domingo, abril 17, 2022

Pequeña celebración hoy en tu cumpleaños

 Inicié mi día pensando con el recordatario de tu cumpleaños, te soy sincero, llegué a una edad en la que mi calendario dicta mis horas, mis descansos, mis actividades y le he confiado hasta mis celebraciones. Gran acierto el mío porque me recordó que hoy es 17 de abril, día de contrastes que me detona todas las emociones. Pero ya te iré contando. 

Después de levantarme me alisté para ir a caminar con rumbo a la montaña. Normalmente tomo taxi para llegar a la entrada de dicho lugar, pero esta vez no, esta vez quise caminar, ver las calles con su gente, sentir el sol, abrazar mis pasos en la tierra y jugar en el filo de las aceras, aún hago eso de intentar no caerme al caminar a la orilla de la banqueta como cuando era niño, me río de mi mismo y mis 37 años que en esos momentos se siente como si solo fueran 7. Estoy absorto en mis pensamientos, presto poca atención a la calle pero a pesar de eso me siento bien, me siento aquí, como su viviera aquí de años pero con esa mirada de turiste que le ponga a los lugares conocidos así a veces descubro lugares o detalles nuevos. 

Caray, hace calor, pero sigo el camino, paso un río, una iglesía blanca con azul, una casona abandonada, un mini super que vende hasta pan, una gas, un restaurante de barbarcoa y gorditas que seguro amarías, un mercado, gente pobre de cara honesta, gente bien vestida con cara de pocos amigos, me cruzo con gente amable y otra arisca, paso por lugares que venden hierbas y cosas misticas, con estatuas de santos y de la santa muerte, paso otro río, otra iglesía, el cielo azul con su sol que no da tregua me hace pensar si fue una buena decisión haber emprendido ese paseo. Ahora una panadería y luego otra, una farmacia que promete ser la más económica y luego una tienda, un borracho tirado a pleno rayo del sol usando su vida a su antojo y el sol igual de inclemente con él, pobre borracho, gastar la vida en botellas y resacas sin que la vida fuera eso... ¿y sí la vida pudiera solo eso? me pregunto... y de inmediato me respondo: que bueno que no me gusta el sabor del alcohól. Llego a la falda de la montaña, compro agua y de pronto un viento que lleva tierra, cierro los ojos y pienso en ti, cierro la boca y me gusta ese momento porque soy conciente de cada cosa que está pasando por mi día. Tengo tierra en la cara y en la boca a pesar de haberla cerrado, tomo agua para enjuagar la tierra y escupo. Sigo mi paso, cambio el playlist de Deezer y de Alex Ferreira paso a mi playlist de Melodías entre clasicas y música de camara con toques electronicos, de esas que son como de soundtrack de película y que tanto me calman y me hace abrir más los ojos al cielo, a los árboles, a la calle que dejó de ser de cemento y se convierto en tierra y piedras, los perros callejeros amigables, las flores de colores en mitad de la tierra y el desorden dan fe de que la belleza se abre camino ante todo. 


Subo en la montaña y no hay gente como otra veces, me da miedo tanta tranquilidad, no suele ser así esa montaña, siempre gente diciendo "buenos días" en español otras en español forzado pero esta vez solo yo y mi música, yo y mi celebración, yo mis pasos. 

Llego a la cima, las primeras personas en la motaña una familia que se ya se va y otra vez me quedo solo, estoy en la cima solo, tanta inmensidad y yo ahí... hablando contigo, con el cielo, sintiendo el viento, ni una nube pero si mucho aire... refresca, me mueve, me espanta.

Me voy a un lugar con menos viento y de igual manera solo, me pongo a cantar, sí, canté a la nada en voz alta, sin pena, ¿sabes, me da pena cantar y que otros me puedan escuchar? pero estoy solo, soy yo y los árboles, me salen las palabras y canto alto, como si nadie escuchara y es verdad, nadie escucha y deje salir las canciones que más siento, las que hablan de desamor, las que hablan de esas ganas de amor, las de agradecimiento, las irónicas. Canté por más de una hora a pleno pulmón y yo feliz de haber hecho algo que me daba pena, pero todo sea por celebrar perder más la cordura a lo que pensaran los demás y hacer algo por mí. 

En el descenso toqué varios árboles, ya sabes que creo que todo está unido a través de sus raíces visibles e invisibles, mietras los tocaba estaba seguro que conectaba con la gente que traigo en el corazón, pensé en muchas personas y a todas les deseé paz, sanación, amor por la vida, fuerza para sus batallas y mucho amor de la tierra para sus días. Ya casi al final de la bajada hay un lugar que vende cosas orgánicas, compré kombucha de limón y un paquete de galletas, bien sabes que solo puedo comer galletas o pasteles en fechas especiales y pues hoy es especial. El paquete traía diez galletas chiquitas de maíz y dediqué cada una a mis raíces, una a ti, otras a mis abuelos, otra a mi madre, otra a mi padre, otra a mi hermano y una a todos los que habitan en mi corazón... infinidad de personas a las que les dedique esa galleta.

Tomé un colectivo si tituvear, compré una entrada al cine, vi una película de vikingos, bastante rara a mi gusto pero salía Nicole Kidman así que me dejé llevar. Tal vez te hubiera gustado verla, tal vez no, quién sabe. 

Salí con intención de seguir celebrando con un brownie de chocolate en Kinoki, un restaurente con una terraza con excelente vista pero con un servicio de meseros más raro y disperso que yo. Una vez ahí, me senté en una mesa para cuatro personas, pedí sin pedir la carta el dichoso postre, que venía recomendado y un chocolate artesanal, bien lo merecía. Estaba dispuesto a pedir un deseo en nombre del festejado cuando tres chicas y un chico llegaron sin mesa disponible y me preguntaron si se podían sentar conmigo, carajo... ¿y mi plan de celebración, mi momento contigo y conmigo? y en ese momento a manera de respuesta pensé: qué carajo, tú eras amiguero y risueño seguro hubieras hecho una locura así. Les dije que sí, los cuatro rondaban entre los 28 y 30 años, su vida se resumia en vacacinoes, borrachera, disfrute... el resumen de una juventud bien vivida. Una chica me contó de sus penas de amores y sus dos aciertos más inicertos, otra me contó de su elección de carrera y su felicidad, otro me contaba de sus negocios y su soltura. Que dicha conocerlos, no sé porque al oir sus locuras te escuchaba a ti, me puse a imaginar las locuras que tu hubieras hecho y la diversión que sería tu vida. 


Hoy 17 de abril, en tu celebración celebré tu vida, mi vida, tu ausencia y mi presencia, abracé tus decisiones y solté las mías. Hoy en tu celebración sentí tu vació, sentí tu vida, vi tu risa, me imagine tu vida, recordé tu partida, reviví nuestra infancia y vislumbre mi vida sin ti pero conmigo. 

Dano, no fue una celebración triste, tal vez un poco melancólica, pero no triste, fue una celebración como a mí me hubiera gustado celebrarte, te llevé de paseo, te canté, te mostré el infito, compartimos a mordidas con los que amamos, comimos pastel, hicimos amigos, nos reímos... como nos reímos pero sobre todo como hemos vivido, caray... como hemos vivido. 

En mi corazón todos los días, muy pero muy feliz cumpleaños. 


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