sábado, enero 21, 2023

Para Michael

No sé ni como iniciar esta carta. Sabes... es más el miedo el que me hace alejarme y si me preguntaras ¿miedo a qué? la verdad es que no sé ni yo el nombre del miedo. Es por ello que decidí escribirte estas líneas que tal vez ni ganas tengas de leerlas y lo entiendo. 

Mi historia no es especial, no es algo fuera de lo común, no es destacada y tampoco un drama... mi vida la considero un ciclo de varias vidas intentando mejorarse día a día, lo que implica que los personajes en mi historia hayan tenido errores. Los personajes que han tocado mis días no son ni héroes ni villanos, solo son personas que me han dado la opción de decidir qué hacer con las acciones que sus roles jugaron en ellos. 

Hubo violencia en mi infancia, el más mínimo error me costaba una golpiza, me hicieron sentir que era torpe, que era mejor no hacer para evitar equivocarme, entendí que el amor duele, el amor te pega, el amor te maltrata, el amor se sufre. Llevo muchos años siendo consciente de lo que hice inconscientemente muchos años más. 

Un día apareces tú, con tu sonrisa honesta y linda, tu forma de hablar con acento a otro país, con halagos para mí. Tu manera de verme me incomoda, me ves guapo, seguro, me dices que soy un gran partido. Espera Michael, así no son las cosas, a mí el amor me tiene que costar, el amor lo tengo que conseguir, lo tengo que conquistar, a mí el amor no me dice cosas lindas sin hacer yo el más mínimo esfuerzo, ese amor fácil no es de fiar, ese amor seguro lastimará más. No te creo, me digo a mí mismo. 

Me detengo a escuchar mi propia conversación y caigo en cuenta de que me sigo contando la misma historia inconsciente desde niño, ay Michael, no hay peor discapacidad que la que nos trae un pasado mal manejado. Yo que creía que ya estaba bien, caigo en cuenta de que sigo huyendo de lo que podría lastimarme y si he de aceptar el amor, me tengo que ganar su aprobación, lo fácil no existe. 


Y no es que tenga la autoestima baja o tal vez sí, no sé, pero lo que sí sé es de que pie cojeo, no confío en las palabras de afecto fáciles, no porque no sea guapo o no sea lindo, lo soy, me gusta cada día más lo que veo en el espejo, pero de pronto tú con tus palabras, tus regalos como vendaval me abruman. 

Trabajo en todo esto que te escribo, porque duele querer algo que yo mismo no dejo entrar por conductas resignadas antes que aceptadas y trabajadas. 

Creerás que no te pienso y que no me gustaría conocerte más, sí lo quiero hacer, pero no a tu ritmo y pedirte que vayas al mío no asegura que las cosas salgan bien y ni justo sería para ti. 

Sabes, por un momento me permití soñar que todo lo que me decías sí pasaba, que despertábamos en algún otro país, tú con tu cabello despeinado, yo con mis pies pegados a tus piernas y sin que me molestara que roncaras, porque de seguro lo haces. No había frío ni hueco en nuestros pasados que necesitar ser tapado con la presencia del otro, simplemente las ganas de estar ahí, aceptándonos mutuamente. Mantengo ese sueño lo que dura una pieza de Debussy, termina y despierto... 

Yo a cientos de kilómetros, tú con tu vida llena de historia, yo en la mía llena de trabajo interno resignificando la idea de que eso que quiero solo sucede en los sueños.

Michael, te escribo esta carta con la intención de contarte un poco de mí, esperando entiendas, esperando no seas vendaval que arrasa con todo y mejor seas aire diario freso y constante. Te escribo estas palabras con la intensión de disculparme por no ser, por no estar, por no haber sucedido. 

Desde aquí un abrazo a toda tu locura.   

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