viernes, agosto 05, 2011

Epílogo como sal misma

No voltees para atrás o te convertirás en sal, No voltees para atrás o te convertirás en sal…
Era lo que repetía a paso lento en aquel pasillo obscuro por lo estrecho, tenía puertas claras y era frío, pero esta vez el frío lo emanaba yo. Efectivamente no voltee ni un segundo por que si lo hacía te vería cerrar la puerta de tu pasillo y caminar hacia mi como tantas veces hiciste hace un año.

Llegaste tarde media hora y yo llegue temprano media hora, la distancia de nuestro encuentro: una hora, pedí un entremés no sé si por nervios o tal vez por miedo a que me vieras sentado sólo esperándote.
Tenia planeado para nuestro primer saludo desde hace un año, un abrazo intenso donde sintieras lo que mi corazón gritaba desde hace una semana, pero me gano la costumbre y la frialdad de mi excesiva arrogancia, arrojé las ganas de olerte de nuevo como la primera vez en la fila del pasaporte.

Siempre me gusto tu seguridad al ver, al explicar, al ordenar, al tocarme, al hablarme para decirme – Hola ¿cómo estás? Me llamo Bernardo— tu seguridad para acercarte y darme un papelito que creo tener guardado en algún lado… Siempre tu seguridad en todo momento.
Cuando ordenaste de comer me llene de solo escuchar tanta comida, pero la verdad ya me había llenado con el puro entremés y los nervios de verte.

Veía a la ventana donde pasaba infinidad de gente porque no quería mirar por donde tus ojos pasaban, porque si lo hacía me perdería en un sueño, un sueño que a veces o mejor dicho generalmente logro tejer solo. Hablabas de una cosa y pasabas a la otra, la continuidad no estuvo en nuestra mesa y menos entre nosotros.

Platicamos de la borrachera en tu casa y en Madrid, hablamos de mi aventura en Fuencarral, platicamos de tu excesivo temperamento y el momento inoportuno por el cual me cruce en tu vida… y tú inoportunamente te quedaste en la mía.

No pude evitar el recuerdo que callé de una madrugada en Barcelona en la cual tú me despertaste y lo primero que vi fue tu sonrisa. Me llevaste a cenar, me dijiste te amo, o no sé si mi imaginación es la que juega a poner te amo en tu boca esa madrugada, eso no importa, lo que importa fue como compartimos en la calle de Numancia, que para fortuna mía era una calle desde la cual se podía ver el centro de Barcelona cubierta de estrellas y guiada por una serie de faroles amarillos que prometían como maldición que nunca olvidaría esa noche, tu cara y el momento en que me prometí estar contigo siempre, aunque mi siempre me fuera a durar solo un mes más. Tampoco olvido el beso, el abrazo y la goma de mascar que tú me diste para mi aliento de recién despertado.

Hoy no te pude ver a los ojos más de dos veces, los recuerdos llegan y tú te vas, o mejor dicho no me quedo a averiguar que más me puedes hacer sentir.

Al irnos en tu auto y al tocar mi pierna recordé como me perdí en tu cuerpo tantas noches y como pedía para que no llegará el amanecer, recordé como me asía a ti durante la noche y cuando me separaba tu me buscabas con tus manos casi perfectas… recordé que a pesar del calor del tiempo, tu calor era lo único que quería en todo mi mundo. Todo eso con solo tocarme la pierna…
Cuando entre a tu casa de nuevo, para infortuna mía vi todo tan igual como hace un año, poco había cambiado. La sala donde vi mi primera zarzuela completa, donde me interese por tus gustos aunque no me interesara de verdad, pero sólo quería estar en tu mundo, esa sala donde vi que estabas tú sólo para mí.

Tu comedor, donde pocas veces estuvimos juntos pero que pasamos más de una vez por ahí para llegar a tu cocina con un pingüino que juraba quitar el hambre y regalarnos calorías para la ardua noche juntos. Ese estudio donde de pie fui para ti y que siempre estabas grabando y editando tus programas que al escucharlos hoy en día me hacen un hueco en el estomago o no sé si en el corazón. Y no hay nada que decir sobre tu recamara… tu recamara, esa… se explica sola.

Al despedirme de ti, no me acuerdo si te abrace o sólo te di la mano, lo que sí recuerdo es que me fue insuficiente lo que me llevé de ti.

NO miré para atrás y la sal se intenta colar en mi corazón, no mire para atrás y rogué para que tú lo hicieras… pero el tiempo no estuvo de nuestro lado como la mera coincidencia que compartieron dos viajeros que un día se encontraron con el mismo vuelo hacía Madrid y las mismas ganas de pertenecerse aunque fuera solo por un rato. 

3 comentarios:

  1. Una canción... ahí te dejo Madrid de Shakira.
    Ya se, puede ser de mal gusto, pero bueno, Madrid ahí esta, y probablemente te esperen mas cosas ahí o en algún otro vuelo, vale la pena intentarlo cuantas veces sea necesario si aun buscas, si aun no encuentras, si has encontrado y quieres ver que pasa cuando cambias la variable y Madrid permanece como escenario de lo que no es repetible, las variables son lo que no hace absurda la vida, lo que no hace interminable las noches, lo que te hace despertarte al cuarto para las 6 con el estomago lleno y parece que es totalmente diferente la historia, ahí te dejo Madrid, pero se que regresaré

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  2. Este epílogo ya lo había leído hace algunos años en algún lugar donde conocí mas a fondo a un gran ser humano, de gran altura y gran sonrisa, de ojos pequeños pero mirada profunda...te quiero amigo!

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  3. Amigo gracias por ser constante en mi vida!!! Sigamos compartiendo historias

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