Soy la suma de las vidas de que han tocado la mía, soy la suma de las decisiones tomadas y no tomadas hasta ahora en mi vida, soy la resignificación de los sucesos que he corrido por mis días. Soy la suma de aciertos y equívocos, soy la voz que me habla para hacer consiente lo inconsciente, esa voz que me pregunta ¿Por qué sientes eso? ¿Por qué te cierras a tratar a esa persona? o incluso la pregunta de ¿es miedo a lo que viene, terror al confort o falta de confianza en ti mismo? A veces esa voz que pregunta, me motiva y otras me aterra, pero como decía, son muchas las personas, los sucesos que me hacen ir más decidido; son más los abrazos dados que los no dados, son más las acciones positivas que me hacen el corazón grande que las que me dejan arrepentimiento y culpa.
Voy a tomar una decisión con base en la experiencia y los
consejos de la gente que amo y admiro.
Mi madre el año pasado, 2022, pongo el año para cuando
llegue a leer esto de vuelta lo tenga bien presente, me regalo el resignificado
más grande que pude tener… Yo en mi adolescente herido que no sé si algún día
dejaré de ser, le recriminaba su presión por estudiar algo que me dejará dinero,
no lo decía con esas palabras, pero siempre hablaba de los financieros, de su
trabajo. Quería que fuera como ellos, exitosos en un mundo de dinero y números.
Lo intenté y no pude, me frustré y viví enojado culpándola por su persuasión, juró
que lo intenté una y otra vez durante cuatro años donde mi aprendizaje fue deja
ir lo que no te me hace feliz. Ver a los compañeros de clase apasionados,
participando, acertando cada una de las respuestas mientras yo intentaba
entender la pregunta, me hacía sentir tan tonto y así la autoestima se me fue
hasta el límite, pero eso no lo sabía ni lo entendía, las emociones eran algo
tan ajeno a mí. Pasaron bastantes años hasta que en uno de mis arrebatados reclamos
le dije a mi mamá que por su insistencia había estudiado algo que no me apasionaba
y que la carrera que terminé no sé hoy día es lo mío. Ella desarmó mi
argumento con su respuesta: sea como sea, para mi es un descanso saber que tú puedes elegir, puedes cambiar de trabajo si quieres, puedes hacer lo que
quieras. Esas palabras me hicieron cambiar la forma en como contaba mi historia
y vivía el reproche, pude liberarme, avanzar y tener la confianza de poder
elegir no estar en donde no soy yo, de poder empezar de nuevo en cualquier
lugar que yo quiera.
Luego viene SandRa, la que se fue de pronto, de la que
hablaba en mi post pasado. Bastaba verla en sus fotos para saber que vivía bien,
seguramente con muchos altibajos como todos, pero supo aprovechar sus días en
viajes, celebraciones y muchas canciones de Alejandro Fernández. SandRa, tu
partida me empuja la pregunta: ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿la estoy
cantando como quisiera? De nuevo la certeza de que la vida es un instante y no la
quiero gastar en lo seguro, en el confort de lo que dan los días iguales y sin
sentido. SandRa, gracias por ser risa y vida en los días que te tuvo la misma
vida.
Obviamente viene a mi mente mi abuela, ay Olga Deveaux, tan
grande tu vida y tu manera de reinventarte sin reclamo alguno. Tanta perdida, tanto
cambio, tanto dolor para una sola vida y tú sigues sonriendo, sigues amando, ¿Cómo
le haces? pido a la vida tu fuerza para seguir día a día con ánimo y amor a
pesar que sienta en la entraña todo lo contrario. Fue tu cáncer el que hizo darme
cuenta de que lo que no se dice avinagra la sangre, el cuerpo, el alma… así que
gracias a eso, el decir las groserías que digo con la intención que las digo es
tan liberador, a veces imprudente, pero fuera de mi sistema y sí abue, hay días
en que maldigo hasta mi sombra y a mi misma vida y aún así es mejor que
pretender que todo está bien y que mi vida es maravillosa como muchos piensan
en las redes sociales, oh no señores, mis redes reflejan el aprendizaje de mis
peores momentos y gracias al universo y usando el regalo que me dio mi madre, yo
elijo el paisaje donde contar mis días. Así que sí abuela te admiro mucho y el
miedo a perderte cada vez se hace más grande, pero ya hablaré de eso más
adelante.
Y que decir de esa familia que no me dio la sangre pero sí
el universo, esas historias de resiliencia que me recuerdan la maravilla de elegir
y decidir siempre el bien personal. Gigi la imparable, la incansable… ahora
bien sé que no es por gusto, sé ahora que si no te detenías era porque no
tenías de otra, a veces pensaba que si yo hubiera sido tú, yo me
hubiera detenido a tomar un respiro o un descanso, seguro no me volvía a parar... Tanta perdida hace inverosímil verte ahora tan plena y feliz, gracias por
enseñarme a decirle a la vida: sí se puede,
logré encontrar la plenitud aunque esta me dure lo que me tenga que durar, ¡lo logré!… Gigi, me
dejas la vida segura de decir, la felicidad no es con base en, sino a pesar de
todo. Y así puedo enunciar los nombres de muchos ejemplos: Lupita y su manera
de romper con lo que parecía un ciclo repetitivo de pobreza emocional, Dany Hersan
y su constante llanto hasta encontrarse una mejor versión de si misma y demostrarse que sí se puede lo que ella quiera, Edgar Omar y su determinación por
seguir todos los días a pesar de la perdida de su norte, su compromiso consigo
mismo para decidir que es lo suficientemente valioso como para conformarse con
cualquier camino de asfalto estrecho, por decirlo de manera elegante y no decir
con cualquier pendejo.
Todas estas historias son base para callar mis miedos y
prepararme para mi siguiente movimiento, donde planeo empezar de cero de manera
limpia, sin prejuicios, sin expectativas de los demás, con mucho miedo, pero
con la certeza de que la vida es un instante y si he de vivir será con la
seguridad de que no me quede con ganas de nada y de que está en mi estirpe volver
a empezar donde me llame la felicidad, nunca el confort.
Por todas esas historias que suman a la mía, y porque estoy dispuesto al futuro como la promesa donde
cabe todo aquello lo aún no me sucede.
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