miércoles, febrero 12, 2014

Los libros, mi pan y vino

¿Qué podría decir de los libros?

Los libros me han entretenido, me han enamorado y hasta me han salvado. A veces la realidad tan monótona no me permite ver más allá de lo que recorro a diario y no por gusto sino por la vida que uno lleva en la ciudad, casa, trabajo, alguna actividad si el trabajo lo permite ya sea una clase o tal vez un deporte, llegar a casa y prepararse para el trajín del día siguiente; pero en mitad de todo eso, dejar espacio para un libro es vivir otra vidas, pisar otras historias, perder a alguien entrañable que no conocemos o enamorarnos de personas de otro siglo, ser voyeristas de las vidas de otros.

Los libros te marcan y se quedan contigo dependiendo el momento que estés viviendo, te traen a la mente a personas cercanas que fueron imprescindibles y que al llegar al epílogo de alguna historia solo pensabas en contarsela a ese ser especial.

Mi primer libro bien leído fue Arrancame la Vida de Ángeles Mastretta, bueno había intentado leer El Principito, el Popol Vuh, o el Libro de las tierras vírgenes, creo que termine el de Navidad en las Montañas, pero no me acuerdo porque lo leí como mero requisito en la secundaria, regresando a Ángeles Mastretta, puedo decir que me enseñó un concepto muy importante, pase lo que pase uno termina consigo mismo, bendita Catalina Gúzman que  aceptó y aprendió a querer a Andrés Ascencio, pero la manera en que amó a Carlos Vives me dio ganas de irme a parar a Bellas Artes a ver si me pasaba algo similar. A esa edad uno busca identidad por eso mi siguiente libro fue El Cielo de los Leones igual de Mastretta; ya con el primero de esa autora había descubierto que yo era responsable de mi vida pero ahora me encontraba en medio de tantas decisiones que fueron guiadas por los deseos ajenos, las expectativas de la familia y lo que creía en ese momento correcto. Dicen que todo pasa por algo, y creo que tienen mucha razón porque no significa lo mismo leer una novela de amor intenso cuando uno esta decepcionado que cuando uno esta enamorado, por eso tal vez la reacción que tuve al leer el primer capitulo de El Cielo de los Leones, fue llorar, fue saber que no era el único inadaptado que se sentía fuera de lugar y con la guerra perdida, con ese libro aprendí a fijarme en las pequeñas cosas, a maravillarme con las historias que tocaban mi vida, ese segundo libro me dio perspectiva y de nuevo di las gracias al cielo por tener la oportunidad de haber nacido en el mismo cielo que Ángeles.

No los voy a aburrir con la lista de todos los libros que han caído en mis manos de manera desordenada, con decirles que no recuerdo haber leído a los clásicos, pero bueno ya habrá la oportunidad o mejor dicho el interés de hacerlo.

No sé si les ha pasado a ustedes pero hay libros que son como una primera cita, hay algunos que te envuelven y te sientes tan intrigado, quieres saber más y más y puedes pasártela leyendo página tras página y no quieres que se acabe, pero pobre de ti si te toca uno sin chiste o peor aún, uno tan rebuscado que no entiendes ni pío y tienes que poner cara de que lo estás siguiendo pero la verdad al llegar a la página 20 lo das por perdido y dices “no puedo perder mi tiempo con semejante basura” y lo que sigue…

Hay un libro que me enamoró porque era de una oficinista venida a prostituta por azares de su necesidad; se dejaba hacer como uno quisiera, pero lo que me llevo hasta la página final fue que era una mujer que de lunes a jueves entregaba el cuerpo y los fines de semana el cuerpo con todo y corazón, que envidia sentí al saber que hacia el amor en toda la Republica Mexicana mientras yo leía en algún parque o en el transporte, a través de ella pude ver las fuentes, las camas altas y las bajas, los hoteles amplios y los pequeños, los sucios y los limpios, las plazas y los parques, a la gente y su comida, la pobreza y el declive de un sentimiento. Sara Sefchovich me contó bajito y de manera desmesurada que se puede amar con Demasiado Amor y que aveces el gran amor es imposible de soportar.

