¿Qué podría decir
de los libros?
Los libros me han entretenido, me han enamorado y hasta me han salvado. A veces
la realidad tan monótona no me permite ver más allá de lo que recorro a diario
y no por gusto sino por la vida que uno lleva en la ciudad, casa, trabajo,
alguna actividad si el trabajo lo permite ya sea una clase o tal vez
un deporte, llegar a casa y prepararse para el trajín del día siguiente; pero
en mitad de todo eso, dejar espacio para un libro es vivir otra vidas, pisar
otras historias, perder a alguien entrañable que no conocemos o enamorarnos de
personas de otro siglo, ser voyeristas de las vidas de otros.
Los libros te marcan y se quedan contigo dependiendo el momento que estés
viviendo, te traen a la mente a personas cercanas que fueron imprescindibles y que al llegar al epílogo de alguna historia solo pensabas en contarsela a ese ser especial.
Mi primer libro bien leído fue Arrancame la Vida
de Ángeles Mastretta, bueno había intentado leer El Principito, el Popol Vuh, o el Libro de las
tierras vírgenes, creo que termine el de Navidad en las Montañas, pero no me acuerdo porque lo leí como mero
requisito en la secundaria, regresando a Ángeles Mastretta,
puedo decir que me enseñó un concepto muy importante, pase lo que pase uno
termina consigo mismo, bendita Catalina Gúzman que aceptó y aprendió a querer a Andrés Ascencio,
pero la manera en que amó a Carlos Vives me dio ganas
de irme a parar a Bellas Artes a ver si me pasaba algo similar. A esa edad uno busca
identidad por eso mi siguiente libro fue El
Cielo de los Leones igual de Mastretta; ya con el primero de esa autora había
descubierto que yo era responsable de mi vida pero ahora me encontraba en medio
de tantas decisiones que fueron guiadas por los deseos ajenos, las expectativas
de la familia y lo que creía en ese momento correcto. Dicen que todo pasa por
algo, y creo que tienen mucha razón porque no significa lo mismo leer una
novela de amor intenso cuando uno esta decepcionado que cuando uno
esta enamorado, por eso tal vez la reacción que tuve al leer el primer
capitulo de El Cielo de los Leones, fue llorar, fue saber que no era el único inadaptado que se sentía
fuera de lugar y con la guerra perdida, con ese libro aprendí a fijarme en las
pequeñas cosas, a maravillarme con las historias que tocaban mi vida, ese segundo libro
me dio perspectiva y de nuevo di las gracias al cielo por tener la oportunidad
de haber nacido en el mismo cielo que Ángeles.
No los voy a aburrir con la lista de todos los libros que han caído en mis
manos de manera desordenada, con decirles que no recuerdo haber leído a los
clásicos, pero bueno ya habrá la oportunidad o mejor dicho el interés de hacerlo.
No sé si les ha pasado a ustedes pero hay libros que son como una primera
cita, hay algunos que te envuelven y te sientes tan intrigado, quieres saber
más y más y puedes pasártela leyendo página tras página y no quieres que se
acabe, pero pobre de ti si te toca uno sin chiste o peor aún, uno tan
rebuscado que no entiendes ni pío y tienes que poner cara de que lo estás siguiendo pero la verdad al llegar a la página 20 lo das por perdido y dices “no puedo perder mi tiempo con semejante basura” y lo que sigue…
Hay un libro que me enamoró porque era de una oficinista venida a
prostituta por azares de su necesidad; se dejaba hacer como uno quisiera, pero lo
que me llevo hasta la página final fue que era una mujer que de lunes a jueves
entregaba el cuerpo y los fines de semana el cuerpo con todo y corazón,
que envidia sentí al saber que hacia el amor en toda la Republica Mexicana
mientras yo leía en algún parque o en el transporte, a través de ella pude ver las fuentes, las
camas altas y las bajas, los hoteles amplios y los pequeños, los sucios y los
limpios, las plazas y los parques, a la gente y su comida, la pobreza y el
declive de un sentimiento. Sara Sefchovich me contó bajito y de manera
desmesurada que se puede amar con Demasiado Amor y que aveces el gran amor es imposible de soportar.
