Plaza Carso, pasar a recogerlo a su oficina y estar juntos para ir a las luchas, por unas cervezas, ir a pasear entre invernaderos, que me contara de las plantas de su mamá y el gusto de su papá por los cuelga llaves, así empezamos a pasar la noche en su casa y a acomodar un suceso tras otro, lo que me colocó el corazón al rojo vivo, expuesto por todo lo compartido y es que con él viaje en auto, en metro, en avión, en combi, en tranvía, en taxi, en autobús y fuimos a tantos lugares. 

En mi cumpleaños fuimos a Puebla con un frío de perros, pero que juntos en cama ni se sentía; estuvimos en el centro con todos mis amigos y todos visitamos Cholula para verla desde arriba y a pesar de que no éramos perfectos el uno para el otro, estar juntos era un riesgo que valía la pena correr. Después de Puebla y Cholula, sentimos frío en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, pero caminando uno al lado del otro tampoco se sentía. En Chiapas, nadamos en las Cascadas de Agua Azul, el se adentró en la cueva detrás de la cascada Misol-Ha mientras yo de nuevo nadaba ahora a donde iba a parar el chorro de agua y me sentía pleno porque sabía que alguien iba a buscarme y era bueno saber que no teníamos que estar pegados, era suficiente con sabernos cerca; después subimos pirámides en Palenque, nos asombramos con la vista y la majestuosidad de una civilización que dejó su lengua bien arraigada en los pobladores, vimos una iglesia encantandora y aterradora a la vez en San Juan Chamula y nos encantó el color del pueblo vecino donde los hombres iban con huipiles morados con flores a juego con el de las mujeres, todos bordados en telar a la cadera. Algo que no se me olvida para nada es Morelia, a él le encantaba y yo desde que tenía 16 años quedé prendido de ella, el viaje fue una sorpresa, no sabía que iríamos ahí, incluso pensé que iríamos a la simple Toluca, pero iba no por el lugar sino porque me quería sorprender y yo sabía que con él todo era una aventura aunque el lugar fuera poco de mi agrado. Pero no, no fue Toluca y sí Morelia. Cuando llegamos sentí tanto amor, amor por él, por la ciudad, por nosotros; ver la ciudad con él fue un regalo que no me podía creer, hacer el amor en ese hotel antiguo de techos grandes y ventanales que dejaban pasar la luz de las 3 de la tarde con su piel sobre la mía fue tener el mundo ahí, fue no necesitar nada más, mientras las calles de esa ciudad fueron lo que terminaron de vestir de encanto nuestro paso por Morelia, sus calles mágicas, ver la fuente de las Tarascas, ir al restaurante Cubano, visitar sus iglesias, sentir la tarde sabiendo que era la hora en que le encantaba tomar fotos, porque según él era lo hora donde mejor salían y era cierto; y que decir del pan recién salido del horno de una panadería de paso rumbo a otra plaza, más fuentes, él y yo riendo, callados, hablando de todo y nada, contándonos nuestras vidas y no me cabía en la cabeza una vida sin él, de hecho no lo veía como el hombre de mi vida, pero si el hombre sin el cual yo no sería igual, ya no había vuelta atrás, regresar a lo que fui antes... impensable. Luego Puerto Vallarta en su auto con mi necedad de irnos para allá cuando él no quería ir de esa manera, pero yo necio y él dejándose llevar, ya ahí, fue ponernos al sol y sentir la arena y comer y caminar y sentir el aire cálido y amarlo más contándole mis pérdidas y como hallé su debido consuelo... la carretera él y yo...

Sí, también visitamos muchos bares, le encantaba aunque le diera sueño temprano, el punto era ir y probar los que vendían mezcal, ir a los brasileños, los oaxaqueños, los de pulque, los de arrabal y los trendy, era comer en los árabes, los de buffet, rogarle para ir a los puestos de las esquinas en los que no comía mientras me miraba hacerlo con desconfianza; uy, todo lo que no comimos: las pizzas, los tacos, las hamburguesas donde pensaba pedirme matrimonio, e incluso a los que nunca fuimos por falta de tiempo, por desidiosos o porque había días en los que solo se me antojaba quedarme en cama viendo TV y él con sus ganas de recorrer la ciudad, sus museos, parques, plazas, conciertos y teatros, como le gustaba el teatro, aunque fuimos pocas veces ya que yo prefería el cine, pero mediábamos bien las cosas, a pesar de que era yo era meloso y él poco afectuoso íbamos bien, a veces me daban celos porque solo nos veíamos fines de semana, pero con el tiempo y con su abrazo todo quedaba en el pasado. 

Pero algo pasó, se cansó, se aburrió, se le acabo el amor, no fui lo suficientemente creativo o tal vez no fui divertido, a veces hasta pienso que pude dejar de ser atractivo porque un día sin mucho preámbulo decidió que ya no quería seguir conmigo y me terminó en un Karaoke entre dos cervezas, la primera fue para darse valor y la segunda para amortiguar el cambio, ¿qué podía hacer? Ya había tomado su decisión y yo soy de los que no cree en el tiempo, cuando alguien no tiene el valor suficiente para seguir contigo no vale la pena luchar porque por más que hiciera, la decisión ya había sido tomada y como duele querer a alguien que creemos nuestro presente perfecto y para ellos no somos más que un suceso más o uno menos. Esa noche pasé a su casa por mis cosas, las básicas, algunas las dejé porque no tenía ganas de ponerme a hacer inventario de pertenencias y mucho menos de emociones ya que me encontraba más que vacío, estaba perplejo, no lo podía creer.