¿Alguna vez les han contado un secreto? A mi muchas veces pero soy muy malo para guardarlos, cuando los descubro no quiero mas que gritar el hallazgo y compartirlo, así lo hice cuando Itandewi una niña siempre niña, me dijo que Fernanda y sus Mundos Secretos tenían algo para mí, al conocer a la niña que tenía al mar por dentro o a Argentina, no pude sino correr y contarle en voz bajita a Oswaldo estos mundos y se los regalé.

Hay autores que se nos olvidan que son personas y personas que son autores, eso me pasa con Isabel Allende, he leído tanto de ella, pero es que me atrapó, al principio me pareció solo interesante, tal vez porque leí Retrato en Sepia, pero solo conocer a Clara Del Valle y sus espíritus, fue todo lo que necesité para confiarle mis horas de sueño, mis desvelos y mis ganas de conocer más sobre ese tal Pinochet. De ella no he leído todo, muchas la critican porque dicen que ya solo escribe por escribir, a mi en lo particular Paula, me hizo llorar en la calle sin vergüenza alguna y los que han tenido la oportunidad de leerlo sabrán a qué me refiero. Isabel es tan clara, te lleva de la mano página a página, es inevitable no quererla.

He de confesar que prefiero leer mujeres y es que para mí son más sustanciales, te cuentan lo que debe saberse y no te llenan los ojos con palabras que sobran, eso me paso con El Paseo del Elefante, de Jose Saramago, una historia que pudo contarse en 50 hojas en vez de casi 300… usa palabras tan rebuscadas y estoy de acuerdo que uno debe aumentar su vocabulario pero este libro es un exceso, de él solo puedo elogiar Ensayo sobre la ceguera, que tanto detalle te despeja el morbo de saber que pasaba exactamente con un mundo que parece en tinieblas y la verdadera naturaleza sale a relucir. Hay autores masculinos que no puedo dejar de mencionar porque merecen mi respeto a pesar de que son hombres y ya me declaré seguidor de las féminas: Gabriel García Márquez con sus secuestros y sus años con muchas soledadedes, el mexicanísimo Jaime Sabines y su elegancia para decir lo importante por inútil que pueda parecer, Arthur Golden y las Memorias de una Geisha. Tal vez para novela histórica los hombres son más precisos porque si de reconstruir se trata los detalles nunca faltan, por eso Ildefonso Falcones mereció toda mi atención para ver crecer Barcelona y su Catedral del Mar. Gracias a Rabih Alameddine pude pararme en Beirut el derrotado y a la vez regresar al Beirut esplendido, pude tocar la arena del desierto y conocer demonios no tan malos y a la vez juguetones, Markus Zusak y su Ladrona de Libros, mi hizo no temerle a la narradora y hasta la mexicanisé imaginando que era una mujer afrancesada muy elegante pero sumamente humana y sensible por ello me hizo llorar como pocas veces lo he hecho. No puedo dejar de mencionar a Jose Emilio Pacheco  y sus batallas, temo decir que llegué tarde a él, justo el día que terminé el libro a José se lo llevaban de este mundo, en fin…

Hay autores que uno debe de darles una segunda oportunidad, eso lo pienso con Paulo Cohelo porque El Alquimista, llego a mis manos en un momento que no lo necesitaba y me aburrió, llegué al final por puro respeto, fue como si estuviera obligado a llevar a mi cita a la puerta de su casa por encargo de la que nunca sería mi suegra, por eso está en mi lista de espera Veronica la suicida y sus Once Minutos. También hay autores que respeto y espero algún día poder conocer a través de sus palabras como Octávio Paz y su Elena Garro, a Rosario Castellanos, Leo Tolstoi, Jane Austen, Oscar Wild o Federico García Lorca, en fin, son tantos y tan poco tiempo…

Para no atiborrarlos con información que no necesitan, cierro diciendo que hay libros para todo momento, para cada persona y para cada sentir, yo cada vez que tengo chiquito el corazón recurro a Ángeles Mastretta para que diga “…yo diría que quien ha merecido la dicha puede soportar la desgracia, y que todaemoción santifica”, o a Marcela Serrano para que me diga lo que habita en mi corazón o a Laura Esquivel para que repita la receta de las codornices con pétalos de rosa, o ya cuando tengo ganas de ponerme pesado Delirio de Laura Restrepo… siempre un libro como el pan de toda mi vida.

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