lunes, enero 09, 2023

Un adiós para una gran bienvenida

Entré a mi primer trabajo formal con un nervio, a los 18 la vida se me había ido en la escuela y un par de trabajos para estudiantes de fines de semana, era una operadora de fondos de inversión cuando recién empezaba el boom por ellos. Para esos entonces era más inseguro de lo que soy ahora, yo el estudiante de escuela pública en el medio financiero en medio de puras chicas, casi todas guapas y tan seguras de si mismas, bastaba verlas para saber qué era lo que querían en la vida. Recuerdo haber entrado a la oficina que ocupa el área de telemarketing y estaba llena porque había entrevista en televisión y estaban tomando llamadas, también recuerdo que fuiste tú la que se me acercó con la sonrisa más franca y a pesar del estrés del momento, benditos días aquellos donde el estrés era no perder llamadas y de hacerlo yo creía que era algo de vida o muerte… que digo benditos días, más bien bendita vida que hace ver los pesares como algo relativo. En fin, ahí estaba yo cuando de pronto te acercaste con tu sonrisa bonita y me hiciste sentir bienvenido, fuiste mi primer gran recuerdo de ese lugar.

-Hola, soy Sandra- dijiste, no recuerdo el resto de la presentación, pero contigo me sentí menos nervioso, con menos miedo. Dios... ahora entiendo que no son los lugares o los momentos, son las personas las que me hacen los recuerdos valiosos. No convivimos mucho tiempo, pero el tiempo que lo hicimos siempre tuviste una sonrisa grandota, un abrazo, un “bombono” para mí, sin importar que yo tuviera la cabeza en la luna y no compagináramos en salidas o metas, siempre te sentí como alguien bonito.

Soy muy agradecido con las personas que me dan paz y tu me la dabas, por ello a pesar del tiempo siempre quise saber que estabas bien, me daba gusto verte cada vez más guapa, más segura, más decidida. No puedo decir cosas como fuiste la mejor porque no convivimos mucho, además de que te veía como una humana con tus claros y tus oscuros, con locuras, disfrutando, cantando a Alejandro Fernández, y siempre con esa sonrisa grandota que me regresa al “hola, soy Sandra”.

Hoy me dijeron que ya no estabas y se me hizo el corazón chiquito, algo se me rompió un poquito, y no deje de pensar en tu sonrisa y en tu cabello y en todas tus fotos. No voy a decir que éramos los mejores amigos, los más cercanos, los más íntimos porque no, no lo éramos. Solo te puedo decir que para mí fuiste y siempre serás la mejor bienvenida, la más bonita.

Sabes bombona, estoy seguro que a donde quieras que estés, la vida, el universo o dios te recibieron de la misma manera, puedo asegurar que quién te recibió se presentó contigo te sonrío de manera sincera y te hizo perder todo miedo, hizo desaparecer todos los nervios y te sentiste en paz y tranquila… confiada.



Sandra, en donde quieras que estés mi gratitud total siempre, te quiero bombona  

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