Bastó despertar al siguiente día en mi casa, en mi habitación, en mi cama y ver la luz desde mi ventana y no desde la suya, para saber que ya no volvería a despertar con él; sentí el abatimiento en todo el cuerpo, el alma y la mente; el cuerpo me decía no te muevas, el alma la sentía fría en los pies y la mente como bálsamo solo me repetía que ya pasaría, tarea de titanes hacer coordinar las tres.

Desde ahí la vida ha sido avanzar, sanar, hacerme pequeño, recapacitar, ausentarme, enojarme, no entender, odiarlo unos días, justificarlo otros, maldecirlo la mayoría de ellos.

Una vez nos vimos, ¿para qué? pues según él para explicarme los motivos, pero como diría Joaquín Sabina, “…para decirnos adiós, nos sobran los motivos” pero quería verlo, abrazarlo y decirle lo mucho que me hacía falta, que cambiaría todo lo que quisiera, que no le pediría que fuera menos frío, que iría a todos lados, que no habría más cine si no solo teatro, que se quedará, que aún podíamos despertar juntos, que no soportaba mis sabanas en domingo y que era su cuerpo lo que quería. No le dije nada de eso, si no que lo resumí con dos lágrimas que amenzaban con dejar salir un océano pero que logre contener mientras le decía “te quiero tanto que si quieres regresar te espero pero házmelo saber pronto”... él desapareció.

Hubo días que deseaba encontrármelo con alguien más para que me doliera de manera fatal y poder matar para siempre lo que sentía por él; otros días solo quería toparmelo para ver sus ojos y ver si mi extrañaban mientras los míos decían lo mismo; pero otros dias cuando más dolido estaba solo quería encontrarlo para decirle de groserías.

Un día en un karaoke con un par de bebidas encima, bueno varios pares, canté no sin antes decirle a mi precario público que si veían a un fulano con tal nombre lo mandaran a chingar a su madre y les pedí, les rogué y les canté que si lo veían no lo mataran pero le hicieran tanto dolor como el que sentía un corazón roto. Que vergüenza en ese momento, pero que divertido es contarlo ahora.

¿Cómo estoy ahora? Evidentemente no como quisiera, ya que persona que veo, persona a la que le cuento sobre mi fallida relación y mi fracaso al intentar superarla día tras día, meses después supe que se iba a su país, luego que no se fue, sino que se quedó y segun me dejó porque se iba y todo lo tomó como simples pretextos para dejar al complejo de mi, luego vi que era feliz, que tenía planes, algunas fueron suposiciones mías, otras hechos. Mientras yo, he buscado otros cuerpos para quitar su huella y no ha funcionado, aún pesa y no sólo he hecho eso sino que he intentado con terapia de ángeles, cromoterapia, reiki, sanación guiada, he hecho de todo y nada parece funcionar al cien, todo por partes y cuando parece que estoy ya en excelente condiciones aparece algún recuerdo: la calle en que nos dijimos, por donde pasamos para ir a, la foto que tomamos, lo que planeamos y así termino por regresar a ese dolor aunque de tanto sentirlo ya no me falta el aire como al principio y hasta creo que las gracias le doy por haberse ido cuando se fue ya que después de su partida pasé muchas pruebas, ¿te imaginas que se hubiera ido cuando a mi madre le diagnosticaron cáncer? No habría soportado que se hubiera quedado por solidaridad mas que por amor, las cosas pasan cuando deben de pasar, no hubiera querido tener a mi lado a alguien por lastima aunque muchas veces pensé en llamarlo y decirle que me hacía falta, que necesita apoyo, su apoyo, pero el orgullo pudo más, ya había perdido una vez la dignidad por amor, ahora no pensaba hacerlo por necesidad.


Había días en los que deseaba se encontrará con alguien a quien amara tanto, que crearan tantos recuerdos y que le rompiera el corazón para que supiera lo que es vivir con ellos todos los días como desayuno y todas las noches como la peor de las cenas sin dejar de mascarlos todas las tardes; había días en que sólo deseaba como dice Ángeles Mastretta,  "que no le pasara nada, que no le pasara nada ni nadie", que fuera sin sentir nada en la vida; había otros que solo quería que lo atormentara mi recuerdo para que le dieran ganas de volver corriendo, que me llamara para tomar un café y me dijera el equivoco que había hecho y yo lo abrazaría como si nada, como antes e incluso había días que me soñaba con esa cita pero donde yo le reclamaba cada uno de los momentos, entregándoselos  todos...¿hoy ya para qué? 

Tanto me cambio su paso por mi vida, tanto me quebró, tanto me dio, tanto disfruté a manos llenas, tanto me deje ser y tanto lo deje pasar, que le agradezco de corazón su presencia y también su ausencia, cada una en su debido tiempo me definieron que soy capaz de amar, y eso es lo que quiero, quiero gastar mis horas con alguien que tome la decisión de querer estar a mi lado y en lo que llega o el destino hace lo suyo, yo me divierto, uso mi cuerpo, lo nutro, aumento mi campo de visión y de emoción, me sigo sorprendiendo con las pequeñas cosas y siento y siento de todo, desde el vacío que dejó hasta la emoción de la simple posibilidad.

Ya solo me dan ganas de volver amar así, dejarme ser y ser amado amando a desmedida, entregando y con ganas de que pasen cosas y personas con más mañanas juntos que ausencias. 

Tanto vive uno en un año que no da la vida para contar tanta cosa, pero la cosa es seguir vivo para desearlas, anhelar y seguir aquí, sigo aquí, aquí conmigo... y así es y así fue la historia de mis días con él.


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