miércoles, agosto 31, 2011

El Consuelos de un Sueño...

Se despertó con un sabor ajeno en los labios, se despertó no queriendo despertar, eran las 7 de la noche y cuando me contó el sueño le creí todo, le creí que no fue un sueño y le creí que a veces en sueños se vive.

Dice que no recuerda mucho, pero con lo poco que me contó le bastó para ser feliz.

Me describió cada detalle, me hizo espectador, me hizo sentir allí, la seguí palabra a palabra; vi el piso de madera, era como estar en su departamento pero más amplio, había aun luz de dìa, las ventas dejaban ver un poco de esa luz indicando que un idilio está por apagarse. Se platicaban de todo, ella lo abrazo fuerte y antes de cerrar los ojos en su cuello vio la mesa de madera y vidrio con el mantel amarillo, le dijo que ya lo extraña mucho y mucho antes de perderlo, él la sujeto de la cintura con miedo a que se lastimaran de nuevo, como antes, como siempre y desde que se conocieron. Él no tenía tiempo para reprochar pero si para evocar la única vez que la tuvo, extrañó abrazarla así pero no por morbo sino por lo que lo hacía sentir. Ella formulo toda la conversación en su sueño, en su imaginación de ese momento y no en la realidad donde creía que él era el olvido y su nombre la ausencia y la incertidumbre de no saberlo ni siquiera cerca.

Él llevaba una camisa a cuadros, no recuerda si era azul con blanco o azul con gris con un blazer, lo veía joven y guapo como lo supo desde la primera vez que se cruzaron y a pesar de la corta edad de ella, sabía que algo le iba a robar ese personaje de noche de Día de Muertos hace ya 12 años.

Me lo cuenta y sonríe como si le estuviera coqueteando al recuerdo.

Tomó las llaves y mientras buscaba algo más entre los cuartos, ella hojeo una revista donde aparecen parejas “Bien” en lugares “Bien” y sin una preocupación en el rostro, ella creía que eso era una mentira, una conocida estaba en las fotos, ahí, en las playas de Acapulco luciendo feliz con el señor que le paga el 95% de lo que ella gasta y bien sabe que si lo ama es porque le deja el 5% para no sentirse mantenida o atada a él. Pero acepta que la envidia la corroe por no ser ella y él, los que estuvieron en esa playa, él hombre de lentes y sonrisa de niño a pesar de sus años y sin fotos que constaten su recuerdo. Cerro la revista, él la beso y salieron con rumbo a quien sabe dónde, eso no lo recuerda, sólo recuerda saber que iba con él para siempre, sabía que no lo soltaría y él no quería ser puesto en libertad.

Por primera vez ella dejó de ser la protagonista, él le dijo
-          - ¿Cuéntame qué has hecho?
-       - No, mejor cuéntame de ti, tiempo habrá para hablar de mi, pero a ti casi no te reconozco y muerto te creía.

Bajaron las escaleras, ella se acomodo la bufanda y él se la desacomodo, subieron al auto y se fueron…

Ella despertó con un sabor ajeno en los labios pero conocido, despertó con el vacio de la realidad y con la conformidad de haberlo tocado en sueños.

De él no sabía nada pero todo lo quiso saber y todo lo supo contándome un sueño, ¿dónde sino? En la misma magia de lo incierto. Se propuso encontrarlo aunque fuera sólo para saber que feliz ya era y sin ella.

Gracias a Alejandra Pantoja por soñar y a contar, eso sí, después de medio día porque antes la suerte castiga y anula el sueño... "uno nunca sabe"

1 comentario:

  1. La noche es buena amiga, pues mis sueños ya no son como antes. Si, antes te llegue a soñar, pero era como imaginar el sabor de un pastel que ves en un aparador, puedes fantasear con las sensaciones que te puede provocar, al despertar pensaba que solo era un juego de mi inconsciente que convertía mi necesidad en un loco episodio de una novela y nada mas.

    Ahora la realidad supera a la imaginación y veo que me faltaba creatividad, jamás pensé que el pastel llegaría a satisfacer no solo el gusto si no todos mis sentidos. ¿Como es que se puede llegar a sentir tanto? No es lógico, pero es, y es por eso que ya no lucho. A veces siento que soy uno de esos zombis de las películas que tanto detesto. Tengo brazos y piernas que se mueven por inercia, y cuando te veo me aterra que sea evidente el instinto de correr a tus brazos porque eres como un imán para mi.

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