¿Alguna vez les han contado un secreto? A mi muchas veces pero soy muy malo
para guardarlos, cuando los descubro no quiero mas que gritar el
hallazgo y compartirlo, así lo hice cuando Itandewi una niña siempre niña,
me dijo que Fernanda y sus Mundos Secretos tenían algo para mí, al conocer a la niña que tenía al mar por
dentro o a Argentina, no pude sino correr y contarle en voz bajita a Oswaldo
estos mundos y se los regalé.
Hay autores que se nos olvidan que son personas y personas que son autores, eso me pasa con Isabel Allende, he leído tanto de ella, pero es que me atrapó, al principio me pareció solo
interesante, tal vez porque leí Retrato
en Sepia, pero solo conocer a Clara Del Valle y sus espíritus, fue todo lo
que necesité para confiarle mis horas de sueño, mis desvelos y mis ganas
de conocer más sobre ese tal Pinochet. De ella no he leído todo, muchas la
critican porque dicen que ya solo escribe por escribir, a mi en lo particular
Paula, me hizo llorar en la calle sin vergüenza alguna y los que han tenido la oportunidad de
leerlo sabrán a qué me refiero. Isabel es tan clara, te lleva de la mano página
a página, es inevitable no quererla.
He de confesar que prefiero leer mujeres y es que para mí son más
sustanciales, te cuentan lo que debe saberse y no te llenan los ojos con
palabras que sobran, eso me paso con El
Paseo del Elefante, de Jose Saramago, una historia que pudo contarse en 50
hojas en vez de casi 300… usa palabras tan rebuscadas y estoy de acuerdo que uno
debe aumentar su vocabulario pero este libro es un exceso, de él solo puedo
elogiar Ensayo sobre la ceguera, que
tanto detalle te despeja el morbo de saber que pasaba exactamente con un mundo que parece en tinieblas y la verdadera naturaleza sale a relucir. Hay autores masculinos que no puedo dejar de mencionar porque merecen mi respeto a pesar de que son
hombres y ya me declaré seguidor de las féminas: Gabriel García Márquez con sus
secuestros y sus años con muchas soledadedes, el mexicanísimo Jaime Sabines y su elegancia para
decir lo importante por inútil que pueda parecer, Arthur Golden y las Memorias de una Geisha. Tal vez para novela histórica los hombres son más precisos porque si de reconstruir
se trata los detalles nunca faltan, por eso Ildefonso Falcones mereció toda mi
atención para ver crecer Barcelona y su Catedral del Mar. Gracias a Rabih Alameddine
pude pararme en Beirut el derrotado y a la vez regresar al Beirut esplendido,
pude tocar la arena del desierto y conocer demonios no tan malos y a la vez
juguetones, Markus Zusak y su Ladrona de
Libros, mi hizo no temerle a la narradora y hasta la mexicanisé imaginando que
era una mujer afrancesada muy elegante pero sumamente humana y sensible por ello me
hizo llorar como pocas veces lo he hecho. No puedo dejar de mencionar a Jose Emilio Pacheco y sus batallas, temo decir que llegué tarde a
él, justo el día que terminé el libro a José se lo llevaban de este mundo, en
fin…
Hay autores que uno debe de darles una segunda oportunidad, eso lo pienso
con Paulo Cohelo porque El Alquimista, llego
a mis manos en un momento que no lo necesitaba y me aburrió, llegué al final
por puro respeto, fue como si estuviera obligado a llevar a mi cita a la puerta de
su casa por encargo de la que nunca sería mi suegra, por eso está en mi lista
de espera Veronica la suicida y sus Once
Minutos. También hay autores que respeto y espero algún día poder
conocer a través de sus palabras como Octávio Paz y su Elena Garro, a
Rosario Castellanos, Leo Tolstoi, Jane Austen, Oscar Wild o Federico García
Lorca, en fin, son tantos y tan poco tiempo…
Para no atiborrarlos con información que no necesitan, cierro diciendo que
hay libros para todo momento, para cada persona y para cada sentir, yo cada vez
que tengo chiquito el corazón recurro a Ángeles Mastretta para que diga “…yo diría que quien ha merecido la dicha puede soportar la desgracia, y que todaemoción santifica”, o a Marcela Serrano para que me diga lo que habita en mi
corazón o a Laura Esquivel para que repita la receta de las codornices con
pétalos de rosa, o ya cuando tengo ganas de ponerme pesado Delirio de Laura Restrepo… siempre un libro como el pan de toda
mi vida.
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